Mad Cool Día 1: Baja afluencia y Ms. Lauryn Hill casi se marca un 'Massive Attack'
El primer día ‘oficial’ del Mad Cool dejó una jornada casi perfecta… si no eras el organizador y estabas esperando a 75.000 personas
La primera jornada oficial del Mad Cool ha sido maravillosa. Probablemente esa es la opinión de todos los que no son parte de la organización del festival que esperaban 75.000 personas y se quedaron cortos por la nada desdeñable cifra de 28.000 humanos (algunos hablan de 30.000). Como asistente, ojo, poco de lo que quejarse: cero colas, proximidad inédita a los escenarios y, algunos conciertos francamente memorables.
Desde que los anuncios escalonados de incorporaciones al cartel dieron paso al afiche con las bandas organizadas por día con sus respectivas cabezas de cartel, más de uno levantó la ceja al ver a Bon Iver encabezando la primera jornada. No Chemical Brothers, no Vampire Weekend, Bon Iver. «Tal vez ellos saben algo que nosotros no sabemos», pensé. Tal vez va a ser que no. También puede ser que parte de los tropezones organizacionales del año pasado (franco caos en la entrada el primer día y la ausencia no avisada de Massive Attack el segundo día) hayan pasado factura. Y vaya qué factura.
Musicalmente, insisto, poco de lo que quejarse. Excepto por Ms. Lauryn Hill y su aparición en el escenario 28 minutos después de lo pautado. Tiempo que fue amablemente amenizado por Dj Reborn, una chica muy maja que con mucho estilo pinchó desde hip hop hasta Bowie pasando por el reggeatón de Rosalía, pero que nadie estaba esperando, ni queriendo ver, ni entendiendo qué hacía ahí. Está bien que Lauryn al final apareció, algo malhumorada y mandona, pero que lo de Massive Attack el año pasado sirva para algo: comunicación. Los retrasos existen, Ms. Hill es famosa por ellos, pero ante la falta de un anuncio oficial y con el precedente del año pasado la gente temió lo peor y muchos prefirieron desertar e ir a ver a Iggy Pop.
La gente que resistió para verla actuar por primera vez en Madrid disfrutó mucho de uno de los discos más míticos de las últimas décadas, visuales poderosas y no les faltó Killing Me Softly que fue el tema con el que cerró su presentación.
«Fucking thanks for coming. Fuck, fuck, fuck»
Sí, podrían ser las palabras de la organización a los asistentes, pero no, fue la frase que Iggy Pop repitió varias veces a lo largo de su concierto. El eternamente descamisado no defraudó para nada. Cojeando un poco y a veces notablemente agotado lo dio todo en un escenario que le quedó decididamente pequeño. Con una banda muy completa, el veteranísimo Iggy, interpretó éxitos como The Passenger, Lust for Life, Mass Production y Sweet 16, e incluso se atrevió con una versión de Sin City de David Bowie.
También en el escenario ‘Comunidad de Madrid’, el alucinógeno Perry Farrell y su Kind Heaven Orchestra cantaron, tocaron y bailaron para un público muchísimo más reducido, pero que probablemente la pasó como nunca, era casi tenerlos invitados a tu fiesta de cumpleaños en un jardín. El ex Jane’s Addiction, más hippie que nunca, interpretó muchos temas de su nueva propuesta musical Kind Heaven, como Pirate Punk Politician, una canción dedicadísima a Trump, pero dejó colar un par de clásicos tanto de Porno for Pyros como Pets y de Jane’s Addiction como la icónica Jane Says.
Mientras tanto en el escenario secundario, un Noel Gallagher, con expresión grave, tocó sus temas propios, algunos de sus clásicos con Oasis en versión diluida como Don’t Look Back in Anger y cerró con All You Need is Love de The Beatles para dar paso a una de las presentaciones más solvente de la noche: Vampire Weekend, la banda neoyorquina liderada por Ezra Koenig, quienes hicieron bailar (¡y despavilarse!) en el escenario principal a fanáticos y curiosos de su peculiar propuesta de pop indie con ecos jamaiquinos que recuerda un poco al Graceland de Paul Simon (un poco, sí, solo un poco). Sonaron éxitos de Vampire Weekend y Contra, los álbumes que los lanzaron a la fama, pero la propuesta visual estaba centrada en su último álbum: Father of the Bride.
Finalmente, The Chemical Brothers puso el punto final a la jornada, y lo puso en uno de los anillos de Saturno, que fue a donde trasladaron a los fans más fieles que esperaron hasta las 2:55 de la mañana (¡un jueves!) para poder bailar con el maravilloso espectáculo musical y visual del dúo electrónico inglés. Tal y como lo hicieron recientemente en Glastonbury, los Chemical hicieron que el público no parara de bailar durante un show que se extendió hora y media, y que incluyó muchos temas de su No Geography, pero también los clásicos Hey Girl, Hey Boy, Push the Button, y Galvanize. Valió completamente la pena el trasnocho.
¿Y Bon Iver?
Pues sí, tocó y la gente lo vio y lo disfrutó, muchos de ellos sentados, chilling, pero honestamente creo que fue una elección de actuación principal extraña, por decir lo menos. Bon Iver es sin duda un músico sólido, profesional, popular… ¿pero cabeza de cartel de un festival pop/rock a las 22:30 de la noche en donde en la misma noche tenemos también a Vampire Weekend y a Chemical Brothers? No. Eso probablemente no.
Mención especial a la mini-Hendrix, la australiana Tash Sultana, quien fue la primera artista del escenario Mad Cool y que a pesar de no ser particularmente conocida en España logró enganchar al público tempranero del festival con su virtuosismo, su versatilidad y su psicodelia del siglo XXI.