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Jefes que dan miedo, millennials que no saben lo que hacen y otras patrañas de Silicon Valley

La periodista de la revista New Yorker, Anna Wiener, relata su paso por las sombras tecnológicas de Silicon Valley en su libro ‘Valle inquietante’

Jefes que dan miedo, millennials que no saben lo que hacen y otras patrañas de Silicon Valley

Christin Hume | Unplash

Anna Wiener cambió el trabajo precario como asistente editorial por la vida elegante, innovadora y liberal de una startup en Silicon Valley. Estos cambios son narrados en Valle inquietante (Libros del Asteroide, 2021), donde la narradora y ahora periodista de tecnología de la revista New Yorker, decidió contar la experiencia de haber cambiado su inestable vida en Nueva York por otra que triplicaba su salario en San Francisco.

Cambió libros físicos por ebooks. Cambió reuniones donde se filosofaba sobre la vida por otras conversaciones donde se banaliza la gentrificación de la ciudad. Cambió citas con bohemios artesanos de muebles por hombres que parecían muy seguros de sí mismos aunque no sabían lo que hacían. Cambió gente que sabía hacer su trabajo por gente que calentaba una silla si mostraba proactividad laboral. Cambió una industria que necesita sobrevivir por otra que se permitía quebrar y resurgir.

Wiener estructura estas memorias en su paso por Silicon Valley a través de dos grandes capítulos: Incentivo y Escala, términos tipificados dentro de los modelos de negocio tecnológicos y las rondas de inversión de startups. Entre esos incentivos, la autora se encuentra con muchas personas que poseen la confianza que tanto anhela. La mayoría de ellas son hombres blancos jóvenes de clase media, encerrados en un medio profesional que los valida como visionarios al transformar aspectos «supuestamente» no funcionales de la vida contemporánea. Wiener narra cómo, en una «cita», un hombre cree innovador llevarla a un bar donde no hay menú porque con 3 palabras el coctelero intuye que deseas beber.

Jefes que dan miedo, millennials que no saben lo que hace y otras patrañas de Silicon Valley

La representación en Valle inquietante hace parecer a estos hombres casi héroes olímpicos. Héroes del éxito. La seguridad de estos emprendedores es descrita por Wiener tantas veces, que parece que escucharas un disco en loop. «Me asombraron la comodidad y la confianza en sí mismo con que se movía, literalmente, por el mundo. Me esforcé por aferrar con menos fuerzas las asas de mi bolsa de tela» escribe en una de las últimas páginas del libro.

Como a muchas mujeres jóvenes a Wiener le resulta muy fácil quedar atrapada en la verborrea de los hombres decididos. Se embelesa con ellos. Su primer trabajo en San Francisco, para una empresa que producía herramientas de minería de datos, era dirigida por un CEO -ese término creado por las startups para decir jefe pero que en inglés al parecer tiene más caché-, un tipo pobre emocional y profesionalmente. No es de extrañar que cuando Wiener le sugiere motivar al equipo elogiando si se hacían bien las tareas, el CEO le murmure, casi como Don Draper a Peggy Olson en la serie Mad Men, «¿por qué debería agradecerle por hacer bien su trabajo? Para eso te estoy pagando». 

«¿Por qué debería agradecerle por hacer bien su trabajo? Para eso te estoy pagando»

A pesar de los desplantes se esperaba que los empleados se dedicaran a la empresa con el fervor de un activista político que lucha por liberar a los oprimidos. Es por ello que todos los empleados se obsesionan con ser como el CEO, tener la seguridad del jefe y reflejar los valores de la empresa, mientras Wiener, solo se convencía a sí misma de que albergaba una vida interior más compleja y con más sentimientos que el resto de los hombres que trabajaban junto a ella. La autora confiesa: «siempre intenté ser la novia, la hermana, la madre de todos».

Ser la madre, la novia o la hermana, hace que el sexismo y la misoginia ronden la vida de Wiener en San Francisco. Está la compañera de trabajo que le pide que le dé una bofetada cada vez que salen a beber o el momento en que la startup contrató a su primera ingeniera y uno de los jefes comenta: «Lo siento. Todo el mundo va a coquetear con ella». Para más inri está el momento cuando un compañero intenta repetidamente ponerle las manos en los pantalones mientras regresan de un viaje de trabajo. «Mantuve la conversación, apartando sus manos, deslizándome hacia la ventana», escribe.

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Anna Wiener | Foto vía Libros del Asteroide

A pesar de las situaciones incómodas pareciera que el sexismo y la misoginia no la afectan. Su veintena y la inexperiencia, ese «yo no sé» que repite constantemente sin que pase absolutamente nada, denotan cómo el mundo techie la va adormeciendo. Muchas de las narraciones recuerdan a las historias de otras escritoras como Ottesa Moshfegh o Sally Rooney, al explicar esa sensación millennial de que algo sucede pero el escritor, en este caso escritora, no está seguro de cómo responder y se lo ofrece al lector para que realice su propio juicio. Es quizás ahí donde muchos lectores se pierdan porque necesitan certezas, esas que Wiener no va a dar.

Las únicas certezas que puede dar la autora tienen que ver con los análisis casi burlescos de cómo funcionan nuestros datos en las plataformas digitales. Wiener descubre que las pantallas que había estado mirando no eran tan transparentes como parecían. «Qué clase de sociópata, me pregunté, se vería atraído por mi perfil?» se pregunta Wiener al utilizar una app de citas. Ella seguía, por su propia cuenta, desorientada sobre las implicaciones más importantes de la industria en la que se había adentrado aunque poco a poco va dando luces sobre esas certezas. «El modo Dios me había puesto paranoica. El problema no era que se quedaran con mis datos, porque ha eso ya me había resignado. Lo que me inquietaba era que la gente que los podía ver desde el otro lado, la gente como yo».

«El modo Dios me había puesto paranoica. El problema no era que se quedaran con mis datos, porque ha eso ya me había resignado. Lo que me inquietaba era que la gente que los podía ver desde el otro lado, la gente como yo».

En lo que Wiener sobresale no es en análisis sino en la visión de la vida de quienes la rodean en un momento y lugar particular.  A partir de una visión del capitalismo neoliberal, la autora describe los eventos de networking a los que asisten hombres jóvenes en «sudaderas con capucha de la marca desabrochadas para revelar camisetas con el mismo logo» o de cómo Internet puede convertir tu cerebro en «un vórtice de basura” con “representaciones sobre representaciones».

En 2018 Wiener renunció a su trabajo en startups. Sin embargo, incluso esta decisión trascendental y punto de inflexión por el que construyen estas memorias, reflejan como ella misma se siente minimizada ante la seguridad autoimpuesta como política en industria tecnológica en Silicon Valley. «Podría haberme quedado en mi trabajo para siempre, y así fue como supe que era hora de irme», afirma hacia el final de las memorias.

Valle inquietante confirma que es difícil abandonar la industria de la tecnología y a los jefes que meten miedo, especialmente, si eres joven y sin experiencia, sin embargo, siempre quedará el tiempo para hacer asentar las fachadas de una industria que desvela grietas detrás de tanta seguridad.

 

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