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Julio Verne entre la ciencia y la ficción

Julio Verne entre la ciencia y la ficción

Julio Verne podría haber ejercido de abogado, como su padre, o al menos ese era el plan inicial; un escenario paralelo en el cual no existe el Capitán Nemo, los viajes a la Luna, los submarinos visionarios o las vueltas al mundo en 80 días. Es un legado de más de 70 obras -entre cuentos y novelas- que se habría perdido en el papeleo burocrático de la abogacía. Afortunadamente la madera de Verne para el derecho era casi inexistente, al contrario de su amor por los libros, los viajes y la ciencia.

De todos los escritores que han servido como inspiración para futuros cuenta cuentos, Verne resalta por haber influido no solo en escritores sino en científicos, historiadores, académicos e incluso químicos como Dmitri Mendeléyev o astronautas como Yuri Gagarin. No en vano sus viajes literarios se anticiparon a inventos y acontecimientos que –aunque probablemente se habrían hecho realidad en algún momento de la historia- en los cuentos de Verne tienen el atractivo de lo inexplorado.

A menudo es presentado como el padre de la ciencia ficción, pero el escritor francés, cuya fama se estableció con la icónica serie de Voyages extraordinaires o Viajes Extraordinarios, no es exactamente un precedente de H. G. Wells o un equivalente de George Orwell, su escritura define algo más científico y socialmente utópico, que distópico.

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Una de las páginas e Mystery Island | Imagen vía Wikimedia Commons

Por ejemplo, para Verne la obra de Wells -aunque digna de elogios- comprendía un estilo completamente diferente. “En mis novelas siempre he tratado de apoyar mis pretendidas invenciones sobre una base de hechos reales […] Las creaciones del señor Wells pertenecen a una edad y grado de conocimiento científico bastante lejano del presente, por no decir que completamente más allá de los límites de lo posible. No solo elabora sus sistemas a partir del reino de lo imaginario, sino también los elementos que le sirven para construirlas», recuerda en una entrevista publicada en el periódico literario de Londres Temple Bar  en 1904.

“Cada hecho geográfico y científico contenido en cualquiera de mis libros ha sido examinado con mucho cuidado y es escrupulosamente exacto”.

 

De aquí que Verne, más que un novelista se presente como un idealista que plantea ya consumados los avances tecnológicos para entonces perfeccionados a medias. Los elementos ficticios de Verne son aquellos que en teoría se ejecutarían eventualmente. Así lo reafirma cuando escribió que “cada hecho geográfico y científico contenido en cualquiera de mis libros ha sido examinado con mucho cuidado y es escrupulosamente exacto”.

Claro, su exactitud sigue siendo relativa, aunque visionaria cuando se hace la analogía con invenciones como los ascensores, las armas de destrucción masivas, los helicópteros, los submarinos e incluso los noticieros en vivo. No obstante, hasta la posibilidad de sus inexactitudes generaría inconformidad entre sus conocidos. Sucedió con su primera novela, que se convirtió en una publicación póstuma al ser rechazada por su editor Pierre Jules Hetzel por ser demasiado pesimista. El texto titulado París en el siglo XX,  planteaba una sociedad deshumanizada y colmada de una tecnología que se sobrepone al arte y a las interacciones naturales.

De ahí que su primera ficción publicada haya sido Cinco semanas en globo en 1861, con la cual dio inicio a su icónica colección de Viajes Extraordinarios. En ellas creó un puente entre literatura y ciencia, o en palabras de su editor Hetzel hizo un intento por «resumir todos los conocimientos geográficos, geológicos, físicos y astronómicos amasados por la ciencia moderna».

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Portada del libro de Julio Verne Viaje al centro de la Tierra publicado en 1864 | Imagen vía: La casa del libro

Entre la ciencia y la literatura

El concepto del viaje para Verne es inherente a sus novelas. Más que ciencia y ficción su obra detalla puntos de encuentro en donde el viaje sobrepasa a los descubrimientos como trama central. Pero antes de Verne ya existía una verídica literatura de viajes que solo se reconoció como tal siglos después.

Los recorridos biográficos comienzan con las observaciones y los diarios de navegación de Cristóbal Colón por América Latina en 1492, con las cartas de Hernán Cortés, las cuentas de Bernal Díaz Del Castillo, Jean de Léry o el humanista italiano Petrarca. Comienzan también con los descubrimiento y conquistas europeas que registraron los primeros encuentros con civilizaciones antes desconocidas como México, Perú y Brasil, y en donde a pesar de su veracidad también se combinan el dramatismo con exageradas hazañas y salvajismos individuales.

Pero principalmente estos recorridos inician con un valor literario representado en el diario de viajes y en las antiguas escrituras de la gran mayoría de las religiones, en donde las epopeyas cubren grandes extensiones de tiempo y espacio. Homero se podrían colocar junto a Verne en la categoría de literatura de viajes imaginarios, mientras que escritores como Herman Melville formulan un escenario más real y autobiográfico. Sin embargo, la literatura usa el viaje como metáfora de estancia existencial.

Aunque sigue siendo reconocido como un escritor de ciencia ficción, los relatos de Verne destacan más por incluir una “moral histórica” que no siempre está presente en el género de la ciencia ficción. La religión y la dominación del hombre en la naturaleza dan cuenta de la existencia de un fuerte vínculo entre la ficción de Verne y los acontecimientos políticos y sociales de su época, incluyendo las revueltas indias y la guerra civil americana.

Verne recreó la historia a través de la ciencia como una forma de narrar el progreso de acontecimientos que fueron o pudieron haber sido consecuencia de las tecnologías. En una entrevista publicada en la revista McClure’s en enero de 1894 explica, «escribí Cinco semanas en globo no como una historia sobre globos, sino como una historia sobre África. Siempre estuve muy interesado en la geografía y los viajes, y quería dar una descripción romántica de África. Ahora bien, no había forma de llevar a mis viajeros a través de África sino en un globo, y es por eso es que se introdujo un globo».

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Escultura de Julio Verne en la ciudad de Vigo en Galicia España | Foto vía: wallhere.com

Un movimiento a través del espacio

El académico Carl Thompson escribe en Travel Writing«Viajar es un movimiento a través del espacio. Posiblemente este viaje es de escala épica, llevar al viajero al otro lado del mundo o a través de un continente, o hasta una montaña; posiblemente, es de un alcance más modesto, y tiene lugar dentro de los límites del propio país o región del viajero, o incluso su localidad inmediata”.  Verne utiliza ese movimiento dentro del espacio para retratar elementos comunes hoy en día como los globos aerostáticos, helicópteros, aviones, los polos norte y sur y el uso de hidrógeno como fuente de energía.

Por otro lado, críticos actuales han alcanzado a calificar la obra de Verne como ejemplo de historias en donde se expone la supremacía de los hombres blancos, el racismo y el sexismo. Académicos y literatos también han llegado a considerar irrelevante el aspecto «científico» de Verne para ubicar su narración en el mero surrealismo.

Ahora, la veracidad o no de estas atribuciones no deshacen el hecho de que Verne es el segundo autor más traducido en el mundo, después de Agatha Christie y antes de William Shakespeare, ni la extensión del archivo patentado de su novelas y viajes minuciosamente documentados entre los que se encuentran Viaje al centro de la Tierra, De la Tierra a la Luna, Veinte mil leguas de viaje submarinoLa vuelta al mundo en ochenta díasLa isla misteriosa, Las Indias Negras y Una ciudad flotante, entre varias decenas más.

Los biógrafos de Verne le atribuyen una anécdota en donde a las 11 años se  escapó de su casa para viajar como aprendiz de marinero en el barco La Coralie, que zarpaba rumbo a la India. Su padre, el francés Pierre Verne, supuestamente le reprendió haciéndole jurar que sus próximos viajes se limitarían estrictamente a sus sueños. Eventualmente Verne no solo viajó en sus sueños sino en novelas que continúan perfeccionándose con la realidad del presente.

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