El primer ‘burdel’ de muñecas sexuales de Madrid desde dentro: "Ellas no se quejan"
En un primer piso de un edificio de Tetuán funciona el primer burdel de muñecas sexuales de Madrid. Sus dueños aseguran que es una tienda de juguetes sexuales con espacios para que los clientes prueben los productos antes de comprarlos.
En el primer piso de un edificio del barrio de Tetuán funciona el primer burdel de muñecas sexuales de Madrid. Sus dueños aseguran que es una tienda de juguetes sexuales con espacios para que los clientes prueben los productos antes de comprarlos.
Por qué te lo contamos:
La muñecas sexuales arrasan en Japón donde adquirir estas piezas hiperrealistas como «esposas» se ha vuelto un fenómeno recurrente entre los ancianos. En Madrid ha abierto sus puertas el primer burdel de este tipo de juguetes y lo hemos visitado.
Es un piso con luces tenues rojizas y moradas. Hay cuartos con nombres sugerentes como “habitación roja” o “habitación pasión” que cuentan con potros, esposas, condones, espejos… Réplicas de la habitación de Christian Grey. Allí, tanto personas solas, como parejas, pueden –entre otras cosas– probar las muñecas de silicona.
También hay un muñeco con una máscara de carnaval que parece esperar sentado a ser usado. Se llama Izan. A pesar de que su miembro está erecto, no tiene tanto éxito. Sergio Aparicio, de 24 años y responsable de Luxury Agency Dolls, dice que esta moda todavía no cuenta con mucha acogida dentro del público femenino aunque, reconoce que en la industria, las formas de las muñecas están más logradas que las de los hombres. “Estamos buscando nuevos modelos masculinos que están saliendo en el mercado, pues nuestra intención es que ellas vengan”.
Aparicio fundó el local con un amigo. Mientras viste a la muñeca para que no salga desnuda en la entrevista, comenta que es curioso que estos clientes, que buscan sustituir a la mujer real por juguetes, prefieren a las muñecas «más reales» y no a las más artificiales, que tienen las cinturas más finas o pechos de proporciones exageradas. Le pone un short negro y un top gris. No olvida las bragas. Después, listo para la entrevista, se sienta en la cama al lado de Ada, la muñeca de ojos verdes claros y cabello rubio de tono grisáceo. Ella lleva un corte moderno, parecido al que usaba Victoria Beckham cuando era una Spice Girl, pero no abre la boca, ni pestañea. Se limita a sonreír.
Luxury Agency Dolls recibe 15 reservas a la semana para el servicio que incluye las muñecas. Fabricadas en China, tienen tarifas para el alquiler que van desde los 40 euros por 30 minutos hasta los 80 por dos horas de servicio. “Las disfrazamos de enfermeras, azafatas, ejecutivas. Es decir, de todos los fetiches para que el cliente pueda fomentar sus fantasías”, comenta Aparicio. Si el cliente desea comprarlas los precios oscilan entre 1.150 y 3.000 euros. También las venden a través de la página web. Allí describen a Ada: «es una muñeca sexual de ojos verdes, una chica de largas y estilizadas piernas y dulce mirada. Es la sex doll perfecta para realizar cualquier fantasía erótica ya que su increíble atractivo guarda ese punto morboso que la convierte en un objeto de deseo para todos los hombres que saben cómo saborear…».
El material más común del que están hechas es un tipo de silicona llamada TPE (elastómero termoplástico) o “cauchos” termoplásticos. Una clase de polímeros o mezcla física de polímeros (generalmente un plástico y un caucho) que dan lugar a un componente de características similares a las de la piel humana, aunque frío. Por esta razón, las calientan con una manta termoeléctrica antes de ofrecerlas para su uso.
Aparicio explica que el proceso de limpieza tarda unos 40 minutos y que utilizan unos “productos muy efectivos que previenen contra cualquier enfermedad de transmisión sexual”.
El comentario que más hacen los clientes es “que las muñecas no se quejan”, responde Aparicio. “Es un poco machista el comentario, pero es un juguete y evidentemente no puede quejarse. Lo dicen en tono de broma. Otro de los comentarios más comunes es que es más seguro que la prostitución. Un cliente que viene aquí es un cliente menos que consume prostitución”, dice.
Suena el timbre del local. Ha llegado un cliente. Sergio pide permiso y se levanta para atenderlo. Cierra la habitación para respetar la privacidad del posible nuevo consumidor de muñecas. «Volverá en 30 minutos». Nos da tiempo de terminar la conversación.
Los dueños de este espacio coinciden en que este tipo de lugares pueden ayudar a reducir la prostitución, aunque son conscientes de las críticas que generan sobre la cosificación de la mujer.
Miren Larrázabal, psicóloga clínica, sexóloga y presidenta de Sociedad Internacional de Especialistas en Sexología (SISEX), ha contado a The Objective que lo que le preocupa de este tipo de modas es que “cosifiquemos las relaciones sexuales”.
“No tiene nada de malo que te lo pases un día bien con un juguete o con un robot, pero cuando se sustituye siempre a la persona por un robot, por una máquina o por un vibrador, se estaría genitalizando la sexualidad”. La doctora explica que la sexualidad es mucho más que la penetración. “Se trata de erotismo, de seducción y de las conexiones humanas”. Añade que aunque las muñecas y robots son producto de una sociedad “neoliberal” y mercantilista, no está en desacuerdo con el uso de este tipo de juguetes si es solo para explorar la sexualidad e incentivar la imaginación de las parejas.
Sergio Aparicio no cree que en la sociedad se haya quebrado algo para que ahora se estén comprando muñecas de compañía, “sino que son un juguete más”. “Es algo que ha evolucionado. De las latas masturbadoras que había para los hombres, se ha llegado a este juguete tan grande y voluptuoso”. Esto no sucede en Japón donde cada vez hay más, entre los ancianos, un fenómeno recurrente: adquirir muñecas sexuales hiperrealistas, para hacerlas “sus esposas”.
En España esta práctica todavía no se ha extendido, y quizá nunca lo haga. Las principales motivaciones que tienen los clientes que llegan a este burdel de muñecas son la curiosidad, “porque la persona quiere probar cosas nuevas”, así como “la compañía”. “Son personas que no se atreven a intimar en una relación con otra persona real ya sea mujer u hombre”, comenta Aparicio.