Lady Bird: una postal a la retentiva de la juventud
La directora Greta Gerwig convierte a esa clásica comedia adolescente americana en una humilde y genuina proyección de emociones precoces.
Dos de las principales particularidades del estreno de una de las películas más comentadas de la temporada, Lady Bird, incluyen el debut como directora y guionista de la actriz Greta Gerwig –Frances Ha, Mistress America, Las mujeres del vigésimo siglo– y el nuevo récord de reseñas positivas en la famosa web de revisión y críticas cinematográficas Rotten Tomatoes con un score de 100%, 170 reseñas positivas y 0 negativas superando al previo poseedor del título, Toy Story 2. Además, es ahora la película de A24 con mayor éxito financiero. Después de poco menos de dos meses en los cines, ha ganado $ 28,306,445 dentro de los Estados Unidos, lo que la sitúa por encima de los $ 27,854,932 obtenidos por Moonlight, que todavía ostenta el título mundial aunque aún Lady Bird no se ha abierto en los mercados extranjeros.
Lady Bird es una de las contendientes más fuertes para los Oscar y los Golden Globe con cuatro nominaciones a los últimos incluyendo Mejor Musical o Comedia, Mejor Guion, mejor Actriz y Mejor Actriz de Reparto. Desde su estreno en el Festival de Toronto –Canadá- el pasado febrero, este drama con roces de comedia se ha convertido en un oportuno retrato no solo de la adolescencia y de las decisiones con las cuales intentamos definirnos, sino de una América en pretérito en donde sus habitantes todavía no entendían que tan engañoso se podía volver su futuro.
Situada en Sacramento-California en 2002, Lady Bird es la historia de una adolescente de 17 años que se hace llamar Christine Lady Bird McPherson, un nombre dado por ella para ella. Christine asiste a una escuela católica mientras su madre (Laurie Metcalf) trabaja incontables horas como enfermera y su padre (Tracy Letts) lidia con una depresión tras perder su último trabajo.
El esquema principal es el de los recuerdos y las primeras veces. La directora Greta Gerwig convierte a esa clásica comedia adolescente americana en una humilde y genuina proyección de emociones precoces. El talento de Gerwig para crear guiones entre personajes se hizo evidente con anterioridad cuando en películas como Hannah Takes the Stairs o Yeast sus diálogos eran casi improvisados y a la vez superiores. Pero en Lady Bird la actriz y directora trae un debut de alta calidad y semi-autobiográfico, en donde esas ganas incontenibles de salir de una ciudad cuando se es adolescente se convierten en una postal con una dedicatoria especial.
A los 16 años nunca pensamos en querer regresar, la noticia es: eventualmente todos queremos volver, aunque las calles que extrañamos se hayan convertido en un gigante centro comercial.
Gerwig trabajó en Lady Bird durante dos años antes de enviarle por primera vez el guión a Saoirse Ronan. La parte semi-autobiográfica convive en sus experiencias en Sacramento y la escuela católica. Aunque en una conferencia de prensa del Festival de Cine de Nueva York la cineasta aclaró que “nada en la película literalmente sucedió en mi vida” afirma que hay núcleo de verdad que “resuena con lo que sé «.
«Realmente quería hacer una película que fuera un reflejo de mi hogar y de lo que significa el hogar, y cómo el dejar el hogar define lo que es para ti y tu amor por él», sostiene.
La inspiración que suponen su ciudad natal y su infancia resuenan en un producto final que se narra como una carta de amor hacia la construcción de la adultez en la adolescencia.
Desde su actuación en Atonement en el 2007, Saoirse Ronan es uno de esos talentos jóvenes que ningún director quiere desaprovechar. Diez años después y con participaciones estelares en películas como El gran hotel Budapest, Brooklyn y Loving Vicent se ha ganado un perfil que de ser nominada a los Oscar esta temporada como Mejor Actriz Principal la convertiría en la actriz más joven en tener tres nominaciones a la Academia, (Tendrá 23 en el momento de las nominaciones, al igual que la actual detentadora de récords, Jennifer Lawrence, que también obtuvo su tercera nominación a los 23, aunque su cumpleaños es un poco más tarde que el de Lawrence por solo cuatro meses.)
Para Ronan Lady Bird es esa “chica que iba a hacer algo, e iba a ser algo, pero no sabía muy bien lo que iba a hacer y quién iba a ser», le comenta la actriz a IndieWire sobre su primera impresión del personaje. «Me gusta que la hayamos encontrado en este momento intermedio, mientras ella estaba descifrando todo. Aún no había llegado a ninguna parte, estaba entre estos grandes momentos».
Su representación de Christine es completamente sincera y sencilla, así como el personaje. No hay poses ni adulteraciones, sino el reconocimiento del amor y las amistades, de la realidad familiar y de las debilidades paternales. Es la reconciliación con el ser original luego de intentar caerle bien a esa persona con más dinero y una casa refinada, o luego de usar demasiado maquillaje para gustarle al niño popular del curso de arriba.
Las relaciones en la película se utilizan para marcar entre otras cosas esas distinciones sociales que hacen tanto contraste cuando se es joven. Delicadas pero reales. Entre ellas la amistad de Lady Bird con Julie (Beanie Feldstein), quien vive en un modesto apartamento con su madre soltera, un dulce noviazgo con Danny (Lucas Hedges) cuya abuela vive en la «casa de sus sueños», el romance con un rockero que no le gusta el dinero e intenta sobrevivir del trueque interpretado por Timothée Chalamet de Call Me By Your Name, otra de las fuertes contendientes para los Globos de Oro y los Oscars, y está el esfuerzo de Lady Bird por tener una amistad con la chica popular de la escuela Jenna (Odeya Rush) pretendiendo ser una persona rica que vive en una casa que no es en realidad la suya.
Por otro lado está la complicada estructura creada por Gerwig en donde madre e hija se aferran al mismo viaje de descubrimiento de maneras opuestas. Laurie Metcalf logra un papel casi estelar en donde despliega el personaje de una trabajadora y apegada madre con una personalidad y sinceridad tan excéntricas como Lady Bird. Lo que proyecta la película no es solo una migración adolescente, sino una postal familiar en donde todo es tan auténtico como en la vida real.
Lady Bird es esa persona espontánea y dramática que intenta encontrar el sentido moral de la vida en la urgencia de la juventud. La idea de dejar la niñez detrás se estrella con el tiempo y la nostalgia de una heroína adolescente, ambiciosa, que usa ese sentido de precipitación como leitmotiv para buscar su propio camino.
El punto de vista de Gerwing es sutilmente femenino, sin ser invasivo, y lo que logra es una amabilidad nostálgica en donde recuerda una realidad que todo ser humano en crecimiento ha experimentado alguna vez, ese momento en el cual te estrellas contra la pared pensando que has encontrado tu autopista en el mundo.
Al final lo que permanece es la retentiva y una postal, exactamente lo que la directora buscaba. “Quería que el film fuera como un recuerdo. No sé si esto tendrá sentido. Solo quiero que la película esté allí. Si, parecía un recuerdo y me parecía 2003 a mí… iría a Kinkos y haría copias de las cosas y decoraría mi habitación y mis amigos harían fanzines”
En Lady Bird a través de una ciudad se cuentan cientos de ciudades. No es solo Sacramento, o New York, es la universalidad de unos personajes atrapados en suburbios o vecindades que salen de sus espacios seguros, que extrañan esos mismos lugares y vuelven a ellos luego de comprender la magia de sus paisajes. Es además, la retentiva de ser ante todo y todos, tu propia persona.