‘El destape en el quiosco’: Las revistas y cómics que alegraron la vista de los españolitos morbosos
¿Cómo eran las revistas y cómics que, desde el final de la dictadura franquista, fueron invadiendo los quioscos de España, mostrando todo aquello que durante años había estado prohibido?
Guillem Medina comenta que el destape —término acuñado por el periodista Ángel Casas— fue un fenómeno “básicamente machista y hetero en el que lo que importaba era ver señoritas desnudas y los señores eran un simple florero acompañante”. Pero también tiene claro que el sexo es un negocio que mueve montañas y que, por esa razón, el destape resultó tremendamente rentable (al menos, durante los años de la transición a la democracia) para muchos productores de cine, editores y quiosqueros.
El periodista y fotógrafo catalán ha publicado El destape en el quiosco. Revistas y cómics que revolucionaron nuestra libido (Diábolo Ediciones), un gran homenaje a todas esas revistas y cómics eróticos que, desde el final de la dictadura franquista, fueron invadiendo los quioscos de España, mostrando todo aquello que durante años había estado prohibido.
Publicaciones satíricas como El Papus (1973-1987), que apeló siempre a la crítica costumbrista y social para arremeter contra la Iglesia, los políticos, el cine y las costumbres de la época; o El Jueves, que se ha apoyado siempre en las series cómicas para ironizar hacia ciertos sectores de la sociedad y hacer las delicias de sus pajilleros seguidores con tiras de corte erótico como ‘Clara…de noche’ —sobre la vida y miserias de una prostituta callejera—.
En palabras del autor, su libro es un repaso ameno “de una época muy concreta y de unas publicaciones que forman ya parte del pasado, de un fenómeno social que permitió desarrollar el arte de directores y guionistas y encumbró a actrices para posteriormente relegarlas al olvido, de una ventana que sirvió para dejar entrar un caballo de Troya llamado sexo y otros muchos conceptos, incluida una cierta normalización del movimiento homosexual”.
Hasta que surgió la primera publicación periódica de contenido erótico —con Franco aún vivo—, la única forma que tenían los españoles de ver una revista o cómic con desnudos integrales era viajando a otro país y consiguiéndola allí. ¿Es cierto que las primeras revistas que enseñaron cacho en España fueron las del corazón?
Pues, curiosamente, a mediados de los años setenta, revistas como Garbo o Diez Minutos empezaron mostrando famosas ‘en la intimidad’, que quería decir ligeras de ropa (casi siempre), en bikini cerca de la piscina (cuando la tenían), o en camisón o con un ligero picardías. También revistas más ‘serias’, como Fotogramas, empezaron a poner chicas ligeras de ropa en su portada con el fin de atraer a más público, y acabaron mostrando desnudos integrales. Eso no quita que fuese una de las mejores plataformas para todas esas ‘starlettes’ que empezaban en el mundo del cine o el famoseo y querían abrirse camino, aunque fuese mostrando todos los rincones de su anatomía.
Cuando (la hoy ya desaparecida) Interviú llegó a los quioscos por primera vez, en mayo de 1976, algunos la tildaron despectivamente de “otra revista de destape con cuatro noticias”. ¿Cómo logró lidiar esta publicación con la censura?
La denominada censura que en los tiempos del dictador Franco fue bastante severa, a su muerte parece que se relajó un tanto. Aunque aquello era como una lotería, que a unos les tocaba y a otros no tanto. No podemos olvidar que los censores eran personas y, como tal, fácilmente influenciables o sobornables, así que algunas revistas o empresas tuvieron menos problemas a la hora de colar según qué contenidos. Interviú fue un caso aparte porque, en principio, su contenido era más político o social-morboso, pero el principal reclamo siempre fue la chica de portada, como así lo atestiguan los números, que aumentaban la tirada de forma increíble cuando aparecía una famosa desnuda como Marisol o, años más tarde, el caso de Marta Sánchez, y no vendían ni un número si ponían un político en portada.
Luego aterrizaron en España las grandes publicaciones internacionales del sexo, como Playboy o Penthouse. ¿A qué dificultades se enfrentaron estas revistas?
Las revistas internacionales llegaron un poco más tarde, cuando el problema no era tanto la censura, sino que estaban dedicadas a un tipo de público que no existía en España, mostrando un universo de coches lujosos, viajes de ensueño y ropa de marca muy sibarita.
¿Cómo fue evolucionando, con el paso de los años, lo que estaba permitido enseñar (y lo que no) en una revista?
Fue un proceso gradual, pero bastante rápido. Primero, algunas revistas mostraron chicas ligeras de ropa, en bikini, bañador o ropa interior. Después, desaparecieron los sujetadores y se mostró algún pecho furtivo. Y, posteriormente, llegó el protagonismo del culo y la cosa acabó en el desnudo integral frontal, trasero y lo que hiciera falta.
Cuentas en el libro que el fenómeno del destape se fue desinflando en los siguientes años —de hecho, de los centenares de revistas aparecidas en 1976 y 1977, en 1981 apenas sobrevivían una docena—. ¿A qué se debió esta circunstancia?
El destape fue como cuando agitas una botella de champagne, que toda esa presión que hay en el interior sale disparada como una explosión, pero después todo queda en nada. Eso fue un poco este fenómeno. A principios de los años ochenta, en cuanto el público se hartó de ver y consumir el porno ‘en papel’ quiso más y eso llegó con las salas X. Fue un proceso un tanto rápido, pero también fue un negocio muy boyante para algunas editoriales ya consolidadas y para otras que surgieron de la nada. Lógicamente, con la aparición del vídeo casero y posteriormente internet, el porno dejó de ser un bien anhelado para convertirse en un hobby casero de fácil acceso gratuito.
¿Crees entonces que hoy ya no tendría cabida una publicación de este tipo en España?
Actualmente, la gente ya ni lee ni compra revistas de forma asidua, por lo que el negocio editorial está francamente de capa caída. Atrás quedaron los pagos millonarios que ofrecía Interviú a la famosa de turno por desnudarse, una estrategia que se vio que con el tiempo no salía rentable debido a las bajas ventas. Así que cuando desnudaron a la mayoría de las ‘grandes hermanas’ o ‘tronistas’ de turno, se quedaron sin su principal ‘fuente de carne’. Y el público tampoco estaba ya interesado en ellas.
De todas las historias sobre estas publicaciones que has ido descubriendo durante tu investigación, ¿cuál es la que más te llamó la atención?
Personalmente, mi parte favorita del libro es la dedicada al cómic, que también se publicó en gran abundancia. La mayor parte de una calidad infumable, pero también aquí se podían encontrar perlas raras maravillosas. Soy muy fan del arte de Leone Frollo, autor de Blancanieves y los siete enanos viciosos o Crónicas de un burdel; tiene un trazo muy elegante. Pero bueno, la mayoría de material gráfico llegaba de Italia y allí tenían grandes dibujantes dedicados al erotismo. Y en cuanto a revistas, destacaría la evolución de Party, que empezó (en 1977) mostrando el mundo del famoseo del Paralelo, para convertirse en la primera revista filo-gay con desnudos masculinos y de travestís. Y acabó siendo una revista puramente gay. Muchos homosexuales de la época agradecieron poder recrearse la vista, aunque fuese medio a escondidas.