6 formas extrañas de ganar dinero en verano (y algunas muy divertidas)
¿Quieres ganar dinero extra trabajando en algo realmente raro? Ahí van seis opciones más o menos divertidas, solitarias o ingeniosas.
Playitas, daikiris, cuerpos en bikini y billetes de avión por las nubes. ¡Bah! Quién quiere irse de vacaciones en verano (si no puedes) cuando es la mejor época para sacarse un dinero extra. Y además empleándote en algo realmente raro, es decir, poco demandado y que sea en algún caso lo más parecido al curro de tus sueños. No todos los trabajos de esta lista lo son, aunque hay quien ha conseguido un sobresueldo a costa de los despistes, las excentricidades o el pijerío de algunos. Así son los buscavidas que hacen su agosto, literalmente.
Zahoríes playeros
A Manuel Dorado el apellido le viene como anillo al dedo. Se dedica a buscar tesoros ocultos en la arena, como un zahorí o una hurraca con muy buen ojo. Bueno, y un detector de metales. Cuando todavía está amaneciendo y los bañistas no han plantado la primera toalla, va a la playa en busca de tesoros. “Me compré el detector digital porque un amigo también vigilante tenía este hobby y el día que lo acompañé volvimos a casa con diez euros en monedas. Luego he encontrado de todo, desde relojes buenos a bisutería, y lo más raro, un diente de oro y un consolador. Pero lo hacemos más por divertirnos. También conozco la historia de una pareja de ancianos que se dedicaba a lo mismo que nosotros, y con eso se pagaban las vacaciones”.
Y de vez en cuando compiten entre ellos. Hay verdaderos concursos de rastreadores y se llegan incluso a cerrar playas para tal fin. Desde luego, no en verano. También existen rastreadores de secano que acuden a yacimientos, conventos y ermitas abandonadas en busca de monedas antiguas y otros objetos curiosos, aunque la legislación no les permita acercarse a lugares arqueológicos ni fincas privadas. “Pero eso ya es más profesional. Ahí hay metidas hasta mafias”, dice.
Deportistas y amantes de los animales
A todos nos parece la mar de graciosos esos gifs de perros surfeando como si fueran personas, lo que no sabes quizás es que es más que probable que hayan tomado clases. Sí, la profesión de instructor de surf canino está de moda y ya son muchos surfistas los que sueñan con cabalgar las olas mano a mano con sus mascotas. Teevan McManus es uno de ellos y asegura que no solo los perros aprenden más rápido que los humanos, sino además tener cuatro patas es una ventaja. De hecho, en Huntingdon Beach, California, se celebra la competición anual Surf City Surf Dog. ¿Imaginas cómo sería remontar una de las enormes olas de Mundaka o Empuriabrava en compañía de tu chihuahua? Sin duda, yo pagaría por verlo.
Máster en buena vida
No tener vértigo y amar la diversión; estos eran los requisitos que una cadena británica de hoteles incluyó en su oferta de empleo cuando buscaba nada menos que un ¡probador de toboganes acuáticos! Consiste en ir viajando por todo el mundo probando los toboganes de hoteles y parques de atracciones para comprobar la velocidad que alcanzas al deslizarte, la altura y, sobre todo, la seguridad. Quienes se dedican a este oficio dicen que es el mejor del mundo, aunque tengas que pasar seis meses a remojo y pongas en riesgo tu vida. El norteamericano Tommy Lynch, uno de los probadores de toboganes más experto, gana 25.000 dólares por vivir en unas constantes vacaciones. Y eso que la lista de ‘probadores’ de absolutamente todo no es corta; además de gente como Lynch, están los catadores de golosinas, helados, lunas de miel o camas de lujo. No me digas que no es para cambiar de profesión…
Ideal para Robinsones
En 2009, el gobierno australiano tuvo una brillante idea de marketing turístico: «Se busca cuidador de la isla Hamilton». No pienses que era un trabajo tipo ‘Lost’, dándole a un botoncito todo el día encerrado en un búnker; los vigilantes debían explorar la isla y bloguear sobre sus maravillas. El afortunado fue un inglés, Ben Southall, que ganó 111.000 dólares y un contrato de seis meses más una casa con piscina privada. ¿Dónde hay que firmar?, te preguntarás.
¡Ojo! No todos los trabajos de este tipo son tan agradables… Tasmania también solicitó vigilantes para la isla Maatsuyker, a unos 10 kilómetros al sur de la costa. Los requisitos eran que fuera una pareja y que debían encargarse de los suministros y el mantenimiento del faro, aislados de todo, sin televisión ni Internet, y tomando mediciones del clima periódicas. Y la única manera de salir de allí, en caso de que cayeras enfermo, era solicitando un helicóptero de rescate. Eso sí, los paisajes de Maatsuyker son espectaculares.
Si no te dan miedo los cuervos
Los hay que preferimos el campo a la playa por razones básicamente de masificación. Puede que sea tu caso, puede que tampoco te guste moverte demasiado y que además seas fan de ‘El Mago de Oz’. Existe un oficio a tu medida: Espantapájaros humano. No, no es broma. En 2012 la BBC publicó la noticia de un joven que ganaba unos 450 dólares a la semana espantando a los pájaros que trataban de arruinar las cosechas. Estaba graduado en Música e Inglés, apuntó el periodista; seis años después es más que posible que ya haya unos cuantos.
Tú me das cremita, yo me tuesto al sol
En las playas de Málaga los llamaron socorristas de la piel y en el Ritz Carlton de South Beach, en Miami, mayordomos de bronceado. El trabajo de estos últimos consiste, como ya puedes imaginarte, en que ningún huésped se queme por falta de protector solar y en que deben aplicárselo ellos; lo cual no siempre es un placer, sobre todo cuando la espalda en cuestión es sudorosa, ancha, peluda y hay 40 grados a la sombra.