¿Vuelve la telenovela?
Netflix está apostando por contenido de este género y la televisión también. ¿Es momento de que se rescate a la telenovela del olvido?
Netflix está apostando por contenido de este género y la televisión también. ¿Es momento de que se rescate a la telenovela del olvido?
Durante un largo tiempo la palabra telenovela llevaba consigo un peso de vergüenza. ¿Quién reconocía en serio y sin sorna disfrutar de esos exagerados melodramas? Pero en los últimos tiempos el género ha sido relativamente rescatado, con peores y mejores resultados, tanto en adaptaciones como en historias originales. Vivimos en un tiempo en que la genialidad que es Jane the Virgin existe no solo para deleitar audiencias, sino como tutorial a la vez satírico y cariñoso de los hilos de trama y clichés que marcan las historias de telenovela y eso dice mucho. ¿Es entonces un momento de renacimiento de la telenovela?
Si se pasea un poco por Netflix una respuesta podría ser que sí. Luis Miguel, la serie, se ha convertido en un fenómeno de audiencia, por ejemplo. Y seamos honestos, no es porque todo el mundo esté altamente interesado en conocer los intríngulis de la vida del cantante mexicano… se trata más de cómo se cuentan esos detalles. Luis Miguel, la serie, es sin lugar a dudas una telenovela: tiene un protagonista sufrido al que le pasan muchas cosas malas, un villano que le hace la vida difícil y mucho drama general relacionado con dinero, amor, alcohol… vamos, la fórmula perfecta.
Esta “biografía” del cantante no es una isla. Netflix –no son los únicos, Jane the Virgin es una prueba de ello, como también lo es The Affair, por ejemplo, o Riverdale o la mayor telenovela de todos los tiempos, Juego de tronos– ha optado por incluir más contenido en español, y de este tipo. El servicio de streaming se ha acercado a la “vieja televisión” anteriormente: ha optado por rescatar los reality shows, primer tipo de programa que nunca formó parte de su oferta, y ahora al parecer viaja en el tiempo y estrena una serie de un mago (sí, volvemos a los tiempos de Copperfield al parecer). Las telenovelas son esas historias que llenaban las tardes televisivas y que, a base de repetir y alargar eran ideales para existir con cortes comerciales y audiencias distraídas. ¿Cómo se adapta esto a la nueva realidad del ‘binge’ y de las historias con matices? Pues se adapta con malos comprensibles y con buenos no tan buenos, se adapta haciendo de los personajes algo que no sea un cliché, pero que a la vez lo sean.
Otro reciente estreno de Netflix es La casa de las flores, claramente una telenovela mexicana donde las haya (y el regreso de Verónica Castro…¡uf!) que la plataforma está publicitando ampliamente.
Y no sólo se trata de productos latinoamericanos (ya hablamos de que los melodramas invaden muchas de las series del Peak TV), también hay muchos españoles. Y sí, aquí es cuando nos salta alguien y dice que son series, no telenovelas. Y no, siento informarlo pero Las chicas del cable (esa inexplicable sobreviviente en tiempos de mucha mejor televisión) es una telenovela con todas sus letras. Y también, si lo miramos, lo es La casa de papel.
Sí, hay más acción, otras tramas… pero en realidad el tema central es una relación amorosa que parece imposible (por dios, El profesor y la detective son una pareja de telenovela de libro) y alrededor hay mucha trama, mucho drama y muchos incidentes dramáticos.
El revival de la telenovela podría achacársele a la perenne nostalgia que marca nuestros días y al hecho de que los millennials vieron mucho contenido de este tipo en sus infancias (las telenovelas llenaban la programación de las tardes de la TV). También podría asociarse al hecho de que en estos tiempos nos ha dado por rescatar formas de contar o hacer que injustamente habían sido despreciadas por un snobismo que en esta era del DIY y de reinado de la cultura pop de a pie de calle tiene poco espacio para existir.
Como lo dice claramente el creador de La casa de las flores en El País: «A mucha gente le daba pudor definir La casa de las flores como un melodrama o una telenovela. Pensaban que yo me enojaría. Y al contrario. Es coherente y genuino. No hay nada más real en la vida que este género, porque vivimos en él».
Queda esperar más historias similares y superar el pudor, queda gritar a los cuatro vientos que estas tragedias griegas descabelladas y exageradas son un placer.