El bitcoin crece con turbulencias, pero demuestra que no tiene techo
Parece que el bitcoin no tiene techo, o al menos es lo que se observa si atendemos al crecimiento constante que experimenta desde comienzos de 2017. El nivel de los mil dólares ya queda lejano, igual que cuando nos sorprendimos en el momento en que alcanzó el de los 2.000 dólares. Aquellos niveles parecen minúsculos si atendemos a la situación actual, cuando, a punto de cerrar el año, se encuentra a niveles superiores a los 9.000 dólares.
Parece que el bitcoin no tiene techo, o al menos es lo que se observa si atendemos al crecimiento constante que experimenta desde comienzos de 2017. El nivel de los mil dólares ya queda lejano, igual que cuando nos sorprendimos en el momento en que alcanzó el de los 2.000 dólares. Aquellos niveles parecen minúsculos si atendemos a la situación actual, cuando, a punto de cerrar el año, se encuentra por encima de los 9.000 dólares.
Así, esta criptomoneda crece sin parar y pulveriza récords cada mes. Apenas necesitó una semana y tres días para subir de los 8.000 dólares a los 9.000. En los últimos días ha llegado a los 11.400 dólares, pero no ha sido más que una pequeña burbuja y, tras un gran susto que le hizo perder un 20% de su valor en apenas unas horas, ha regresado a las cotas anteriores, cercanas a los 10.000.
En cualquier caso, basta con observar una gráfica de los últimos dos años para apreciar el meteórico crecimiento de la criptodivisa más popular a nivel global.
Con todo, que la fuerza del bitcoin siga en escalada no convierte a esta moneda en un valor seguro, como el oro. Esto se debe a su extrema volatilidad. Su crecimiento es frágil y podría caer vertiginosamente en cualquier momento, como ya ocurrió a finales 2013: le llevó cuatro años recuperar su nivel de los 1.000 dólares. Las bajada repentina –en unos minutos– del miércoles y del jueves de esta semana ponen sobre aviso a los inversores.
El riesgo es enorme, tal y como explicó el experto Diego Jiménez-Albarracín en el diario El Mundo: “Tiene muchísimo riesgo y una volatilidad del 100%, lo que supone que puede pasar a no valer nada en apenas diez minutos». De aquí que la mayor parte de las grandes entidades financieras y gestoras de activos hayan renunciado a invertir en ella.