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Marcos Martín, CEO de Decelera: "En España ya no se habla de fracaso, sino de invertir con más cuidado"

Marcos Martín es emprendedor y CEO de la primera desaceleradora de startups del mundo. La opción para los que quieren se han cansado de este mundo de prisas. En su programa, solo aceptan startups que ayuden a cumplir los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU.

Marcos Martín, CEO de Decelera: «En España ya no se habla de fracaso, sino de invertir con más cuidado»

Las instrucciones parecen ser siempre las mismas. Corre, avanza, vas demasiado despacio, crea, mejora, más deprisa. En una sociedad que nos empuja, implacable, a ir hacia delante, no importa a dónde, pero hacia delante; un grupo de utópicos ha creado un espacio donde parar, desacelerar. «Mi vida ha estado siempre muy pegada a las grandes ciudades y a su velocidad. Un día me di cuenta de que esos problemas que estaban ahí latentes y para los que no acababa de encontrar solución, se veían de otra manera cuando llegaba a un espacio con poco ruido mental. Allí se abría una nueva dimensión de hipercreatividad». Marcos Martín (Valladolid, 1973) decidió convertir esta experiencia personal en Decelera, la primera desaceleradora de startups del mundo, una opción para los que han dejado de querer correr. «Vivimos en la era de hiperocupación y nuestro cerebro necesita espacios para crear, para sacar los superpoderes que tiene».

¿Es la velocidad un obstáculo a la creatividad?

La ocupación, más bien. Al final cuando estás gestionando una empresa, estás al volante y tu responsabilidad es llevarlo bien sin dar giros equivocados. Para estar concentrado en esto, necesitas tener espacios para ti, de reflexión profunda, para decidir cuál es la siguiente ruta. Los grandes empresarios lo hacen: Mark Zuckerberg y Bill Gates se bloquean una semana al año, con una lista de libros, se recluyen en una casa, leen y ahí toman muchas decisiones. En el ecosistema emprendedor nadie ofrecía un espacio para reflexionar cuando se está empezando a definir la compañía. Todas las herramientas que había eran de presión, de velocidad, para invertir ya. En el momento inicial es cuando más valor está generando una startup, y nadie había propuesto nada. Al final todas estas reflexiones acabaron en una desaceleradora de startups.

¿De qué manera puede ayudar parar antes de empezar?

Por poner un símil: Mark Zuckerberg es como si fuera en una nave interestelar en la que tiene un montón de información sobre lo que está ocurriendo en su empresa. En cambio, un emprendedor que está empezando va en una especie de triciclo donde tiene que ir mucho más rápido de lo que debería y además está tomando decisiones de girar aquí o allá sin saber cuáles serán las consecuencias. Esto genera una ansiedad enorme. Nosotros les ofrecemos un espacio donde repensar de forma profunda sobre su modelo de negocio y donde poder validar las ideas que tienen por ahí por la cabeza. Además, metemos mucha ingeniería humana: ofrecemos herramientas al equipo fundador sobre qué habilidades humanas van a tener que poner en práctica y qué hard skills. Además, al hacerlo en grupo, de repente, encuentras amigos en la soledad; porque la soledad del líder es algo dificilísimo de gestionar, hay que valer para eso.

 

El programa de Decelera se desarrolla durante dos semanas en Menorca. | Crédito: Decelera

 

En el programa de Decelera —antes conocida como Menorca Millennials— participan entre 20 y 30 startups, procedentes de todo el mundo, que se sumergen en Menorca durante dos semanas. Allí los equipos fundadores de las compañías se reúnen con expertos e inversores para identificar cuáles son los problemas de sus modelos de negocios, buscar soluciones y validarlas. En esta próxima edición, que comienza el 24 de mayo, van a participar Martin Varsavsky, cofundador de Jazztel; Mario Alonso Puig, cirujano y experto en motivación, o Manel Adell, ex CEO de Desigual, entre otros. «El 70% toma un decisión importante sobre la estrategia de la empresas. Hay casos salvajes de gente que entra en el programa con una propuesta de hardware y decide que esa máquina no va a funcionar jamás y se decanta por hacer un software«, cuenta Martín, en una tarde de invierno en Madrid, que todavía queda muy lejos del recuerdo balear.

Desde la primera edición en 2015, el 43% de las 90 empresas participantes ha conseguido financiación y han alcanzado un total de inversión de más de 74 millones de euros. Alguna de ellas, como BeOn Energy —que desarrolla paneles solares para los consumidores y permite ahorrar el 30% del consumo de electricidad en casa— ha sido elegida como la mejor startup en la categoría de energía y sostenibilidad en el South Summit 2018.

Otro aspecto que les diferencia, señala, es que prestan «mucha atención al superhéroe que está lanzando un proyecto y que va a estar subido en una montaña rusa». «Apenas hemos identificado aceleradoras o productos de referencia que metan en su currículum el aspecto humano. Los mentores en una aceleradora te van a enseñar a hacer blockhacking o escalabilidad para abrirte a nuevos países, pero no te van a enseñar a hacer minduflness o a tener prácticas diarias de meditación». 

La condición indispensable para entrar en la desaceleradora es que la startup esté alineada con uno de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible de Naciones Unidas.

¿Por qué los Objetivos de la ONU?

Hay una cambio de paradigma en el mundo. La economía tal y como la hemos conocido hasta ahora se regía por unos principios que nos han llevado al borde del principio. Tenemos un problema serio en el planeta, en valores humanos. Estos problemas están aflorando porque se está agotando el modelo. Ahora la pregunta es qué viene después. Para mí, está claro que tiene que venir una humanización muy fuerte de la economía. Nosotros queremos estar ahí. Nuestro leitmotiv es que queremos estar con la próxima startup que su producto o servicio genere una disrupción seria en favor de un mundo mejor. La primera pregunta es: ¿tu producto o servicio está haciendo algo en favor de crear un mundo mejor? Si es que sí, es: ¿cuál de los 17 objetivos de Naciones Unidas? Necesitábamos buscar un estándar y los 17 objetivos de naciones unidas son el primer terreno de juego donde han empezado a hablar países y empresas.

¿Cómo funciona el filtro de un mundo mejor? ¿Están haciendo Glovo o Cabify un mundo mejor? 

Nuestro punto clave es la persona que dirige la compañía, porque un negocio va a evolucionar en función de su CEO. Puedes construir algo mucho mejor o mucho peor para el planeta arrancando del mismo punto. Por eso, las dos primeras preguntas son súper personales, buscamos a alguien que tenga una sensibilidad especial, que piense en generaciones futuras. Por otra parte, es inevitable que cuando hay un disrupción grande en un sector se generan fricciones en todos los sentidos. Sobre Glovo, si el que está detrás de la empresa es consciente de que se está precarizando el mundo laboral y le da igual en su toma de decisiones, no es el perfil que nosotros buscamos. Si por el contrario, cree que está dando oportunidades de trabajo a gente que no la tendría y que inevitablemente hay que pasar por esta situación temporal de indefinición laboral, si tendría cabida. En el caso de Cabify, para mí es bastante más claro: están abriendo un melón. Llevábamos muchos años en un monopolio, en el que la gente está cómoda haciendo un trabajo y ofreciendo un servicio pobre, porque no puede ser sustituido por otro. Entonces, llega alguien que ofrece un servicio mejor, en el que no te pueden engañar con los kilómetros ni darte vueltas, y que gestiona mucho mejor las flotas, con lo cual emite menos CO2 y consume menos combustible. Si se mide la eficiencia de Cabify contra el taxi, estoy seguro de que gana por goleada Cabify.

 

A la derecha, Marcos Martín durante una charla.

Marcos Martín, que ha desarrollado gran parte de su carrera profesional en el sector energético europeo y durante 15 años lideró un lobby de energías renovables, se define como un emprendedor desde pequeñito. Montó su primera startup cuando estudiaba en la universidad. «Me escapé de ser un becario de departamento. Yo estuve nueve años en la universidad, y no repetí cursos, y me dio tiempo a probar proyectos distintos. Entre que lo montas, lo ideas, lo lanzas y falla, han pasado tres años. Lo mejor en esta vida siempre es ponerse andar».

¿Cómo se lleva aquí en España el fracaso?

Cada vez mejor, pero mal. El fracaso es EEUU es una medalla que te pones y aquí ha sido un estigma salvaje y se está desestigmatizando ahora. Ya no creo que sea un problema, no tiene que suponer un freno absoluto. A mí ahora que estoy en actitud de montar equipo, me viene con alguien que ha montado tres proyectos y le han salido mal los tres y me viene otra persona con un PHD, con un doctorado en algo y vamos, tiene que ser muy buena la del doctorado…

¿Hemos conseguido que se valore por al menos haberlo intentado?

Sí, totalmente. Ahora se habla si de esta de moda ser emprendedor, y que es un poco peligroso invertir en startups porque los proyectos nacen sin solidez, solo porque está de moda. Ya no se habla del fracaso, sino de que hay que invertir con más cuidado, pero que hay que invertir.

¿En qué punto esta el ecosistema de startups español? ¿Se siguen persiguiendo los resultados inmediatos y una rápida monetización?

El ecosistema está madurando super rápido. España tiene un tipo de talento muy valioso, tiene todavía un coste de equipos razonable que hace que nos estemos igualando a los hubs europeos de forma muy rápida. Si hace cinco años hubieran invertido por ti en España te hubieran dicho que quieren empezar a ver un retorno en seis meses y muchísima participación de la compañía. Eso se está mejorando, ya encuentras más inversores que no tienen tanta urgencia si ven que estás generando valor. Hay una frase que dice Niklas Zennström [fundador de Skype]: “Nos apasionan los emprendedores que están obsesionados con generar valor aunque se la peguen a 200 por hora. En esa persona volveremos a invertir, nos da igual que se haya gastado todo el dinero”. Esta cultura va llegando al sur de Europa. Es verdad que estamos muy lejos de San Francisco. Hay empresas que se han tenido que ir a capitales extranjeros para seguir levantando rondas de financiación. Wallapop es un gran ejemplo de esto, de no saber cómo monetizarlo. Esto es una pequeña tragedia, porque la idea se origina aquí, el valor se genera aquí, pero al final, se van de nuestro territorio porque el capital que hay aquí no les entiende. Lo que ha pasado con Cabify es una especie de milagro, un milagrornio.

¿Qué entendemos exactamente por generar valor?

Generar valor es cuando tú estás convencido de que lo que te has inventado va a mejorar algo a alguien: ya sea un producto o un servicio. El valor está directamente relacionado con a cuánta gente le va a mejorar, a cuántos les va a impactar. Por eso hay que pensar en grande, aunque aquí eso no nos guste. Hay que decir: «Mira lo que vamos a hacer es para el mundo entero».

¿Cómo se puede potenciar la valentía a lanzarse, a salirse del camino?

En mi caso, llegué a ser indefinido en la empresa pública, que es el sueño de muchos y duré tres años. Aquí lo que es básico es que hay que ser muy sincero con uno mismo y tú cada mañana, mirarte al espejo y decir: ¿estás haciendo lo que te gusta? ¿Te estás acercando al sitio que te gusta? El valor de los humanos está en lo que no podrán hacer los robots y en lo que haces súper bien.

A veces el miedo no es por fracasar, sino por motivos económicos. ¿Es el mundo del emprendedor una opción solo para gente con dinero?

Aunque me cueste decir que sí, hay una parte que sí. Tienes que ser capaz de haber ahorrado algo de dinero. Si vives en casa de tus padres todavía lo puedes intentar, pero te generará fricciones. Una parte de una startup es diseñar cómo vas a gestionarte desde que tienes la idea hasta que la empiezas a ejecutar; hay que pensar: no me voy a meter en este proyecto, sin poder estar un año en el que no tenga ingresos. Lógicamente, si tienes el dinero porque en tu familia te la ofrecen, esa parte no la tienes que pensar. Pero esto ha ocurrido siempre no solo en las startups de emprendedores, sino con quien quiere poner un negocio de cualquier tipo. Pero si demuestras pasión, puedes encontrar a gente dispuesta a perder dinero por ti.

¿Hay un desequilibrio en el número de hombres y mujeres que emprenden? Y luego, en un segundo nivel, ¿se apuesta menos por mujeres?

Si me pongo en el asiento del emprendedor hay un desequilibrio clarísimo, creo que una mujer que emprende no sale desde la misma línea, sale un poquito más atrás, cuando arranca. En cuanto empieza a evolucionar, una mujer emprendedora, una CEO de una compañía que está yendo bien, es súper atractiva a nivel de negocio. Desde el mundo de vista de la parte inversora, creo que hay una oportunidad salvaje, porque el sector es muy homo driven y las mujeres son extremadamente mejores desarrolladoras de negocio.

¿Un mensaje de cara a las jóvenes?

Ponte a emprender ya, tenéis un potencial en salvaje, ahora mismo, si eres mujer, emprendedora, tienes muchísimos puntos a favor. El mayor freno son las propias mujeres. 

¿Qué necesita un buen emprendedor?

Ser muy resiliente, tener una pasión enorme, estar convencido de que lo que va a hacer va a cambiar el mundo, saber leer muy bien las opiniones y tener mucha capacidad de persuasión para construir un equipo bueno, buenos inversores, vender bien sus productos. 

El último mensaje de Marcos Martín funciona como un bonus track: «Cógete la mochila y recorre el mundo para darte cuenta de que eres parte de los 100 millones de personas que mejor vive. Podrías haber nacido en Ghana o en Liberia y tu vida sería mucho más difícil. Si estás leyendo esta entrevista, eres ya un afortunado. Te tienes que permitir ser un poco más valiente, porque ya la vida te ha demostrado suerte». 

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