Manolo García: "No se le puede dar alas a un banquero y tirar limosna a un jubilado, esto es una pesadilla"
Hablamos con el compositor, cantante, poeta y escritor Manolo García sobre su nuevo disco y sobre la actualidad política social.
Su primer trabajo fue con 14 años en una carpintería de su barrio natal de Poblenou en Barcelona. 4.000 pesetas fue su primer sueldo. A partir de ese momento y hasta los 31 años, Manolo García –Manuel para los amigos– bregó en 19 empresas diferentes hasta dedicarse de lleno a la música. Hasta entonces trabajó diseñando juguetes, en una fábrica de muebles, repartiendo material de oficina, también en varias empresas de diseño gráfico… Con 62 años, García es de esas personas que conoce bien el significado del verbo trabajar.
Ahora, cuando cumple dos décadas de trayectoria en solitario, el músico catalán nos entrega nuevas dosis de deslumbrante talento. De su inagotable agudeza brotan canciones con sabor a clásicos con pasmosa naturalidad. Se abre el cofre de su imaginación y surgen 16 tesoros reunidos en este ‘Geometría del rayo’, puro Manolo García. «El mensaje de este disco es de búsqueda de la felicidad. Dicen que la felicidad no existe, que son momentos.. ¡Pues si son momentos, vayamos a por ellos!», apunta el artista a The Objective.
Cantante, compositor, poeta y pintor, García no puede vivir sin arte. Esa es su forma de ser libre. Así nos lo cuenta en las instalaciones de Sony Music, en pleno Paseo de la Castellana, donde nos cita para presentarnos su nuevo trabajo. «No puedo parar de pintar, leer o componer. Esta es mi forma de crear un mundo paralelo donde todo es volátil, efímero, pero muy nutritivo. Así alimento mi espíritu y mi alma».
Cazador de palabras, lector contumaz y devorador de libros de Paul Auster, Pío Baroja, Josep Pla o Pérez Galdós, reflexiona sobre el reggaeton y asegura que «flaco favor le hace este estilo musical a la música latina. Hay cosas groseras que no hacen falta y la gente joven debe educarse en la luz y no en la oscuridad y lo sucio. Hay que tener un respeto por la lengua y amarla y, sin querer parecer alguien demasiado moral, pienso que hay que hablar bonito y escribir bien«.
«Todo el mundo tiene que tener una vida digna, no se puede permitir que nadie abuse de nadie»
De esta forma, García es consciente que vive bastante al margen de las costumbres del siglo XXI en una ciudad tan cosmopolita como Barcelona. Sin redes sociales, dispone de whatsapp tan sólo desde hace unos meses, hace alusión a su primer single y asegura que nunca es tarde para «volver a empezar, a ser feliz, para dar un abrazo, bañarse en un río, caminar por la playa, decir te quiero…».
—¿Nunca es tarde para volver a confiar en los políticos?—le pregunto.
—Se lo tienen que ganar –responde mientras pega un sorbo a su vaso de té—. A mí me gusta oír al expresidente de Uruguay, José Mujica. Su discurso me parece coherente con sus actos cotidianos, y me gusta lo que proclama y su pretensión. Cuando un político en España empiece a demostrar eso y no que solo piensa en su partido, en él mismo, en su futuro, en su sueldo… cuando realmente alguien demuestre con hechos que hace avanzar el país, que mejora la vida de las personas que confían en él, entonces yo le daré un abrazo y me quitaré el sombrero.
—¿No hay ningún político en España por el que se quite el sombrero?
—Me gustó mucho el gesto de Julio Anguita de renunciar a su acta de diputado y a su sueldo vitalicio. Son actos que dan idea de la talla de ese político. Ese sueldo vitalicio puede ayudar a vivir a mucha gente que están en condiciones infamantes e indignas. Ese vivir de unos tan, tan bien y otros tirados no creo que sea correcto y es obligación del político ser consciente de ello, salir a la calle y tomar medidas en la dirección correcta.
Manolo García no olvida su origen obrero. Hijo de manchegos labradores que tuvieron que emigrar a Barcelona en los años 50, de su infancia recuerda sus veranos en Albacete con sus tíos y abuelos y cómo empezó a forjarse como músico en las calles de Barcelona. «Era la década de los 70, los chavales comenzábamos a escuchar pop y rock y comenzaban a surgir las primeras bandas» –recuerda, y añade: «La mezcla de esos dos mundos me ha formado como persona, ha sido mi patria y mi bandera».
Lo de los pensionistas le parece «una infamia». «En esta sociedad todo el mundo tiene que tener una vida digna, no se puede permitir que nadie abuse de nadie. No puede tratarse con favor a los bancos y dar alas a un banquero y, sin embargo, frenar y parar los pies a un jubilado tirándole limosna. A un banquero se le presta un dinero que es de todos y sin embargo no se le pide que lo devuelva, pero a un jubilado, una persona que ha trabajado toda su vida, se le amenaza. Aquí hay un error, esto es una pesadilla. Nuestros políticos deben ser justos y equitativos, deben ser personas de honor, honorables de verdad, los sabios de la tribu, tienen que gobernar la nave con maestría, con pericia, si no han de abandonar el barco y dejar que otros lo hagan mejor».
«Nuestros políticos deben ser personas de honor, los sabios de la tribu»
Le preocupa la situación de Cataluña, su tierra. En vísperas del 1 de octubre emitió un comunicado en el que llamaba al diálogo. Durante nuestra conversación, hace referencia a la famosa ‘mano tendida’ a la que tanto hacen referencia nuestros políticos. «Que se tienda de verdad, que para eso están y cobran un sueldo estupendo, para arreglar las cosas para la mayor cantidad de gente posible«.
—Por qué, en general, en la sociedad, en pleno siglo XXI, cuando hay más inteligencia, más robótica, más tecnología, más mentes preclaras pensando en mejorarlo todo, las cosas son más complicadas?—le pregunto en un halo de esperanza de encontrar la respuesta certera.
—Risas) El problema, a mi entender, es que creo que las soluciones deberían ser globales. No se puede permitir que un país vaya bien pero el vecino no. Todos los países deberían ir bien, para ello deberíamos mirar un poco más a las naciones del norte de Europa. No podemos dejar que se ponga un palo en la rueda de la evolución.
En este sentido, también hace referencia a las trabas que el mundo de la música está sufriendo a la hora de reivindicar los derechos sociales. Aquí, el cantautor lo tiene claro: «Igual que cualquier persona tiene derecho a hablar de lo social y lo político, es respetable que surjan cantautores que pongan el dedo en la llaga en lo que sucede a día de hoy. Eso sí, siempre desde el respeto y sin odio«.
Ahora, el que fuera cantante de ‘El Último de la Fila’ , comienza su gira en Girona el próximo 6 abril, donde por primera vez actuará en el Palau Sant Jordi para deleitar, una vez más, a su fiel público con una nueva dosis de deslumbrante ingenio.