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¿Para qué sirve el psicoanálisis?

Un estudio de OCU publicado en enero -que se basa en 500 encuestas- señala que el 57%

¿Para qué sirve el psicoanálisis?

Un estudio de la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) publicado en enero -que se basa en 500 encuestas– señala que el 57% de la población española cree que ha tenido problemas de ansiedad alguna vez en su vida, mientras que el 34% dice haber tenido depresión en algún momento. Tan solo un 9% de entre el 54% de los encuestados que admitió seguir algún tipo de tratamiento “combinó la medicación y la psicoterapia”. “El 51% recurrió a antidepresivos y ansiolíticos como principal tratamiento de la enfermedad”, añade el informe.

En la actualidad, casi cinco de cada 100 españoles recibe tratamiento. La Encuesta Europea de Salud en España en 2014 señala que de los 38 millones de personas de más de 15 años que viven en España, 1.796.000 (4,61%) acudieron ese año al psicólogo, psicoterapeuta o psiquiatra. Pero ‘¿Para que sirve el psicoanálisis?’. El médico argentino, Luis Chiozza, autor del libro (editado por Libros del Zorzal) que lleva como título esta pregunta, en conversación con The Objective ha dicho que se ha visto en la necesidad de responder a la interrogante debido a que la teoría psicológica se ha desprestigiado “porque se ha difundido tan rápidamente que sus cultores lo han simplificado y banalizado, lo que lleva a que se esté usando de una manera inadecuada”.

“El psicoanálisis hoy en día aparece como si tuviese defectos y no es así. No depende del psicoanálisis sino de cómo se practica. Por ejemplo, cuando uno va a cardiólogo y no sirve cambia de cardiólogo, pero cuando pasa lo mismo con el psicoanalista se piensa que no sirve el psicoanálisis en vez de pensar que puede ser el psicoanalista el que falla”.

Chiozza, ganador del Premio Konex en 1996 y conocido por sus investigaciones sobre medicina psicosomática, se muestra sincero al decir que es muy importante aclarar que comenzar ese largo proceso que muchos identifican con el famoso diván “no es una panacea”. “Se parece más bien a tomar clases de violín en donde tiene que estar muy despierta la persona que aprende del proceso”.

En la vida cotidiana del país de nacimiento de Chiozza es más normal acomodar los horarios para poder ir a una sesión de terapia que en España. Argentina alberga el mayor número de psicólogos per cápita del mundo, con alrededor de 198 psicólogos por cada 100.000 habitantes (según datos oficiales de 2016), de los cuales se estima que el 46% se encuentra en Buenos Aires. Sin embargo, en lugar de recibir tratamientos cognitivos o conductuales, la gran mayoría de los argentinos recurre únicamente al psicoanálisis, una técnica fundada por el austriaco Sigmund Freud en el siglo XIX. Hasta en la famosa tira de prensa desarrollada por el humorista gráfico Quino de 1964 a 1973, protagonizada por Mafalda, «espejo de la clase media argentina y de la juventud progresista», se hace alusión a la terapia.

¿Para qué sirve el psicoanálisis?

Muestra de esta moda es que “Villa Freud” es la denominación informal para referirse a una zona dentro del barrio de Palermo, en la capital, aunque Chiozza afirma que este ‘boom’ está cambiando. “Ahora hay otras corrientes”, explica. Algunos aplican herramientas del psicoanálisis pero dicen que no es la especialidad que utilizan, mientras que otros se hacen llamar “psicoanalistas” aunque en realidad siguen otras vías.

“Lo malo es usar el nombre de la manera incorrecta porque confunde a las personas. Lo importante del psicoanálisis es que cuando nació la psicología cognitiva, que al principio aparecía como la psicoterapia vinculada a lo racional, aquel (el psicoanálisis) ya le daba valor a lo emocional”.

Asimismo, afirma que en la década de los años 70 la psicología cognitiva se dio cuenta de que tenía que interesarse en las emociones y hoy en día ya “nadie duda de que es muy importante el elemento emocional y no solo el intelectual”.

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Un médico escucha a un paciente en el Centro de Tratamiento del Instituto Psicoanalítico de Nueva York en 1956. | Foto: Bob Wands / AP

El doctor, que se ha especializado mucho en la relación entre las emociones y las enfermedades, le da mucha importancia al carácter en las personas en el proceso terapéutico. Considera que para poder avanzar es necesario estar abierto a cambiar, así sea de forma sutil, lo que llamamos: “el carácter”. “Este se cambia con gran esfuerzo y mucha frecuencia de trabajo”. Cita a Mahatma Ghandi quien alguna vez expresó: “Cuida tu palabra porque determina tus pensamientos; cuida tus pensamientos porque determinan tu conducta (…) cuida tu carácter porque determina tu destino”. “Y tu destino es tu vida”, añade el médico.

“El carácter como manera de ser y proceder influye en las dificultades que tenemos en la vida, y muchas veces el paciente quiere cambiar las dificultades pero no el carácter porque todos amamos en el fondo nuestra manera de ser. La verdad es que el carácter no se va a cambiar tanto, pero para resolver las dificultades que arruinan la vida, tenemos que cambiar cosas de este”, acota.

¿Ha cambiado el conflicto inconsciente?

Ante la pregunta de si ha cambiado el conflicto psíquico en las personas debido a que ya no es una sociedad tan reprimida sexualmente como la que vivió Freud aclara: “Hay que disipar malentendidos. Cuando Freud habla de sexualidad no solo habla de genitalidad, sino que intenta explicar que lo que no se descarga en una actividad genital se descarga por otros órganos. La misma energía pasa de un órgano a otro”. Esa energía es la llamada: energía de la ‘líbido’.

“Una persona que se frustra mucho en el aspecto genital lo puede compensar comiendo. A través de un placer sustituto se descarga esta necesidad de gratificación. Esto no significa que es lo mismo comer que tener relaciones genitales sino que una misma excitación orgánica puede viajar de un órgano a otro”. De modo que a pesar de que el mundo afronte, en la teoría, menos tabúes sexuales, la complejidad sigue vigente en el inconsciente.

“Hay muchos deseos de gratificación que no se satisfacen con las relaciones genitales. Los norteamericanos llaman ‘tener sexo’ a la actividad genital que termina con el orgasmo. Para ellos la genitalidad termina con el orgasmo pero no es así. De hecho comienza allí. Es a partir de ese momento que una pareja puede llegar a, incluso, crear una familia”.

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El psicoanalista austríaco Sigmund Freud con su perro Jofi, un chow chino, en su oficina en Viena, Austria, en 1937. | Foto: AP Photo

¿Sería más sano el mundo si más personas se psicoanalizaran?

“Es complicado responder eso», considera el analista. «Para que se psicoanalice más gente tendría que ser más difundido y comprendido el psicoanálisis. Además, hay muchas personas que no se psicoanalizan que están más sanas que algunas que lo hacen. Entonces es como si usted me preguntara hasta qué punto puede mejorar la cultura sanitaria. Depende de muchas cosas. Es una cuestión de proporciones”.

Lo que queda claro, y los plasma en su libro, es que este tipo de terapia “sirve para emprender la búsqueda de la conciliación que nos conduce, desde adentro, hacia el vivir en paz. No será una gran cosa, es largo y es difícil, no está extento de penurias, pero es lo mejor que tenemos para ese tipo de cosas”.

La psicología no tiene respuestas matemáticas, así como tampoco hay una edad específica en la que resulte más o menos adecuado comenzar a hacer terapia. “Cuanto antes se interviene, mejor siempre, y cuando sea, con un buen profesional”, responde Chiozza.

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