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Mark Cousins: «Hemos de exigir que no sólo haya hombres haciendo comedia»

El director irlandés ha presentado la actualización de su épico documental de 15 horas ‘La historia del cine’. Su nuevo capítulo se subtitula ‘La nueva generación’

Mark Cousins: «Hemos de exigir que no sólo haya hombres haciendo comedia»

Gonzalo Fuentes | Reuters

Hace dos décadas que Mark Cousins (Belfast, 1965) empezó a llenar sus brazos de referentes cinéfilos. El calor le permite lucirlos durante su visita al Festival de Cannes en esta atípica edición celebrada en julio. Por ahora, surcan su piel los nombres de Kinuyo Tanaka, Forough Farrokhzad, Orson Welles, Alfred Hitchcock, Kira Muratova, Sergei Eisenstein y Abbas Kiarostami. «Todos son cineastas fallecidos a los que admiro o cuya obra me ha afectado de alguna manera. A medida que se imponga la ley de vida, la lista se irá ampliando», bromea. 

El influyente teórico y director irlandés ha presentado la actualización de su épico documental de 15 horas La historia del cine. Su nuevo capítulo se subtitula La nueva generación y recorre las imágenes cinematográficas más impactantes de la última década, desde Joker (Todd Phillips, 2109) y Frozen (Chris Buck y Jennifer Lee) hasta Cementerio de esplendor (Apichatpong Weerasethakul, 2015). En coherencia con su trayectoria, de nuevo rastrea películas, cineastas y comunidades infrarrepresentadas en el audiovisual, pero esta vez incorpora también las innovaciones tecnológicas y las inevitables consecuencias de la crisis sanitaria que todavía nos aqueja.

¿En qué medida ha motivado este nuevo documental la pandemia?

Inicialmente, en nada. Mi productor me comentó que hacía ya 10 años de mi documental La historia del cine (2011) y me preguntó si me apetecía retomarlo. La entrega original fue dura de hacer, estuve con la mochila a cuestas alrededor del mundo, cargado con mi equipo. De llevar el trípode apoyado en la cadera, me salió un buen moratón. Pero después de una década, se me olvidó todo. Es como el parto, se te olvida el dolor. Y en este lapso de tiempo han pasado muchas cosas. Ahora hay una gran variedad de voces dirigiendo cine. Recuerdo cuando vi Atlantics (Mati Diop, 2019), en Cannes. Fue definitiva para volver a ponerme manos a la obra. Este año pasado, a esta riqueza de perspectivas se unió el sentimiento colectivo hacia el cine que ha provocado el confinamiento durante la pandemia.

A lo largo de la película destacas Cineteca Madrid como la sala que te ha resultado más evocadora en los últimos tiempos. ¿Cuáles son sus virtudes?

Mi primera formación fue en arquitectura, así que adoro los edificios, y este cine es el más interesante y el más bonito de los que he visitado recientemente. Allí presenté uno de mis últimos proyectos, Women Make Film (2018), y me gustó tanto que pedí permiso para grabar. Tiene que ver con que el cine, incluso el más primitivo, siempre ha sido una habitación oscura donde las luces importan. Las líneas de luces en Cineteca capturan la esencia del cine. Es un edificio multiusos, pero es maravilloso y luminoso. 

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Imagen de la Cineteca de Madrid cedida por Cousins.

Me ha llamado la atención que de entre toda la historia del cine español hayas destacado la película Raza (José Luis Sáenz de Heredia, 1941), que fue un encargo de Franco. 

La elegí porque en realidad quería destacar a su actriz protagonista, Ana Mariscal, y buscaba una secuencia en la que girara el rostro. Fue una decisión visual. Destacar a Mariscal fue una manera de volver a reivindicarla tras incluirla en mi trabajo previo, Women Make Film. De ahí que no haya ninguna referencia específica a Franco, aunque es cierto que en países como España, en Portugal bajo la dictadura de Salazar e incluso en Irlanda, donde yo nací durante la guerra, tenemos experiencia en confinamientos, porque hemos conocido periodos históricos en los que nuestra libertad de movimiento se ha visto limitada. La COVID ha sido una especie de encierro dictatorial. 

Tu película subraya cómo han afectado a la creación las reivindicaciones sociales. ¿Qué me puedes decir de las consecuencias de la corrección política y la imposición de límites al humor en el género de la comedia?

A los cómicos se les debe permitir ser salvajes. A los guionistas de comedias no podemos estar diciéndoles que no pueden decir esto o aquellos. Lo que hemos de exigir es que no sólo haya hombres haciendo comedia ni sólo cómicos de mediana edad. Si hay un abanico más amplio de gente haciendo reír, su imaginación nos aportará ideas distintas. A mí, personalmente, no me gustan los cómicos que proceden de una clase privilegiada y se mofan de la clase trabajadora, pero no quiero impedirles que sigan haciéndolo, sino que haya otras personas de diferentes clases sociales, sexualidad y orígenes haciendo comedia. Quiero acceder a su ingenio y sus disparates. Esa es la solución: una mayor variedad de seres humanos. Si me fijo en tu país, así como también en el mío, el machismo tiene una fuerte presencia, y lo que se ha de lograr es que no sean las únicas voces predominantes.  

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Imagen promocional del documental vía Dogwoof Productions.

A ese respecto, ¿te ha resultado difícil plasmar la diversidad de la cinematografía mundial en tu documental? 

Sí, estoy muy orgulloso de haberlo logrado. Me encanta el cine comercial, ya he visto la novena entrega de Fast and Furious, no soy nada esnob, pero tiene mucho peso en mi trabajo de investigación mi pasado científico. La gran física Marie Curie siempre se preguntaba qué no sabía. Así es como aprendes. En esta película, por ejemplo, hay mucho cine indio. Al fin y al cabo, el cine de Bollywood constituye la mitad de la producción mundial, así que tenía que informarme.

En referencia a la necesidad de que haya más surtido de voces. ¿Qué opinas de la nueva corriente del cine de terror comandado por mujeres?

El gótico femenino siempre ha formado parte de la cultura, desde que Mary Shelley escribió Frankenstein. Piensa, por ejemplo, en el trabajo de la escritora británica Angela Carter. A mí me gusta especialmente su libro La cámara sangrienta, donde reescribe cuentos de hadas clásicos como Caperucita Roja. Así que no me sorprendió nada el talento de Jennifer Kent. Y en mi película señalo que, además, su Babadook (2014), en realidad, es una película sobre el duelo. Lo tenebroso en la vida de su protagonista es el recuerdo de la imagen de su marido muerto. De modo que no creo que tengamos que destacar como un caso singular a las mujeres que dirigen cine de género, porque es un tema que siempre les ha interesado.

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Mark Cousins con su productor John Archer en Cannes 2021. | Foto: Gonzalo Fuentes | Reuters.

Pero que hayan estado interesadas no implica que hayan tenido la oportunidad de desarrollar esa pulsión.

Exactamente, exactamente. A no ser que fueran mujeres ricas. Si disponías de un respaldo económico podías escribir Frankenstein. Ha habido privilegio de clase. Sólo han podido rodar sus películas si nacían en una familia adinerada o bien conectada, si no, su talento se ha desperdiciado. Así que hay que eliminar estas barreras para que las niñas que ahora nacen y al crecer desarrollen una imaginación visual brillante, puedan plasmarla. Por eso necesitamos que tanto programadores como responsables de proyectos en institutos del cine, del mismo modos que personas al frente de las filmotecas procedan de contextos muy diferentes. 

¿Qué futuro le auguras al cine?

Es cierto que vivimos con temor al cambio, y que en los últimos meses no han parado de aparecer titulares que pronosticaban el fin del cine, pero yo tengo esperanza. Esa sensación se basa en que a los seres humanos nos encanta sentarnos a comer una pizza en casa y ver una película. Compartimos un deseo profundo de perdernos. El gran escritor estadounidense Joseph Campbell utiliza la expresión del arrobamiento, de la pérdida de uno mismo. A todos nos gusta evadirnos, ya sea viendo un partido de fútbol, ya sea bailando hasta las tres de la mañana. No es una cosa que solo le suceda a la gente instruida. Y el cine es una forma asequible de desconectar de uno mismo. Yo lo llamo la sublimación asequible. Es grande, luminoso y responde a una antigua necesidad humana. La gente no se va a conformar con quedarse sentada en casa, la pandemia no nos ha hecho olvidar el indescriptible placer colectivo de la sala de cine.

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