Sofía Nayeli Bazán, la joven escritora que nos traslada a los horrores de La Bestia
«Es mucho más común leer sobre lo que pasa después que sobre los peligros de antes y yo creo que es tan importante el camino como el destino»
Con solo 17 años, Sofía Nayeli Bazán, una joven española que ha crecido en México, ha conseguido trasladarnos a los infiernos del tren de La Bestia, también llamado «el tren de la muerte» o el «devoramigrantes».
En su novela La Bestia, con la que ha ganado el premio Jordi Sierra i Fabra, narra a través de la protagonista, Andrea, la historia de cientos de miles de migrantes que cada año se juegan la vida para cruzar a Estados Unidos en un tren en el que se arriesgan a ser robados, violados, secuestrados o asesinados, eso si no mueren intentando subir.
Un tema de una dureza tal que sorprende que haya sido elegido por una adolescente para su primer libro publicado. «Cuando fui a Chiapas de vacaciones no me tocó ver la Bestia, no me tocó ver el tren como tal, pero sí que vi migrantes andar por las carreteras o cruzar el río Suchiate en pequeños barquitos, y fue ahí donde decidí escribir sobre la Bestia», nos cuenta la joven escritora.
Sobre por qué decidió centrarlo en el camino a bordo de este tren para cruzar México y no en las historias de antes o después, Sofía explica que «es mucho más común leer sobre lo que pasa después que sobre los peligros de antes y yo creo que es tan importante el camino como el destino».
Al tren suben cada año entre 400.000 y 500.000 personas y no hay datos de cuántas consiguen cruzar el país sin ser atacadas por las maras, secuestradas, violadas, o sin morir al caer del tren mientras dormían. Todo estas situaciones las narra Sofía a través de los ojos de Andrea, un personaje de ficción que bien podría ser real.
La mayoría de estas historias se desconocen, sobre todo las que acaban en tragedia, y las víctimas acaban siendo un número en una fosa común. «En muchos casos, como son inmigrantes ilegales, no tienen papeles, no tienen a nadie a quien contactar, no llevan el nombre de nadie a quien llamar. También, como muchas mafias son las que encuentran los cuerpos, en muchos casos también venden los órganos, se pierde el registro, no hay una cuenta de todo eso», explica la escritora.
Para crear a Andrea y transmitirnos su miedo, su angustia, su rabia, Sofía se documentó durante un tiempo a través de varias fuentes. «Leí muchos artículos en periódicos, también hablé con una amiga de mi madre de México, que es periodista y además ha trabajado con poblaciones indígenas y con inmigrantes y ella también me contó algunos datos más específicos. También mi abuela, que siempre ha sabido mucho sobre La Bestia, me contaba alguna cosa y cuando empecé a escribirlo le pedí ayuda y me fue aclarando algunas dudas que tenía».
Su otra abuela también es en parte culpable de este libro, aunque de una manera más indirecta. Fue ella quien desde muy pequeña le enseñaba a leer en los veranos y logró que le picara el gusanillo por la lectura. «Fue ahí cuando empecé a leer y desde que empecé no he parado, siempre he tenido algún libro entre mis manos, siempre he tenido esas ganas de descubrir nuevos mundos».
Algo que no es muy común entre la gente de su edad. Bueno, desgraciadamente ya no es tan común ni entre los de más edad. «Yo creo que esto pasa por diversas razones», dice la autora. «Una de ellas es que no encuentran el libro adecuado, porque cada quien tiene un estilo diferente, cada quien prefiere unas cosas más que otras». Otra, que «como ya está tan normalizado que la gente haga otras cosas en vez de leer, quieren, por decirlo así, pertenecer al grupo, entonces prefieren ocupar su tiempo en otras actividades aunque en el fondo sí que les gustaría leer».
Sofía, que está cursando segundo de Bachillerato, cree que los institutos deberían hacer un poco más para fomentar la lectura. «Yo siento que en el momento en que te imponen una lectura ya no la sientes, por lo menos desde mi punto de vista, no la disfrutas tanto como si la hubieras cogido con tus propias manos», argumenta. «Una cosa que sí se podría hacer es dar varias opciones. Está claro que sí que hay que leer los clásicos, pero en primero o segundo de la ESO, poner El lazarillo de Tormes, a lo mejor a muchos niños no les gusta».
Ella, que hace tiempo que no suelta los libros, ahora lo que quiere es seguir escribiendo mientras estudia la carrera de Psicología, a la que quiere entrar el próximo curso. «Una de las razones por las que elegí esta carrera es precisamente porque puedo compaginar bien la escritura con la carrera y con el trabajo».
Sobre cómo ve su futuro como escritora, Sofía quiere «probar de todo, quiero intentar ver en qué género me desarrollo mejor y cuando haya probado un poco de cada género, decidir con cuál me quedo». Aunque siente que escribe «mejor el realismo», Sofía ha crecido leyendo fantasía, «Laura Gallego es mi inspiración desde que era muy pequeña». Por eso, no quiere descartar ningún género y dedicarse, al menos un tiempo, a explorar.