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Las propuestas de la banca ética para reformar la economía en la era post-COVID

Las entidades que evitan las operaciones especulativas y se vuelcan en proyectos con impacto social ven en la pandemia una oportunidad para poner la economía al servicio de los ciudadanos

Las propuestas de la banca ética para reformar la economía en la era post-COVID

Damir Spanic

«¿Queremos una economía verde o una economía gris?», se pregunta Mikel García-Prieto, director general de Triodos Bank en España. La entidad neerlandesa, que opera en España desde 2004, es uno de los referentes de la banca ética en Europa. Estas empresas —que, a diferencia de los bancos tradicionales, evitan las operaciones meramente especulativas y se vuelcan especialmente en financiar proyectos con un impacto social positivo, como aquellos que benefician al medioambiente— ven en la pandemia del coronavirus una oportunidad para acometer reformas que permitan poner la economía al servicio de los ciudadanos. «Ahora ya sabemos los efectos que tiene la economía gris contaminante en el planeta y en la salud de las personas y tenemos que hacer una transición hacia la economía verde», responde el propio García-Prieto.

Además, plantea una segunda cuestión. «Tenemos una economía que ha demostrado ser muy eficiente para generar rentabilidad, pero muy poco resiliente para sobreponerse a situaciones como esta», dice a The Objective, en referencia a la pandemia de la COVID-19. «La dependencia de suministros de terceros países y las condiciones en las que se trabaja en mucho de esos lugares hacen que se generen factores de falta de resiliencia, como cuando pasa algo y esos suministros no nos llegan o hacen que se generen situaciones de absoluta desigualdad en las que trasladamos a países terceros la producción en unas condiciones que sabemos que no son dignas», lamenta.

Triodos no es la única entidad de la banca ética que apuesta por reformar el sistema financiero para lograr una economía más justa. Fiare Banca Ética, otra de las principales empresas del sector propone impulsar la economía social y gravar la economía especulativa.

«Lo que pedimos es que todo el dinero que se canalice para solucionar esta situación, en muchos casos procedente del Estado, sea para impulsar la economía real», cuenta a este diario Juan Garibi, responsable comercial y de estrategia de la entidad, de origen italiano y con presencia en España desde 2005. «Y eso significa evitar la economía fuera del control, en paraísos fiscales, pero también evitar la economía puramente financiera que tiene que ver con los mercados de derivados y similares. Al final se trata de que el dinero llegue a quien lo necesita», explica.

«Y por otro lado está también la tasación», añade. «La imposición de una tasa a las transacciones financieras especulativas tiene que ver precisamente con la reducción de los movimientos a corto plazo que no tienen que ver con una racionalidad económica, sino con una racionalidad, a veces, incluso de buscar quién es el próximo que va a perder en el mercado para sacar yo rentabilidad. Por eso tenemos que salirnos de esa dinámica».

Propuestas concretas

Ambas entidades, Triodos y Fiare, han hecho una serie de propuestas a raíz de la crisis del coronavirus. La primera acaba de publicar el documento Reset the economy, en el que anima a «Gobiernos, empresas y sistema financiero a reiniciar la economía a través de un plan detallado y ambicioso que gira en torno a tres ejes: redefinir las cuestiones sistémicas, reevaluar la forma en la que vivimos, cooperamos y nos relacionamos y rediseñar la economía». Según Triodos, «para dar los pasos correctos hacia la reconstrucción económica es fundamental comprender que la ruptura con la naturaleza (zoonosis, deforestación desenfrenada, expansión incontrolada de la agricultura, la explotación de especies), la desigualdad social y entre países y las debilidades en la atención sanitaria (con efectos más severos en los países con menor nivel de ingresos) y el crecimiento económico como principal vector del modelo económico son las causas de la crisis sistémica que la enfermedad COVID-19[contexto id=»460724″] ha puesto de manifiesto».

Fiare ha elaborado también su propio plan de recomendaciones para superar esta crisis, Las propuestas de Banca Etica para la reactivación de una economía saludable, en el que lamenta, por ejemplo, que «el sistema financiero en su conjunto ha demostrado clamorosamente ser incapaz de operar en favor del interés general». No es la primera vez que Fiare propone reformas económicas. «Es un documento aprobado por nuestro consejo de administración en el que nosotros reconocemos abiertamente que algunas de esas propuestas también las hicimos con la crisis anterior, que estaba más vinculada al mercado financiero, y no vimos que se hayan tomado», lamenta Garibi.

Al preguntarle si este será finalmente el momento del cambio, se le escapa la risa. «Al final nosotros no controlamos los resortes. Nosotros estamos obligados a hacer aquello que tenemos que hacer, que es negarnos a amparar transacciones especulativas, a gestionar recursos que estén relacionados con paraísos fiscales y a recoger dinero que proceda de una amnistía fiscal porque no queremos ser cómplices de eso. Entonces, nosotros, primero, no nos metemos en ese jardín», sentencia. «Y segundo, proponemos a todas las autoridades que intenten evitar esos jardines. Luego que lo acepten o no va a depender de ellos», se resigna.

Abandonar la obsesión por el beneficio

Puede sorprender escuchar a profesionales de la banca hablar abiertamente de renunciar a mercados millonarios y de evitar beneficios inmediatos, pero algunas de estas prácticas entran en conflicto con los principios de la banca ética. «Tenemos que dejar atrás esta forma de ver la economía como algo basado en el crecimiento y maximizar la rentabilidad y empezar a verla como aquellas actividades que satisfacen necesidades de las personas», advierte el director general de Triodos. «La economía de la salud nunca va a ser la más rentable, pero sí es muy necesaria y tenemos que poder financiarla y no someterla a ajustes por no ser la actividad más rentable», ejemplifica.

Es una tesis similar a la que sostiene el responsable de Fiare. «Hay que buscar aquellos espacios donde hay menos presencia de economía sumergida y donde, por tanto, no hay presencia de ciertos mercados internacionales: de armas, estupefacientes y demás porque, al final, la economía sumergida es el caldo de cultivo para el lavado de dinero que procede de estas actividades», defiende Garibi. «Cuanto más espacio haya para la economía social, más seguros estaremos de que el dinero está invertido de verdad porque no hay una expectativa de beneficio personal, sino un beneficio colectivo», añade.

Sin embargo, para lograr un cambio, esa filosofía también ha de trasladarse a los usuarios. «Venimos de una tradición donde lo gratis y el precio barato eran la prioridad y ya nos hemos dado cuenta de que eso tiene muchas consecuencias y que, a largo plazo, es muchísimo más consistente, resiliente y estable tener un precio justo para que los que están trabajando por darnos los servicios tengan un salario digno y para que no abusemos de las condiciones del trabajo en ciertos lugares», explica García-Prieto.

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