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Cultura

Tres documentales para rebelarse contra el acoso escolar

Hay cierto componente de angustia e incomprensión compartido por todos los niños que sufren acoso en las escuelas; existe en ellos un miedo a veces justificado a que nadie se ponga de su lado, a pensar que quizá sea de ellos la culpa.

Tres documentales para rebelarse contra el acoso escolar

Hay un componente de angustia e incomprensión compartido por todos los niños que sufren acoso escolar; en la mayoría de ellos existe el miedo a que nadie se ponga de su parte, a pensar que quizá sea de ellos la culpa. No es extraño leer argumentos en internet o escuchar en conversaciones que esta cuestión, la de un grupo de niños metiéndose con algún niño en concreto, se ha producido siempre y que, por tanto, es algo normal. Sin embargo, tal y como demuestra el II Estudio sobre acoso escolar y ciberbullying según los afectados, elaborado por la Fundación ANAR y Fundación Mutua Madrileña, son cada vez más las familias que denuncian los casos de bullying y cada vez más los compañeros, más del 50% en 2016 frente al 22% en 2015, que salen en defensa de las víctimas cuando presencian los hechos.

El pasado mes de enero, Lucía, una chica de 13 años, se suicidó en su habitación mientras su madre dormía, después de meses sufriendo el acoso de unos compañeros que se aprovecharon del silencio de la adolescente y de la incapacidad del centro educativo para abordar la situación. “En el instituto Ingeniero de la Cierva no tenía a nadie”, dejó escrito Lucía. “Sólo me hablaban para insultarme. Empecé a odiarme a mí misma”.

El Ministerio de Educación tiene una línea telefónica gratuita (900 018 018) para tratar las denuncias de acoso escolar de manera directa

Ahora el acoso escolar trasciende el recinto del colegio o el instituto a través de internet. Las redes sociales son instrumentos que los victimarios aprovechan para seguir adelante en sus estrategias de presión emocional. En este sentido, el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte cuenta desde noviembre de 2016 con una línea telefónica gratuita (900 018 018) para atender las llamadas de personas que conozcan o padezcan situaciones de violencia como las que sufrió Lucía. A principios de diciembre, en sólo ocho semanas, ya había recibido 5.552 llamadas, según cifras del Ministerio. Los funcionarios de este departamento catalogaron como casos potenciales al menos un tercio de ellos, es decir, 1.955 situaciones con indicios claros de bullying.

Por supuesto, las medidas de atención y reacción ante estos problemas son fundamentales, pero las actividades de concienciación resultan incluso más necesarias para atacar de raíz el problema. Los documentales son un modo efectivo de hacerlo; se han convertido en productos de entretenimiento de primer orden y saben captar la atención del espectador como verdaderas películas.

Tres documentales para rebelarse contra el acoso escolar
Un estudiante se manifiesta contra el bullying. | Foto: Craig Lassig /AP

Tres de estos documentales han conseguido trasladar un mensaje poderoso que hace reflexionar sobre las consecuencias del acoso en las víctimas:

A girl like her

En este documental de ficción producido por Netflix se recrea el caso de una adolescente llamada Jessica que, ante el acoso que recibe por parte de unas compañeras, especialmente de una de ellas, Avery, decide documentar las agresiones físicas y emocionales instalándose una cámara oculta en un broche.

Después de meses soportando insultos en los pasillos, en el correo electrónico y en sus redes sociales, Jessica trata de suicidarse entre lágrimas tomando una dosis de barbitúricos en el baño de su casa. La chica de 16 años permanece ingresada durante semanas, mientras el documental continúa relatando la historia de su acosadora, que resulta vivir en un ambiente familiar desestructurado y traumático.

La directora no trató de victimizar a la victimaria, sino más bien desvelar que detrás del acoso escolar hay algo más, que el origen del mal no es tan simple ni tan sencillo y que para atajar el problema, primero hay que comprenderlo.

Audrie y Daisy

En este documental, el acoso sexual y el acoso escolar van de la mano. Este otro trabajo de Netflix cuenta la historia de dos chicas con finales muy distintos. La primera, la de Audrie Pott, relata la vida de una adolescente sin gran popularidad es el instituto que, pese a no haber recibido ningún tipo de acoso previo, empieza a sufrirlo cuando, después de emborracharse en una fiesta, es violada y fotografiada por quienes cometieron tales actos. Fueron sus violadores quienes compartieron y extendieron por la red y en el instituto estos materiales. Incapaz de soportarlo, Audrie se suicidó. Tenía 15 años.

Por otra parte, Daisy Coleman cuenta cómo ella renunció a suicidarse, aunque lo intentó en alguna ocasión, y optó por dedicar su vida a concienciar sobre esta lacra. En su caso, unos amigos de su hermano la emborracharon y posteriormente la violaron; tenía 12 años. En su pueblo y en su instituto dejaron de respetarla, la acusaron de buscona, de ser la culpable, defendieron a los chicos, todos ellos tan íntegros, tan buenos con la comunidad; su circunstancia es dramática y dolorosa y refleja el sufrimiento de una víctima, pero también la capacidad para rehacerse y seguir adelante.

 

El silencio roto

Se trata de una producción española de la cineasta Piluca Baquero que retrata el bullying más convencional, el que comienza desde bien pequeños, mucho antes de entrar en el universo de las redes sociales. Cuenta la historia, por ejemplo, de un niño de seis años que soporta las burlas de sus compañeros cuando va a la piscina. Le llaman gordo, ballena, foca, etcétera. El niño dejó de comer y desarrolló un miedo terrible a la escuela y a los otros niños y se creó una burbuja. Finalmente, le dijo a su madre: “Para estar así, mejor me muero”. ¿Cómo un niño de seis años puede tener pensamientos de muerte?

El silencio roto es un documental de testimonios donde los niños y las madres cuentan las consecuencias del acoso escolar. El documental transcurre entre ilustraciones y se respeta la intimidad de los chicos, aunque son muchas las madres que aparecen para reconocer su sufrimiento. Una forma de que la sociedad comprenda que los padres también son víctimas de esta violencia.

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