Estopa: "Creerse artista por hacer canciones es un error, nosotros seguimos siendo unos flipados"

Parece mentira pero, sí, ya han pasado 20 años, ¡20!, de aquella tarde tonta y caliente en la que los hermanos Muñoz tuvieron un piñazo con un Seat Panda por culpa de la raja de una falda; 20 años los que Estopa lleva partiendo la pana sin pastillas de freno avalados por las cifras. Más de cuatro millones de discos vendidos e incontables sold out que los han situado como uno de los máximos referentes de la rumba urbana y catalana del panorama español.

Así, dos décadas después de aquel primer disco en el que el tiempo parece no haber pasado por ellos por algún extraño pacto que han hecho con el diablo –salvo por alguna cana rebelde, los de Cornellá de Llobregat se conservan como si tal cosa– Estopa estrena nuevo trabajo, ¡ya el noveno!, de su carrera, ‘Fuego’, que ya salió a la venta el pasado 18 de octubre. 

En este vídeo, un minuto a contrarreloj con Estopa donde nos hablan de sus mayores placeres, sus miedos y sus manías.

Son las 16:00 de la tarde, quedamos con José y David Muñoz en el scape room que lleva por nombre el de este nuevo disco y que se encuentra a sólo diez minutos de la céntrica Plaza España de Madrid. La sobremesa parece que se les ha alargado.

–¡Perdón, perdón, qué mala hora. La de la siesta! –dice José con el desparpajo y humor que le caracteriza entrando atropelladamente en el lugar de la entrevista.

David llega cinco minutos después. Y ya con todo en vilo, microfonados y con las cámaras grabando, comenzamos a charlar sobre ‘Fuego’, una docena de temas nuevos que nos siguen atrapando con sus crónicas tan personales como costumbristas. «Es, sin duda, el disco más rico y variado musical, rítmicamente; un disco muy inspirado, poderoso y luminoso«, explica David. A lo que agrega José: «Había la posibilidad de hacer un recopilatorio de temas anteriores para las nuevas generaciones, pero hemos preferido mirar al futuro». Porque eso sí, ni rastro en este trabajo de grandes éxitos pasados.

–Qué poco nostálgicos habéis estado. ¿Estáis cansados de alguno de vuestros himnos como ‘La raja de tu falda’, ‘Partiendo la Pana’ o ‘Como Camarón’? –pregunto a quienes allá por 1999 se presentaron con un estilo propio que revolucionó la rumba catalana y la actualizó mezclando e incorporando géneros y sonidos hasta entonces ajenos–.

-José Muñoz: Estuvimos un tiempo un poco hartos de la ‘La raja de tu falda’ y hubo una gira que no la tocamos. Pero luego nos dimos cuenta que era una estupidez, porque nos lo pasamos muy bien cantándola y la gente disfruta con ella. Así que tiene que ser siempre un fijo en el lote.

-David Muñoz: Es un sentimiento que no podemos abandonar, pero en este trabajo hemos apostado por nuevos temas.

Fieles a su estilo, a la fórmula de su éxito, «más de rap que de trap», y «más de reggae que de reggaeton», rumba que te rumba y suma que te sigue, los Muñoz están convencidos de que este nuevo disco también tendrá buena aceptación entre jóvenes y no tan jóvenes. Porque si hay algo que caracteriza a Estopa es saber embaucar a todas las generaciones. En sus conciertos es un habitual encontrar a padres e hijos gritando y saltando al unísono, colgados de dos chavales que aseguran seguir siendo unos «flipados».

«Nos seguimos flipando con cualquier tontería, y ese ‘flipamiento’ es contagioso», mantiene José sin disimulos, sin fisuras. David sostiene esta afirmación y agrega: «Creerte que eres un artista porque hagas canciones es un error, pero soñar con hacer cosas chulas y que sean divertidas y a la vez ponerle un poquito de poesía es lo que conseguimos».

Y es que José y David, pese a 20 años de fama y éxitos, aseguran seguir siendo dos tipos de barrio, adictos a los videojuegos, runners, swimmers, con los mismos amigos que en la infancia y, sobre todo, dos chavales «con los pies en el suelo». Porque, aseguran, no olvidan sus orígenes humildes, de padres de clase obrera originarios de Zarza Capilla, Badajoz, que emigraron a Cataluña para regentar un bar llamado La Española.

«El habernos criado en Cornellá, que es un barrio obrero, donde la gente es tan normal, sin tonterías, hace mucho. Nos puede cambiar la voz, la manera de pensar, podremos tener hijos, y eso es inevitable, pero las cosas que nos gustan y no nos gustan siguen siendo las mismas. Nuestras adicciones tecnológicas y las no tecnológicas, siguen siendo las mismas», cuenta el mayor de los Muñoz.

Su primer sueldo derivado de la música, «unas 5.000 pelas para los dos» que ganaron cantando en La Bodegueta de Viladecans, –el bar sin nombre de ‘La raja de tu falda’– «cuando aún no teníamos disco, ni discográfica, ni nada», se lo gastaron de fiesta esa misma noche. «Yo creo que el dinero no llegó ni a las tres de la madrugada», recuerdan los dos hermanos con una complicidad envidiable.

Entonces eran unos gamberros con talento, «bastantes inconscientes» con lo que les estaba cayendo encima. Dejaron la fábrica en la que trabajaban produciendo piezas para automóviles y donde comenzaron a gestar sus primeras canciones, para entregarse de lleno a la música. «Fue como si nos hubiese tocado la lotería», recuerdan.

– ¿Y vuestros padres, qué pensaban de esa ‘lotería’ que le había caído no solo a un hijo, sino a dos?

– JM: Nadie confiaba en nosotros, ni siquiera nuestros padres. Nadie creía que esto iba a ser nuestro trabajo definitivo.

–DM: Nuestros padres nos apoyaban, pero con sus miedos. Nos advertían que en este mundo había mucha droga, y yo pensaba: «Ay, papá, si tú supieras lo que hay fuera de la música». En Cornellá los niños de mi época tuvimos el mejor anuncio antidroga, allí estaban los yonkis de la época. Veíamos a los jóvenes rollo ‘The Walking Dead’ y yo pensaba: «El champú que él está usando no lo quiero para mí». Nos hemos escapado por ahí, pero si hubiésemos sido de esa generación hubiésemos caído seguro.

Ahora, los Muñoz, a los cuales antes les inspiraba la raja de una falda y ahora solo piden que «la inspiración les llegue con una guitarra en la mano y una grabadora», se preparan para el arranque de su gira que comenzará el 15 de noviembre en Pamplona, y culminará el 28 de diciembre en A Coruña. De esta forma, arde otra vez el espíritu indomable, silvestre, bravío de Estopa con historias suyas que son las nuestras.