Amazonas de la vanguardia musical española
La música española del siglo XIX y XX también tiene nombres femeninos
La llegada del siglo XX se inicia con el acercamiento de los músicos españoles a las primera corrientes de las vanguardias históricas. Entre ellos, encontramos nombres femeninos de fuerte y marcada personalidad, que estamos empezando a conocer y valorar en estas últimas décadas gracias a las investigaciones sobre su labor profesional y su vida, y lo que es más importante, cuya obra estamos recuperando de manera activa para la vida musical.
También vinieron al mundo ya fuera de España las hijas del famosísimo cantante y compositor sevillano Manuel García: María Felicia Malibrán (París, 1808 – Manchester, 1836) y su hermana Pauline Viardot (París, 1821 – París, 1910), ambas destacadas cantantes de su época, y también compositoras. La historia de la música había contado ya en etapas anteriores con grandes nombres femeninos españoles algunos, por cierto, ya solo con recuerdo hispánico en sus orígenes, como Marianne Martínez(1744 – 1812), de familia española, pero nacida en Viena, ciudad en la que desarrolló toda su actividad musical.
Y, hablando de grandes intérpretes vocales españolas que igualmente se acercaron a la composición, no podemos olvidarnos de Isabel Ángeles Colbrán (Madrid, 1785 – Bolonia, 1845), Antonia Sitcher de Mendi, nieta de Manuel García (Talavera de la Reina, 1827 – Maisons Laffite, 1914), María Barrientos (Barcelona, 1884 – Ciboure, 1946) o Mercedes Capsir (Barcelona, 1890 – Suzzara, 1969).
El siglo XIX fue una época de afianzamiento de la mujer en el mundo musical, con algunos nombres de autoras que publicaron sus obras y, además, tuvieron un papel destacado en la enseñanza profesional.
En nuestro archivos encontramos un buen número de partituras de compositoras como Dolores Bernis de Bermúdez (Madrid, 1843 – 1904), Soledad Bengoechea (Madrid, 1849 – Madrid, 1893), Eloísa de la Parra Gil (Madrid, 1859 – ?) o Isabel Prota y Carmena.
Otros nombres de autoras del XIX entran ya decididamente en el siglo XX, como los de Aurelia Rosa Clavé (Barcelona, 1856 – 1940), y Narcisa Freixas (Sabadell, 1860 – 1926), ambas muy unidas al mundo coral, o Luisa Casagemas y Coll (Barcelona, 1863 – 1942). También en esa generación aparecen Carmen Karr de Alfonsetti (Barcelona, 1865 – 1943), y Ascensión Martínez Ramírez (Badajoz, 1868 – 1934). Autoras todas que nos han legado distintas obras, no solo en el terreno de la música de cámara, sino también en el sinfónico o en el del teatro lírico.
Hacia un nuevo siglo
En el último tercio del siglo XIX, una importante generación musical de autores fueron los encargados de iniciar la apertura de la música española hacia las primeras corrientes de las vanguardias históricas, en su caso singularmente al mundo del impresionismo musical y, posteriormente, a corrientes como el neoclasicismo: son compositores como Turina o Esplá, siempre con la figura central de Manuel de Falla.
En esa generación también brillaron figuras femeninas, sin las cuales nuestro conocimiento de la música española de la época estaría incompleto. Entre ellas podemos destacar dos nombres: María Rodrigo y Emiliana de Zubeldía. Ambas comenzaron su formación musical y su actividad creadora en España, pero acabaron sus días en Hispanoamérica:
María Rodrigo (Madrid, 1888 – Puerto Rico, 1967) estudió composición primero en el Conservatorio de Madrid y después en Munich, iniciando en 1933 su labor pedagógica en el conservatorio de su ciudad natal, trabajo interrumpido por la Guerra Civil, que motivó su exilio primero en Colombia y después en Puerto Rico, donde falleció.
Su catálogo es muy amplio, abarcando no solo un buen número de obras de cámara, sino también tres óperas y dos zarzuelas junto con una serie de partituras sinfónicas.
Emiliana de Zubeldía (Salinas de Oro, Navarra, 1888 – México, 1987) estudió en Pamplona, Madrid y París, mantuvo una intensa actividad como pianista y fue directora de orquesta, compositora y pedagoga. Desde los años treinta se afincó en México, donde llevó a cabo una gran labor docente hasta su muerte.
En el mismo año que María Rodrigo o Emiliana de Zubeldía nacía Emma Chacón Lausanca (1888 – 1955), que tras los primeros años de su carrera, en los que destacó como pianista, realizó después un buen número de obras de cámara.
Otras figuras a destacar en esa generación son María Luisa Chevalier Supervielle (Madrid, 1869 – 1951), María Luisa Ponsa (Barcelona, 1878 – 1919) y Onia Farga (Barcelona, 1882 – 1936).
Las compositoras de la Generación del 27
Serían los autores de la llamada Generación Musical del 27, por su paralelismo vital y cronológico con los escritores del mismo nombre, los encargados de introducir decididamente los lenguajes de las vanguardias históricas en nuestra música, y no solo con los ecos de París, sino también con el conocimiento del expresionismo centroeuropeo.
En esta generación brillaron los nombres de algunas destacadas mujeres: quizás las figuras más recordadas de entre ellas sean Rosa García Ascot (Madrid, 1906 – 2002) y María Teresa Prieto (Oviedo, 1910 – 1982), que tras la Guerra Civil partieron al exilio.
Rosa García Ascot tuvo un destacado papel en las actividades del Grupo de los Ocho, ya fuera en su faceta de pianista o en la de compositora. Son pocas las partituras que hoy nos quedan de ella, pero las que conocemos nos sirven para constatar una fuerte personalidad y un buen conocimiento de los lenguajes de la vanguardia, pasado además por el tamiz de un toque hispánico, gesto este tan querido por los compositores del 27.
La asturiana María Teresa Prieto se afincó en México, país donde realizó prácticamente toda su obra y del que ya no regresó. En su evolución estética caminó desde unos inicios nacionalistas y modales hasta la asimilación a finales de la década de los cincuenta del dodecafonismo.
Otra de las figuras más destacadas de esta Generación del 27 fue la madrileña Elena Romero (Madrid, 1907 – 1996): destacó pronto como pianista con numerosos recitales, y posteriormente como directora de orquesta y compositora. En sus inicios, su música presenta un corte nacionalista, con toques impresionistas en muchas ocasiones, si bien en sus últimos años introdujo aspectos más atonales en su creación.
En estos mismos límites cronológicos de la Generación del 27 seguimos encontrando figuras de gran interés en la composición: entre ellas Montserrat Campmany (Barcelona, 1901 – Buenos Aires, 1995) o María de Pablos (Segovia, 1904 – Madrid, 1990). La figura de esta última destacó pronto en la composición y llegó a obtener incluso el Premio Roma, aunque dejó de componer joven tras sus prometedores inicios.
María Teresa Pellegrí (Barcelona, 1907 – 1995) pertenece cronológicamente a esta generación, si bien su catálogo se acerca más a épocas posteriores pues, tras estar muchos años apartada estudiando las corrientes musicales del siglo XX, dio a conocer su música a partir de 1970.
Y finalizamos estos breves apuntes recordando algunos nombres importantes también en esos inicios del siglo, si bien ya pertenecientes a la posterior generación musical: Carmen Santiago de Merás (Oviedo, 1917 – Madrid, 2005), pianista, compositora, docente, que fue profesora de Solfeo en el conservatorio madrileño; la valenciana Matilde Salvador (Castellón, 1918 – Valencia, 2007), con un catálogo muy amplio, con distintas obras para la escena, y docente en el conservatorio valenciano; la también valenciana María Teresa Oller (Valencia, 1920 – 2018), de amplia e intensa actividad como folklorista y musicóloga; la catalana María Teresa Borrás (Manresa, 1923 – Mataró, 2010) o Montserrat Mikofalvy (Palma de Mallorca, 1929 – Portals Nous, 2012).
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.