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Melodramas por el mundo: de la transformación de la telenovela en 'biopics' a la conquista turca, pasando por 'Las chicas del cable' o 'Anatomía de Grey'

Hablamos con Paloma Rando, guionista y crítica de televisión, Luis Santamaría, productor ejecutivo de Boomerang TV, y Ramón Campos, cofundador de Bambú Producciones, sobre las claves del género, su vocación viajera y su éxito global, desde ‘La casa de las flores’ y ‘This Is Us’ hasta ‘Fatmagül’ y ‘Alba’

Melodramas por el mundo: de la transformación de la telenovela en ‘biopics’ a la conquista turca, pasando por ‘Las chicas del cable’ o ‘Anatomía de Grey’

'Velvet' de Atresmedia y Bambú Producciones

El melodrama está viviendo un nuevo amanecer televisivo gracias a su capacidad para contar historias universales y la facilidad con la que ahora puede viajar a través de las plataformas de streaming. Las clásicas telenovelas latinoamericanas se han actualizado o autoparodiado desde el drama biográfico en Luis Miguel o la comedia en La casa de las flores. Desde Hollywood, Meredith lleva años sufriendo calamidades en Anatomía de Grey y los lacrimógenos enredos de los Pearson en This Is Us han logrado colarse hasta en las galas de premios. Desde España, series diarias como El secreto de Puente Viejo se han exportado a medio mundo, mientras que Las chicas del cable conquistaban Netflix. Para rematar, un fenómeno inesperado ha tomado nuestras pantallas: las telenovelas turcas. Y ojo porque las que triunfan ahora mismo, como Mujer o Mi hija, son adaptaciones de una serie japonesa o otra coreana, respectivamente. 

«El melodrama televisivo es heredero del cinematográfico y este, a su vez, lo es del literario. Su característica principal es la exageración de los sentimientos, lo que ha tendido a granjearle una mirada condescendiente por parte de la crítica a la vez que una simpatía del público generalista», explica Paloma Rando, guionista y crítica de televisión. «Es un género universal que ha funcionado en el mundo anglosajón, el hispanoamericano o el oriental. Y que engloba todos los aspectos de la vida de un personaje. Te ríes, lloras, sufres y vives sus conflictos con ellos. Por eso necesitas contar vidas interesantes o donde suceden cosas que rompen con la rutina habitual», señala Luis Santamaría, productor ejecutivo de Boomerang TV. «Estas series apelan a las emociones más básicas: los celos, el amor, el odio, la venganza. Y para nosotros, detrás de ellas tiene que haber una gran historia de amor o de pasión», remata Ramón Campos, cofundador de Bambú Producciones.

Melodramas por el mundo: de la transformación de la telenovela en 'biopics' como 'Luis Miguel' a la conquista turca, pasando por 'Las chicas del cable' o 'Anatomía de Grey'
Ramón Campos, cofundador de Bambú Producciones | Foto cedida por el entrevistado.

Partiendo de este marco teórico, las telenovelas son las ficciones que mejor encajan con estas descripciones y que más espacio pueden dar a sus arquetípicos personajes, en palabras de Rando,  «la sufridora, el héroe sin recompensa, el ausente o la villana». Pero como se apuntaba al principio, los clásicos culebrones mexicanos, que hasta hace poco dominaban el mercado, se están adaptando a otros formatos, las nuevas maneras de consumir contenidos y las exigencias del público aumentando los valores de producción.

En el caso de Luis Miguel: la serie (2018-), ciertamente la vida del célebre cantante tenía todos los ingredientes para fascinar a los espectadores. Además de abordar su exitosa carrera musical, esta serie biográfica repasa su dura infancia como estrella infantil de Luis Miguel, el férreo control que su padre, Luisito Rey, ejerció sobre él, la misteriosa desaparición de su madre o sus muchas relaciones sentimentales. Estrenada en abril de 2018 en España, México y Latinoamérica por Netflix y en Estados Unidos por Telemundo, la serie se convirtió en un fenómeno que lanzó al estrellato a su protagonista, Diego Boneta. Este domingo 18 de abril regresa con su segunda entrega. Igual que Selena: la serie (2020), que el 4 de mayo seguirá contando la vida de la reina del tex-mex trágicamente asesinada cuando solo tenía 23 años por la presidenta de su club de fans.

Con La casa de las flores (2018-2020), el mexicano Manolo Caro quiso rendir un homenaje a las telenovelas con las que había crecido. Y su drama familiar, estrenado en agosto de 2018, se convirtió en otro fenómeno global de Netflix gracias a su irónico acercamiento al género y su capacidad para actualizar muchos de sus temas, incluyendo cuestiones poco representadas en el género como la raza, la clase, la salud mental, la homosexualidad o la transexualidad. Muchos thrillers cuyo motor narrativo sigue siendo el misterio, también beben del género. Es el caso, señala Campos, de ¿Quién mató a Sara? (2021-), un culebrón protagonizado por el galán colombiano Manolo Cardona, famoso por su trabajo en El cartel de los sapos (2008-2010), otra reinvención del género, la narconovela, cuyo máximo exponente fue Escobar, el patrón del mal (2012).

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Imagen de ‘Inés del alma mía’, producida por Boomerang TV.

«La clave está en poder hacer las cosas con presupuesto y con tiempo. Y hasta hace poco las producciones americanas y las británicas, en ficción seriada, eran las que habían atacado al melodrama con unos presupuestos y unos tiempos que facilitan hacer un buen trabajo», apunta en este sentido Santamaría, productor ejecutivo de series diarias españolas como El secreto de Puente Viejo (2011-2020) o Acacias 38 (2016-2021), ambas exportadas por todo el mundo y particularmente célebres en Italia; adaptaciones literarias como El tiempo entre costuras (2013-2014), que en su día fue vista en 75 países de todo el mundo; o dramas históricos como la reciente Inés del Alma mía (2021), distribuida por Amazon. «En el caso de Luis Miguel, es un icono en todo el mundo hispano. Y la historia en sí es apasionante, así que si tienes tiempo para hacer una gran producción, aunque los mimbres respondan al melodrama clásico, hay muchas posibilidades de que funcione. Ciertamente, las plataformas han ayudado a viajar a esos melodramas, que no son ajenos a la globalización de la televisión. Y del mismo modo que viajan nuestras series, nos llegan otras», cuenta sobre la ubicuidad de estas ficciones. 

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Luis Santamaría, productor ejecutivo de Boomerang TV | Foto cedida por el entrevistado.

De la misma opinión es Campos, que reventó los audímetros españoles y de parte del extranjero con Gran hotel (2011-2013) o Velvet (2014-2016): antes del streaming, esta última serie fue vista en más de 110 países de todo el mundo y, después, la primera se coló entre lo más visto de Netflix. «Cuando apostamos por el melodrama lo hicimos muy conscientes de que nadie estaba acercándose a ese nicho de mercado y eso nos costó muchas críticas», reconoce el productor. «Queríamos elevar el melodrama y darle un valor de producción más alto y llegar al público femenino con un género que conocíamos. Nos decían que hacíamos series para señoras cuando todo el mundo quería hacer HBO. Pero esas series empezaron a viajar y las críticas empezaron a hacer menos ruido. Si algo gusta a cientos de millones de personas, algún valor tendrá», afirma. 

Melodramas viajeros desde Estados Unidos y España 

Hablando de esa televisión de prestigio, muchas veces asociada únicamente a producciones estadounidenses, This Is Us (2016-) se convirtió en el otoño de 2016 en otro inesperado éxito del melodrama que logró el combo imposible: grandes audiencias, que contra todas las tendencias durante su primera temporada aumentaban semana a semana, y el reconocimiento de la crítica, con varias nominaciones a los Globos de Oro y los premios Emmy para NBC.

Lo más cercano, salvando las distancias, a una telenovela estadounidense en el prime time –porque diurnas y diarias hay muchas otras– quizá sea Anatomía de Grey (2005-). Como Vulture repasaba con mucha guasa, la doctora Grey ha visto morir a su madre, quien durante su infancia ya había intentando suicidarse delante de ella, su marido, que ahora ha vuelto a través de varios sueños para regocijo de la audiencia, o su perro, que contrajo cáncer; también ha tenido varios hijos y sufrió un aborto, ha estado en un accidente aéreo, fue atacaba por un paciente y se ha enfrentado al coronavirus. El caso es que, después de 17 temporadas, la serie sigue imbatible en ABC. E incluso algunos thrillers de la prestigiosa HBO como Big Little Lies (2017-2019) o The Undoing (2021) utilizan algunas herramientas del género. En palabras de Campos: «cogen el misterio y lo envuelven de un tono melodramático o en momentos melodramáticos». 

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Meredith Grey, 18 años sufriendo en pantalla. | Imagen vía ABC.

Si la suspensión de la incredulidad define la relación del espectador con la ficción, en el melodrama casi podríamos decir que se sublima para sumergirnos en la historia que nos quieren contar y que experimentemos con la misma intensidad que los personajes sus azarosas vidas. «El melodrama tiene que estar por encima de lo intelectual: el espectador tiene que dejarse llevar por la serie, sufriendo por lo que pasa a los personajes más allá de intentar analizar qué le pasa a los personajes», afirma Campos. «Si yo te digo que una mujer descubre que está enamorada del hijo de la familia que mató a su madre, tú me vas a permitir que esa chica haga casi de todo porque quieres ver esa venganza y, al mismo, esa historia de amor. Si esa chica se convierte en el conde de Montecristo lo vas a aceptar», explica. 

«Lo bueno que tiene el melodrama es que es universal, lo que hay que estar dispuesto es a jugar con las claves del género. Eso muchos autores consideran que rebaja su nivel. Nosotros, en cambio, consideramos que lo sube», asegura el creador mientras repasa las mucha críticas que en los 14 años de vida de Bambú han recibido. «Cuando hicimos Gran Hotel nos decían que era el Downton Abbey español como si fuera algo negativo. En cambio, en Cannes, hacían la misma comparación de forma positiva. Con Velvet se nos criticó porque no hablábamos del Franquismo. Y con Las chicas del cable todo el mundo decía que por qué Netflix no hacia House of Cards en España», explica Campos. Pero el gigante del streaming sabía lo que hacía. «Diego Ávalos», vicepresidente de contenido original de España y Portugal, «nos decía, yo House of Cards ya la tengo, lo que no tengo es ninguna serie como Gran Hotel o Velvet». Y debió funcionar, pues la serie alcanzó cinco temporadas entre 2017 y 2020. 

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Paloma Rando, guionista y crítica de televisión | Foto cedida por la entrevistada.

A nadie se le escapa que buena parte del rechazo al melodrama, o a sus diferentes encarnaciones televisivas, está relacionado con que su público mayoritario son las mujeres y las historias que narran suelen estar protagonizadas por ellas. «Esos prejuicios persisten», afirma rotunda Rando. «En las cuestiones femeninas televisivas se siguen confundiendo las dos acepciones de género y se considera algo tan amplio y susceptible de ser tan diverso como las historias protagonizadas por mujeres, como un género unificado como el thriller o la comedia, lo cual es un agravio comparativo enorme. Si se le añade el factor popular [del melodrama], este desprecio crece», señala. «Netflix tiende al melodrama en los arcos emocionales y psicológicos de sus personajes. Creo que cuanto más poder tiene el público, más tendencia al melodrama, que es un género eminentemente popular, existe. En cualquier caso, esto no ha redundado en una mejor percepción del melodrama, que casi por definición crea el rechazo de la crítica más sofisticada y más alejada de lo popular», añade. 

La conquista otomana de la televisión

Si un fenómeno ilustra a la perfección que en televisión la audiencia es soberana es el triunfo de las telenovelas turcas. Brevemente, Atresmedia se percató del enorme éxito que las series otomanas tenían en Latinoamérica, donde en la última década han desbancado la producción local. Decididos a subirse a este barco, en 2018 estrenaron en Nova Fatmagül (2010), y con cerca de un millón de espectadores diarios en su recta final llenaron la parrilla del canal temático femenino con estas novelas. Su competidor en Mediaset, Divinity, hizo lo mismo. Y hoy Antena 3 emite en su prime time Mujer (2017), inspirada de una serie japonesa y segunda parte de una trilogía iniciada con Madre (2016-2017), y Mi hija (2018-2019) basada en una novela coreana, por cierto, otra pujante industria de la telenovela.

En Latinoamérica, la conquista otomana comenzó con Las mil y una noches (2006), un melodrama donde una madre desesperada por pagar un trasplante de médula ósea para su hijo con leucemia accede a mantener relaciones sexuales con su jefe a cambio de dinero. La serie debutó en 2014 en el canal chileno Mega, que pasó de estar al borde de la bancarrota a ser la cadena más vista del país. Argentina, Colombia y otros países tomaron nota, y desde entonces las series y los actores turcos dominan los premios latinos a las telenovelas. 

«Arrasan por la factoría que han conseguido crear en el país, muchos capítulos a bajo coste con unas cifras de producción extraordinarias, y por su capacidad tan amplia de exportación, no solo industrialmente, sino temáticamente», asegura Rando. Y las cifras le dan la razón. Las series turcas se ven en más de 140 territorios y Turquía es el segundo país exportador de ficción televisiva global solo por detrás de Estados Unidos. Esta industria reporta unos 350 millones de dólares al año según el ministro de cultura turco, Mehmet Nuri Ersoy, tal y como publicaba el diario local Daily Sabah. Y producen desde telenovelas policiacas a dramas históricos cuyas historias giran alrededor de los valores familiares, las relaciones amorosas o la amistad.

«Tienen un valor de producción altísimo que es muy difícil de igualar, ruedan en exteriores de una manera que nosotros no tenemos la capacidad, hacen series de capítulos muy largos, con lo cual a las cadenas les interesa, además con actores bastante buenos, a un precio muy asequible», cuenta Campos. «Nosotros lo vimos venir y nos dimos cuenta de que si entraban en nuestro mercado íbamos a tener un problema», añade el creador de Bambú, productora que también ha trabajado el formato diario en series con Seis hermanas (2015-2017) o el spin off de Gran Reserva: El origen (2013).

Puestos a explotar el fenómeno, Atresplayer Premium acaba de estrenar Alba, reimaginación de la citada Fatmagül que lleva la terrible historia de su protagonista, una joven víctima de una violación múltiple que lucha por llevar a sus agresores ante la justicia, a la España de 2021, de la mano de Boomerang TV. «La diferencia cultural es enorme, así que si nosotros nos limitábamos a traducir o transcribir no hubiéramos creado un producto realista», señala Santamaría, que consultó a psicólogos, policías o un juez para retratar de manera fidedigna esta realidad. «El hecho trágico es universal pero, tristemente, aquí vemos estas noticias frecuentemente, así que nuestra serie cuenta un poco este tipo de casos», comenta sobre las inevitables comparaciones con La Manada, aunque insiste en que esta serie es una ficción cuya historia gira alrededor de un amor imposible.

Desde Bambú, Campos concluye: «El melodrama es un género que viaja casi mejor que ningún otro. Creadores y plataformas nos estamos dando cuenta de que su público es muy fiel y, si lo dejas huérfano, otro país u otra plataforma lo va a abastecer. Nosotros lo estamos retomando y estamos trabajando en una nueva serie para Netflix del género».

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