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Jessica Jones vuelve, feminista y alcohólica como siempre

Jessica Jones vuelve, feminista y alcohólica como siempre

La segunda temporada de la serie sobre la única superheroína con su propia narrativa en Marvel se estrenó esta semana en Netflix. Su activismo y su aire de cine negro, no se han perdido.

La vida de Jessica Jones (Krysten Ritter) no ha sido fácil. De hecho ha sido lo opuesto. Como buena creación del noir, su historia es oscura y deprimente, y también su motor de vida. Y en esta segunda temporada esta superheroína con predilección por el alcohol y el sarcasmo tendrá que remover su pasado si quiere mantener un presente.

No es casual que Netflix haya estrenado el día de la mujer su serie más exitosa de Marvel, la primera de la casa (serie o película) centrada en una mujer, y en una no sólo fuerte sino compleja. Jessica ya demostró en la primera temporada ser un personaje que valía la pena seguir. No porque sea un ejemplo a seguir, sino justo por lo contrario. Jones es grosera, volátil, alcohólica y en general poco agradable, pero es también una buena detective privada, fiel defensora de quienes quiere y, aunque no desee mostrarlo, un ser compasivo y empático. De hecho su fachada, su hostil relación con el mundo y su evasión en la botella es sólo la manera que tiene de huir de un horrible pasado. En la primera temporada ese pasado se llamaba Kilgrave, un súper villano con el horrible poder de controlar la mente. Jessica fue su rehén y su esclava sexual antes de lograr escapar e intentar dejar todo atrás. Como es de esperar cuando eres protagonista de una serie, dejar las cosas atrás no es una opción. Kilgrave reapareció y Jessica tuvo que lidiar con su trauma, con su dolor y su rabia. Y además derrotar a su enemigo.

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Elenco de Jessica Jones en el estreno de la primera temporada | Imagen: IMDB

Y lo logró. Tras ese momento hemos visto un poco de Jessica en la floja The Defenders (si somos honestos Jones y Luke Cage son los únicos que valen la pena de este grupo), con su sarcasmo y su temperamento, pero ligera, superflua. En su regreso a su serie homónima Jones es quien ya conocemos, o tal vez una peor versión: Perseguida por su dolor, cada vez de una forma más insistente y menos invisible. Jessica ya no es anónima. En este universo Marvel ella convive en el conocimiento colectivo como una súper heroína, con los Vengadores y demás superdotados. Puede que tenga menos fama, pero sus clientes en la Investigaciones Alias han comenzado a contratarla por su reputación. Y no sólo la relacionada con sus poderes, también la que la asocia al asesinato (el de Kilgrave, en defensa propia) y que aún la persigue como un pesado fantasma que le recuerda que su don es también una pesadilla y que tal vez sea un monstruo.

Jessica bebe cada vez más y controla menos su ira. Intenta tomar casos anodinos para evitar sentir y no quiere hablar. Trish (Rachael Taylor), su hermana adoptiva, sigue estando en la historia y sigue siendo el motor que lleva a Jessica a confrontar lo que esconde. En este caso es su pasado. Pronto en la temporada queda claro que Jones fue objeto de experimentos que crearon sus poderes cuando tuvo un accidente junto a su familia y fue la única superviviente.

Primero Jones intenta evadir acercarse a su terrible pasado y sus memorias bloqueadas de 20 días “en coma” de los que no hay registro en el hospital. Pero como ya quedó claro, si eres protagonista de una serie, no hacer nada no es una opción. Este tema central está rodeado de tramas secundarias como un conserje que discrimina a los súper dotados o un desagradable desenlace para la vida de Jeryn (Carri Ann Moss), lo más cercano que Jessica ha tenido a otra relación femenina positiva en su vida que no sea la que mantiene con Trish.

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Imagen: Netflix

Jessica Jones ha sido una serie pionera en discutir temas relacionados con el abuso masculino sobre las mujeres desde que comenzó. Primero fue el tema de la violación, el consentimiento y el trauma, y ahora lo trata desde otro punto de vista, el del abuso de menores por parte de hombres con poder. ¿Les suena? Una de las tramas paralelas y a la vez ligada a la central, y de la que no revelaremos demasiado, incluye a uno de los personajes femeninos lidiando con un pasado en que siendo una adolescente “se acostó” con un hombre mayor y con poder  bajo cohersión, de hecho es un director y productor de cine (¡oh la ironía!… o sencillamente ¡oh la exactitud!), y nunca lo ha denunciado. En un momento el hombre en cuestión llega a decir “ella lo quería, ella fue quien me sedujo”… un recordatorio de cuando esas excusas aún se escuchaban sin consecuencias.

Esta serie está claramente centrada no sólo en hablar de superhéroes, sino en ser una plataforma para personajes y temas femeninos. Que lo haga incluyendo misterios -que de todas maneras siempre tienen que ver con el abuso de alguna u otra manera- y súper poderes es sólo una forma de hablar al público del presente, tan afín este tipo de historias. Jessica Jones es femenina y feminista, de hecho es una narrativa de mujeres molestas que aún son discriminadas por su género y que ya están hartas, es una serie activista. Y era hora.

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