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Lois Patiño y Matías Piñeiro unen sus talentos para revisar los enigmas de 'La tempestad'

El director argentino y el realizador español participan por primera vez en el Festival de Cannes con su reivindicación de la bruja Sycorax

Lois Patiño y Matías Piñeiro unen sus talentos para revisar los enigmas de ‘La tempestad’

'Sycorax'

El director argentino Matías Piñeiro siente devoción por Shakespeare y nutre su cine con profusión de palabras. El videoartista y realizador gallego Lois Patiño gusta de recrear paisajes estáticos en una reivindicación identitaria de su tierra. Hace seis años que tratan de combinar sus personalidades creativas en un proyecto y esa inquietud ha fraguado en una revisión de los personajes de La tempestad. Su primera obra conjunta es un cortometraje de tanteo que se estrena estos días en la Quincena de los realizadores del Festival de Cannes. Se titula Sycorax, como la bruja del clásico de Shakespeare, y es un espacio de pruebas para ensayar distintas propuestas estilísticas y de lenguaje de cara a un largometraje al alimón previsto para 2022, donde explorarán la figura de Ariel.

«La tempestad es la obra donde la presencia de la naturaleza ocupa un mayor espacio, así que pensamos que podía ser un buen terreno en el que proyectar nuestros estilos e ideas en un territorio común. Cuando la obra se representa, las atmósfera se incorporan desde el truco, pero en el cine tienes la posibilidad de captarlo de manera real y física, y hemos querido proponer un diálogo entre el paisaje y el teatro», explica Patiño a la vera de Piñeiro, que con esta ya suma media docena de películas dedicadas a personajes femeninos de las comedias de Shakespeare. 

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Capote. | Imagen de ‘Sycorax’ cedida por la productora.

En la última, Isabella (2020) hay un fragmento del rodaje de Sycorax, mientras que en la más reciente de su compañero, Lúa vermella (2020), cobraban protagonismo el naufragio y las meigas, en coincidencia con el punto de partida del corto.

«Son casualidades que tienen que ver con ir compartiendo. Uno no es una persona de 1.500 ideas, sino que vas retrabajando lo propio y todo se va empastando», razona el argentino.

Su primer cruce creativo experimenta con la superposición del mar con el texto, voces etéreas que gravitan en el paisaje, personajes sin cuerpo y la idea metanarrativa de mostrar la construcción de la película al espectador.

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Helecho. | Imagen de ‘Sycorax’ cedida por la productora.

Casting de un árbol

La búsqueda de la isla donde se contextualiza la trama de La tempestad los llevó primero a Lanzarote, pero para que el viento se visibilice necesita vegetación», lamenta Patiño.  

Después pensaron en Staffa, una de las islas Hébridas situadas en el oeste de Escocia, pero al final se decantaron por las Azores por recomendación del director del Harvard Film Archive, Haden Guest.

«En San Miguel hay cambios atmosféricos brutales: se levanta una tormenta, sale el sol, llega la lluvia y luego el arco iris. Son contrastes que necesitamos de cara al largo que vamos a centrar en Ariel, el espíritu del aire, que se reencarna en todos estos elementos meteorológicos. Trabajamos y trabajaremos con el viento como un actor, Hay una escena en el corto a la que dedicamos 17 tomas en espera de que soplara», revela el director gallego. 

En La tempestad, Sycorax no tiene voz. Es apenas mencionada por Próspero como una bruja mala, vieja y encorvada, que encerró 12 años vilmente a Ariel en un árbol y es madre de Calibán. 

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Imagen de ‘Sycorax’ cedida por la productora.

El tándem de cineastas encontró a su personaje vegetal en una secuoya imponente. «Es una especie que no es propiamente de las Azores. Es singular porque no es propia de allí, como tampoco lo es Sycorax, que proviene de Argel. No era nuestra tesis, pero uno va tejiendo su películas con los elementos que van apareciendo, y la idea de injerto nos resultó muy interesante», revela el argentino.

A partir de la mirada de los directores se proyecta un posible elenco. En su propuesta, un árbol cualquiera se convierte en el que aprisiona a Ariel, los rostros de los lugareños en la plaza del pueblo en Calibán, el duque de Milán, Miranda… Es una idea juguetona que tomaron de la película de Pasolini Apuntes para una Orestíada africana (1970), «donde el director italiano va a preparar una película de ficción y como nunca se hace, documenta ese proceso de búsqueda, en el que, por ejemplo, señala cómo las furias podrían ser los árboles. Ese diálogo entre realidad y ficción genera un dinamismo constante en la película».

Visibilidad e invisibilidad

Su primera obra conjunta cuestiona la visión patriarcal de un personaje femenino sin voz. «Conocemos a Sycorax por un punto de vista masculino, pero en realidad su motivación para encerrar a Ariel podría ser otra. El personaje nos llega a nosotros, lectores, a través de la descripción de un hombre, y nuestra objeción nos permite reflexionar sobre cómo se ocupa una voz y cómo se ocupa un cuerpo», argumenta Piñeiro.

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Imagen de ‘Sycorax’ cedida por la productora.

Un artículo turístico típico de la isla les ha dado mucho juego en esa investigación y en aportar un elemento fantástico al relato. Se trata de las capas rematadas en caperuza típicas de la indumentaria folklórica femenina en las Azores, un accesorio que servía a las mujeres para no ser reconocidas. «Terminó siendo relevante para la historia, porque plantea la idea de la libertad, de no ser vista, de clamar al vestir esta prenda que su cuerpo no te incumbe. Nos ha motivado ese acercamiento desde el cuerpo de una mujer, explorar cómo transita su cuerpo una ciudad, algo que para nosotros, como hombres, nos es ajeno», admite el director argentino.

Para el largo avanzan estar dándole vueltas a la idea de género, ya que Ariel no se adscribe a ninguno. En principio, tienen pensado que el espíritu del aire sea interpretado por una actriz, pero quieren trabajar sobre esa idea más tiempo.

«Los textos no se acaban nunca, te estimulan y uno ha de estimularlos. Crear juntos nos posibilita evitar el camino más certero, el que ya conocemos, sino seguir expandiendo, sorprendiéndonos, no devenir una maquinita, mantenernos vivos», se entusiasma Piñeiro, quien agradece al director artístico de la Quincena, Paolo Moretti, su apuesta por directores nuevos, pues más de la mitad de los seleccionados esta edición no ha mostrado antes películas en Cannes.

El gallego y el argentino han participado con sus trabajos individuales en festivales como Locarno, la Berlinale, Nueva York y Toronto. Nunca antes en el festival de la Riviera francesa. «Es un paso adelante, la cúspide, y nos abre la posibilidad de que nuestras obras sean conocidas por nuevos espectadores y nuevos programadores. Participar en este festival es un trampolín y un escaparate en lo particular, y una apuesta valiente y necesaria para todo el ecosistema del cine», agradece Patiño.

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