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Cultura

Qué se ha salvado y qué no en el incendio de Notre Dame

Según los expertos, la restauración alcanzará varios centenares de millones de euros

Qué se ha salvado y qué no en el incendio de Notre Dame

Dedicada a la virgen María, Notre Dame se sitúa en la pequeña isla de la Cité rodeada por las aguas del río Sena. En 1163, se colocó la primera piedra y, para 1260, ya estaba completada en su mayor parte. Sin embargo, no se terminó hasta 1345.

Durante 850 años, esta joya del arte gótico ha conseguido sobrevivir a la Revolución Francesa, guerras religiosas, dos guerras mundiales, saqueos e intentos de atentados; y ha presenciado imponente la coronación de Enrique VI de Inglaterra durante la guerra de los Cien Años y la de Napoleón Bonaparte en 1804.

El pasado 15 de abril, ocho siglos de historia con un valor patrimonial y una arquitectura incalculable que marcó la transición entre el estilo romántico y el gótico sufrieron heridas de muerte. Las llamas lo devoraban todo a su paso. Con la situación ya controlada, las autoridades alertan sobre la fragilidad del conjunto y de un posible efecto dominó ya que, según el ministro de Cultura francés, Franck Riester, “la arquitectura gótica tiene tal precisión que, si una parte se hunde, puede perturbar el conjunto de la construcción”.

Pero, ¿qué queda de Notre Dame tras el incendio? Esto es lo que sabemos hasta el momento.

Lo que se ha salvado

Aunque la situación es bastante confusa, lo que sí se sabe a ciencia cierta que ha escapado de las llamas es el conocido como ‘Tesoro de Notre Dame’, esto es, la corona de espinas y la túnica de San Luis, un fragmento de la Cruz del Calvario y uno de los clavos que sirvieron para crucificar a Cristo. Todo ha sido trasladado al Ayuntamiento de París, situado cerca de Notre Dame, y tendría que ser transportado al Museo del Louvre, informan medios locales.

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Tesoro Notre Dame en el Ayuntamiento de París. | Foto: Benoit Tessier | Reuters

Las 16 estatuas de cobre, que representan a los doce apóstoles y a los cuatro evangelistas y que fueron colocadas bajo la aguja en 1860 escaparon de las llamas milagrosamente. El 11 de abril, en el marco de la misma restauración que, al parecer, ha causado tal debacle, las efigies fueron trasladadas a Marsac-sur-Isle, cerca de Burdeos. Volverían a su lugar en 2022.

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Estatuas de cobre. | Foto: GEORGES GOBET | AFP

 

Por otro lado, según una fotografía difundida en Twitter por el padre Pierre-Hervé Grosjean, de la diócesis de Versalles, el altar y la cruz que lo preside, también estarían a salvo.

Una fotografía difundida también por redes sociales viene a confirmar que los rosetones medievales de los siglos XII y XIII, unas de las obras de arte más importantes de la estructura original de la catedral, también habrían escapado de las llamas. Se trata de tres rosetas de grandes dimensiones. La norte y la sur tienen 13 metros de diámetro y, junto a la oeste, representan a la Virgen, al Niño Jesús y al cristo Majestad. Además, incluyen vitrales de santos, ángeles y las flores del paraíso. El propio ministro de Cultura, Franck Riester, lo ha confirmado en una rueda de presna: «Las rosetones aparentemente no sufrieron daños catastróficos», recoge Le Monde.

En cuanto al gran órgano de Notre Dame, construido a partir del siglo XV, con sus cincos teclados, sus 109 juegos (conjunto de tubos) y sus casi 8.000 tubos, según ha explicado a la cadena de televisión BFM el portavoz de la catedral, André Finot, se encuentra a salvo aunque «podría haber experimentado algunos daños por la fuerte presión del agua».

Lo que ha quedado destruido 

La aguja central, de 93 metros de altura y diseñada en el siglo XIX por Viollet-le-Duc, junto con el campanario, cayeron al principio del incendio. Poco antes de las 20:00, 500 toneladas de madera acabaron reducidas a cenizas.

 

De igual forma, el armazón de madera del siglo XIII, conocido como ‘El bosque’, por las toneladas de troncos de roble que sirvieron para construirlo, ha sido totalmente destruido. Las llamas devoraron el armazón de más de 100 metros de madera.

Además, la bóveda, según Riester, «debe ser tratada cuidadosamente» ya que «hay tres agujeros importantes»; y tres cuartas partes del techo han sido devastadas. Y aunque no fueron devoradas por las llamas, sí resultaron dañadas por el agua algunas de las 50 pinturas de la serie llamada Les Grands Mays. Grandes cuadros de los siglos XVI y XVII que la corporación de orfebres parisinos regalaba cada 1 de mayo a la catedral entre 1630 y 1707. 13 se encontraban actualmente en las diferentes capillas de la nave. Su gran tamaño impidió que las pudiesen retirar a tiempo.

No obstante, a pesar de la debacle y el incalculable valor histórico reducido a cenizas, se ha logrado el objetivo marcado ayer cuando la desgracia ya era inevitable: salvar la fachada con sus dos torres. Hoy, las fotos de bomberos junto a las gárgolas suponen un alivio ante el desastre.

 

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