Enrique Bunbury: de caminos, sonidos y levitaciones
El undécimo trabajo del exintegrante de Héroes del Silencio prolonga una especie de ida y vuelta. De trazar caminos y volver a retomarlos. De un paisaje tumultuoso, a ratos sosegado, a ratos violento
En un ansia de volar y de superar las limitaciones físicas —que ahora parecen lejanas—, Enrique Bunbury (Zaragoza, 1967) ha levitado de forma figurada. En esa movilidad simbólica —o musical— acaba de lanzar Curso de levitación intensiva. Intensiva porque es su segundo álbum de estudio en menos de un año. Solo siete meses de diferencia.
Los versos resuenan como un eco de protesta. Con canciones con las que asciende hacia la catarsis de la levitación. «Es un disco que considero urgente, que necesitaba sacar, que pensaba que las canciones tenían que salir en 2020 porque hablan de una forma o resuenan de alguna manera con respecto a esto que nos ha ocurrido a todos».
¿En vivo o en streaming? El consumir música a distancia está a la orden del día desde hace varios meses. El propio músico reconoce que, cuando inició la pandemia, se resistía a hacer conciertos online. «Considero que la música y los músicos deben cobrar por su trabajo. Considero que ofrecer la música como la estamos ofreciendo en streaming, en plataformas como Spotify o Apple, ya es regalar la música. Luego, regalar los conciertos me parece el colmo de los colmos».
Curso de levitación intensiva es, en palabras del maño, un trabajo transitorio. Que da cierre a una época donde el eclecticismo, donde las vibras al post-glam y la inspiración de Nick Cave es palpable. Con contrastes orgánicos incluidos e innovación jazzística. «Es un disco que cierra este periodo de los últimos cuatro años. Me lleva en una dirección que intento intuir, pero que no sabría definir todavía. Estoy saliendo de esta etapa contemporánea y estoy yendo hacia un nuevo lugar», señala Bunbury.
Alguno podría pensar que las diez canciones del aragonés son rescates y rarezas, por aquello de lanzar dos álbumes en un lapso de siete meses. Pero no es así. Bunbury se aparta —de manera natural— del camino que venía labrando en trabajos anteriores. Aunque la electrónica siga siendo la imagen corporativa. «En esta situación global hay, digamos, muchos prismas que tocar. Muchos debates que deberían estar abiertos y que de alguna forma en los textos de este disco resuenan y tienen una conexión con este presente».
El undécimo trabajo del exintegrante de Héroes del Silencio prolonga una especie de ida y vuelta. De trazar caminos y volver a retomarlos. El paisaje tumultuoso —a ratos sosegado, a ratos violento— en el que nace el elepé es la necesidad de dar otra vida a unos conciertos aplazados. «Existe este disco porque mi mánager, cuando comenzó a cancelarse la gira, me propuso la posibilidad de entrar al estudio y me pareció una idea maravillosa. Es un disco que no hubiera existido de otra manera, al grabarlo en estas circunstancias decidí que estuviera empapado de todo lo que estábamos viviendo».
En este contexto de crisis sanitaria, en el que la cultura no encuentra un futuro inmediato a la vuelta de los conciertos físicos, Bunbury remarca la escasez de discos y artistas pronunciándose sobre estos «momentos confusos y complicados». Y añade: «Me extraña mucho el silencio cultural que ha habido en 2020. Tengo mucha esperanza en que 2021 no sea así y que la gente empiece a hablar».
En esa purificación personal y de creatividad lírica, el artista apuesta por la crítica en temas como ‘El precio que hay que pagar’ o ‘Malditos charlatanes’, esta última acerca de las redes sociales. El músico reitera que está intentando «no caer en tentaciones» y realizar conciertos «caseros y gratuitos sin una calidad mínima». Así, Bunbury ofrecerá una sesión de presentación online de este trabajo «cuidada» el próximo 24 de enero.