Rayden: «Nos estamos poniendo las pilas los que nos dedicamos a la cultura para que España no se quede sin ella»
Hablamos con el cantante, que acaba de lanzar su disco ‘Homónimo’, el fin de una trilogía y de una etapa
Se llama David Martínez Álvarez, tiene 35 años y lleva más de 15 años haciendo música. Hablamos de Rayden, que acaba de lanzar su disco Homónimo, el fin de una trilogía y de una etapa en la que el artista buscaba ir de dentro hacia fuera con la palabra como «fuerza unificadora de un todo».
En sus canciones hay amor y desamor, sí, pero también hay «cosas más sesudas», como nos cuenta en una terraza en pleno centro de Madrid minutos antes de presentar su disco ante los medios de comunicación. «También tengo un punto de vista crítico, que aunque sea de manera elegante y juguetona, ironizando, me gusta mostrar también en mis temas, que no todo es que si te quiero que si te desquiero».
«A veces el destino es tan irónico que gente que no pega ni con cola rompe el tópico». Eso canta en su canción La mujer cactus y el hombre globo, que ya se había colado en las cabezas sus fans días antes de que saliera el disco. «Creo que tenemos que trabajar un poco las inseguridades, porque eso es lo que trae a todo, incluso a ser cerrados de mente», explica. «Creo que la mayor parte de las cosas tenemos que vivirlas por nosotros mismos para saber darle el valor que tienen en nuestra vida», añade.
Rayden es de los que en sus letras deja caer a menudo mensajes políticos, sociales, de manera sutil, a veces irónica. «Aprovechan el revuelo, cuando ven la red arder; el odio para el pueblo y ellos lo saben hacer muy bien, las manos hacia el cuello que de algo tienen que comer». Así se expresa en Dios odio, y así critica a quien usa el odio para polarizar la sociedad: «Tengo 35 años y no he descubierto nada para lo que me haya servido el odio, pero hay gente que sí ha descubierto para qué sirve: para enfrentarnos entre nosotros y que todo el rato estemos buscando culpables».
No se muestra optimista ni cree que este aspecto oscuro de nuestra sociedad vaya a cambiar en un futuro próximo: «Cada vez tenemos más miedo de que se olviden de nosotros y de nosotras y esto lo compensamos con una susceptibilidad desmedida, siempre buscamos señalar lo que hacen los demás para hacernos notar».
Aunque él sí aprovecha sus canciones para sacar la indignación por ciertos temas o hacer crítica social, no considera que sobre los artistas deba recaer la responsabilidad de medir siempre lo que dicen, escriben o cantan. «Cada uno que haga lo que le nazca, creo que es lo mejor que pueden hacer, lo que les nace porque es algo sincero».
Además, Rayden cree que la música ya no tiene el poder de «germinar el cambio», sino que es más bien «un refugio» individual. «A lo mejor antes sí, ahora tal como se consume no creo yo que tanto, sí que sirve como refugio para personas, a nivel unidad, creo que sirve para poner palabras a cosas que no saben definir por sí solas».
Esa necesidad de la música, de la cultura en general, como refugio, se vio especialmente durante el confinamiento. Lo que muchos creyeron que iba a despertar la consciencia sobre la importancia de la música parece haber quedado en nada y la industria musical sigue, un año después, luchando por salir adelante. «A nivel de cultura tenemos una problemática con algunos ministerios, que hasta que no tomen cartas en el asunto y no se den cuenta de que no lo están haciendo del todo bien, hay un problema, porque ahí no vamos todos a una», critica Rayden. «¿Que se volverá a la normalidad? Claro, pero es que ahora estamos haciendo el doble no por la mitad, por un cuarto, nos estamos poniendo las pilas toda la gente que nos dedicamos a la cultura para que un país no se quede sin ella y porque también es nuestra forma de ganarnos la vida».
En su opinión, el futuro de la industria musical depende de «lo que tarde en darse cuenta gente como Uribes de que estamos en una situación muy peligrosa», porque «aún se está a tiempo, pero a lo mejor algo que desde que acabó el franquismo se lleva levantando como es la industria musical española, hasta ahora que es uno de los circuitos más importantes de Europa, se lo carguen de un plumazo y que quedemos en la mendicidad cultural».
Sobre lo que sí es más optimista es acerca de su futuro y su nuevo disco. Tanto, que no le da miedo lanzarlo en esta época de incertidumbre en la que todo tipo de actos presenciales como los conciertos están en duda. «Yo tengo confianza plena en el público, tanto para que sea la voz cantante de un disco», dice en referencia a dos de sus nuevos temas, Himnostalgia y El himno del centenario, en los que han participado sus fans con sus aportaciones. Por eso, tiene claro que lo bueno que a él le ha dado esta pandemia es «este disco».
Lo que también nos ha dejado claro es que no va a cumplir lo que había dicho en varias ocasiones que pensaba hacer cuando cerrara esta etapa: cambiarse el nombre. «Al final no porque si no mi banda me mata», dice entre risas. «Yo quería, pero también es cierto que mi banda me ha mostrado una lealtad siempre increíble y que están apostando todo por mí, entonces yo no puedo hacerlo, encima con la batalla que tenemos siempre con el algoritmo», explica. «Era una paja mental que me tenía que haber callado, pero soy un bocazas y lo digo y luego está ahí la fe de erratas».
En este vídeo, Rayden responde a nuestras 11 preguntas random: