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El corto que critica la precariedad laboral en Deliveroo o Glovo

No es la primera vez que lo hace, el ciclo de cortometrajes Jameson Notodofilmfest está acostumbrado a que algunos de sus cortos se viralicen. El último que lo ha hecho es ¡Hola, buenas noches!, que narra en primera persona lo que piensa un repartidor de comida a domicilio de una conocida aplicación para smartphones. El trabajador reflexiona sobre sus condiciones laborales mientras pedalea sobre la bici en la que pasa 12 horas al día. El corto es obra del director Pau Rodilla, y está protagonizado por el actor Carlos Vera.

El corto que critica la precariedad laboral en Deliveroo o Glovo

No es la primera vez que lo hace. El ciclo de cortometrajes Jameson Notodofilmfest está acostumbrado a que algunos de sus cortos se viralicen. El último que lo ha hecho es ¡Hola, buenas noches!, que narra en primera persona lo que piensa un repartidor de comida a domicilio de una conocida aplicación para smartphones. El trabajador reflexiona sobre sus condiciones laborales mientras pedalea sobre la bici en la que pasa 12 horas al día. El corto es obra del director Pau Rodilla, y está protagonizado por el actor Carlos Vera.

 

 

Este cortometraje dura tres minutos, fue grabado durante la madrugada desde el maletero de un coche y ha logrado más de 232.350 reproducciones en YouTube en apenas un mes, todo un logro para este tipo de contenidos en la red.

“Has tardado mucho, ¿qué pasa? ¿que te has perdido? – Me dice el tío con sus santos huevazos en su pijama de Batman”, empieza el relato del repartidor. De esta manera, el director logra en apenas unos segundos introducir al espectador en el estado de ira y hartazgo del protagonista del monólogo. “Anda, que habrás sufrido mucho sentado en tu sofá mientras yo me hacía el kilómetro que separa la pizzería de tu puta casa”, continúa. El discurso del repartidor, que aparte de en YouTube se ha compartido en todas las redes sociales habidas y por haber, incide sobre la precaria situación laboral de los repartidores de diferentes y populares aplicaciones para móviles que dan servicio a domicilio, como Deliveroo o Glovo.

 

La verdad de la precariedad laboral que refleja este corto

«Si no fuera que necesito los 400 euros de mierda que cobro al mes… se acabó, hombre, ya está bien de ser un esclavo posmodernista», asegura nuestro protagonista en su alegato. También hace hincapié en que pasa hasta 12 horas sobre su bicicleta para ganarlos. El éxito de esta pieza audiovisual reside en la verdad que refleja.

Es una verdad social como una casa y un fiel retrato de la sociedad moderna propiciada por las aplicaciones de reparto. Los conocidos como riders, es decir los repartidores de toda la vida pero que trabajan para empresas tecnológicas como las citadas Deliveroo, Glovo, pero también – y por ejemplo – Uber Eats han mostrado su descontento en más de una ocasión. Es más, los trabajadores autónomos de Deliveroo organizaron una huelga en junio de 2017 e interpusieron diversas denuncias contra esta compañía por su precaria situación laboral. Entre lo que denunciaban estaba que la empresa no reconoce la relación laboral con sus trabajadores, ya que defiende su condición de autónomos, y no contempla que tengan derecho al salario mínimo, a bajas, y a otras prestaciones básicas de la regulación laboral española.

De estas denuncias derivaron las diligencias de Inspección de Trabajo, que concluyó en diciembre del año pasado que los riders de Deliveroo eran falsos autónomos y que, por tanto, su situación laboral era precaria.

Tras esta conclusión, han sido varias las organizaciones sindicales que han apoyado la causa de estos trabajadores – a los que se conoce como esclavos del siglo XXI –. Entre ellas, la UGT, que también en diciembre presentó ante la Dirección General de Trabajo y Seguridad Social una denuncia contra las empresas Deliveroo, Glovo, Uber Eats y Stuart debido al modelo de relación laboral establecido con sus repartidores.

El sindicato enumeraba entonces una serie de «indicios» que, en su opinión, confirmaba este vínculo laboral que siempre han negado las compañías: las empresas «les dan la infraestructura necesaria para poder realizar el trabajo, les imparten formación previa, llevan la imagen de la compañía y les prohíben hablar con los proveedores”, decía entonces en un comunicado. «Además, la empresa hace recaer sobre los trabajadores y trabajadoras toda la responsabilidad de la relación laboral, ya que son estos últimos los que cargan con el IVA, el IRPF, la Seguridad Social de autónomos, el mantenimiento del vehículo, los seguros, etcétera», insistían desde UGT. Según la organización sindical, estas compañías permiten que la mayoría de sus repartidores ganen “un sueldo por debajo del Salario Mínimo Interprofesional».

Lo que muchos han calificado de «falsa economía colaborativa», e incluso de «esclavitud del siglo XXI», es lo que este corto refleja con acierto y lo que ha provocado también su éxito.

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