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Por qué la jornada laboral de ocho horas es anticuada e ineficaz

Nunca lo hemos discutido, pero deberíamos hacerlo. Las ocho horas de jornada laboral fueron un logro del pasado, pero también una de las razones por la que no somos tan productivos como deberíamos. Las jornadas de ocho horas, 40 semanales, surgieron durante la Revolución Industrial por la necesidad de reducir la cantidad de horas de trabajo manual que los trabajadores se veían obligados a soportar en las fábricas. Este descubrimiento resultó un enfoque más humano del trabajo hace 200 años; sin embargo, tiene poca relevancia para nosotros hoy.

Por qué la jornada laboral de ocho horas es anticuada e ineficaz

Nunca lo hemos discutido, pero deberíamos hacerlo. Las ocho horas de jornada laboral fueron un logro del pasado, pero también una de las razones por la que no somos tan productivos como deberíamos. Las jornadas de ocho horas, 40 semanales, surgieron durante la Revolución Industrial por la necesidad de reducir la cantidad de horas de trabajo manual que los trabajadores se veían obligados a soportar en las fábricas. Este descubrimiento resultó un enfoque más humano del trabajo hace 200 años; sin embargo, tiene poca relevancia para nosotros hoy.

Al igual que nuestros antepasados, se espera que dediquemos ocho horas al día al trabajo de manera continua, con poco descanso o sin él. ¡Qué diablos! La mayoría de las personas trabaja hasta la hora del almuerzo.

Este enfoque anticuado del trabajo no nos está ayudando; nos está frenando.

Por qué la jornada laboral de ocho horas es anticuada e ineficaz
Un trabajador, en una empresa de acero en Duisburgo. | Foto: Martin Meissner/AP

Cómo distribuir mejor la jornada laboral

Un estudio reciente elaborado por el Draugiem Group utilizó una aplicación informática para realizar el seguimiento de los hábitos de trabajo de los empleados. Concretamente, la aplicación midió cuánto tiempo empleó la gente en diversas tareas y comparó esto con sus niveles de productividad.

En el proceso de medición de la actividad de las personas, descubrieron algo fascinante: la duración de la jornada laboral no importaba mucho; lo relevante era cómo las personas estructuraban su día. En especial, las personas que tomaban descansos breves de forma religiosa eran mucho más productivas que las que trabajaban más horas.

La relación ideal entre el trabajo y el descanso fue de 52 minutos de trabajo, seguida de 17 minutos de descanso. Las personas que mantuvieron este programa tuvieron un nivel de atención único en su trabajo. Durante aproximadamente una hora por vez, estuvieron dedicados por completo a la tarea que debían cumplir. No revisaron Facebook «rápidamente» ni se distrajeron con correos electrónicos. Cuando sentían cansancio (nuevamente, después de una hora), tomaron descansos breves, durante los cuales se separaron completamente de su trabajo. Esto les ayudó a regresar recuperados para otra hora productiva de trabajo.

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Foto: Jose Aljovin/Unsplash

El cerebro necesita descansar

Las personas que han descubierto esta relación de productividad mágica aplastan a la competencia porque aprovechan una necesidad fundamental de la mente humana: el cerebro funciona naturalmente en períodos de alta energía (aproximadamente una hora) seguidos por períodos de baja energía (15 a 20 minutos).

Para la mayoría de nosotros, estos ciclos naturales de energía nos dejan flotando entre períodos de concentración de alta energía seguidos por períodos mucho menos productivos, cuando nos cansamos y sucumbimos ante las distracciones.

La mejor manera de vencer el agotamiento y las distracciones frustrantes es organizar su día de trabajo. En lugar de trabajar durante una hora o más y luego tratar de luchar contra las distracciones y la fatiga, cuando su productividad comience a esfumarse, tome esto como una señal de que es hora de un descanso.

Es más fácil tomar un descanso real cuando se sabe que va a hacer que su día sea más productivo. Con frecuencia, dejamos que la fatiga gane porque continuamos trabajando con fatiga (incluso después de que hayamos perdido la energía y el enfoque), y los descansos que tomamos no son interrupciones reales (revisar el correo electrónico y ver YouTube no son una recarga como dar un paseo).

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Foto: Andrew Neel/Unsplash

Hay que tomárselo en serio

La jornada laboral de 8 horas puede funcionar para usted si divide su tiempo en intervalos estratégicos. Una vez que alinea su energía natural con su esfuerzo, las cosas comienzan a funcionar con mayor fluidez. Aquí presentamos cuatro consejos que lo llevarán entrar en ese ritmo perfecto.

Divida el día en intervalos de una hora. Naturalmente, planeamos lo que necesitamos lograr al final del día, la semana o el mes, pero somos mucho más eficaces cuando nos concentramos en lo que podemos lograr en este momento. Más allá de conseguir el ritmo adecuado, la planificación de su día en intervalos de una hora simplifica las tareas titánicas al dividirlas en unidades manejables. En el sentido literal, puede planificar su día en intervalos de 52 minutos, aunque una hora funciona igual de bien.

Respete su hora. La estrategia de intervalos funciona únicamente porque utilizamos nuestros niveles de energía máxima para alcanzar un nivel de atención extremadamente alto durante un período relativamente corto de tiempo. Cuando no respeta su hora para enviar mensajes de texto, controlar correos electrónicos o ingresar rápidamente a Facebook, frustra el sentido total del enfoque.

Tome un verdadero descanso. En el estudio de Draugiem, se llegó a la conclusión de que los empleados que tomaban descansos más frecuentes que el descanso óptimo de una hora fueron más productivos que aquellos que no descansaron en absoluto. Del mismo modo, los que tomaron descansos relajantes voluntarios estuvieron en mejor situación que aquellos que, al «descansar», tuvieron problemas para separarse de su trabajo. Alejarse de la computadora, el teléfono y la lista de tareas pendientes es esencial para aumentar la productividad. Las formas más eficaces de recarga son las pausas como caminar, leer y charlar porque lo alejan de su trabajo. En un día muy atareado, puede ser tentador pensar en lidiar con correos electrónicos o hacer llamadas telefónicas como descansos, pero no lo son, así que no ceda a estas ideas.

No espere hasta que su cuerpo le diga que tome un descanso. Si espera a estar cansado para tomar un descanso, será demasiado tarde: ya habrá perdido la oportunidad del pico de productividad. Cumplir con el programa asegura que trabaje cuando es más productivo y que descanse durante los momentos que, de lo contrario, serían improductivos. Recuerde que es mucho más productivo descansar por períodos breves que continuar trabajando cuando está cansado y distraído.

Artículo publicado originalmente en World Economic Forum en español.

 

 

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