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España y la ONU: hay una silla para ti

España quiere recuperar su lugar en el Consejo de Seguridad de la ONU, el órgano de la gobernanza mundial. Lo renueva cada diez años. Y ahora es su turno de nuevo. Para ello, tiene que conquistar el voto de 129 de los 193 estados representados en la Asamblea General. Un reto para el que ha desplegado una red de alianzas a lo largo y ancho del planeta. Una estrategia en la que el nuevo rey, Felipe VI será quien ejerza el liderazgo.

Mariano Rajoy busca en Guinea apoyos a la candidatura española a la silla rotatoria del Consejo de Seguridad de la ONU (Fuente: Pool Moncloa)

La última vez tuvo lugar en el bienio 2003-2004. No dejó pasar mucho tiempo. En 2005, cuando aún empezaba a enfriarse la silla que ocupaba hasta meses atrás, el Gobierno de España comenzó a trabajar para recuperar ese puesto como miembro no permanente en el Consejo de Seguridad de la ONU. Presentaba oficialmente su candidatura. «La voluntad de España es trabajar en el Consejo con un espíritu abierto, constructivo y comprometido con la paz y seguridad internacionales, con la promoción y defensa de los derechos humanos y con la búsqueda de un desarrollo sostenible para todos», anunció el presidente Mariano Rajoy ante la Asamblea General de la ONU en 2012.

El Consejo de Seguridad de la ONU está formado por cinco miembros permanentes -Francia, Reino Unido, Rusia, China y Estados Unidos- y diez miembros no permanentes. España libra la batalla por su asiento con Turquía y Nueva Zelanda. Para conquistar el codiciado asiento debe lograr el voto a favor de su candidatura de dos tercios de los 193 estados que integran la Asamblea General de la ONU. Para ello, se ponen en marcha toda una serie de alianzas y estrategias que ya han comenzado a tejerse en el ámbito diplomático. Se trata de una prioridad total, en estos momentos, para el gobierno de Mariano Rajoy, en la que se está implicando de manera muy particular el propio Presidente.

Bazas sobre la mesa

España ha puesto en marcha una campaña para ganarse el apoyo internacional a su candidatura. Según ha podido saber Investigations, las regiones donde está desplegando la mayor parte de su potencial estratégico son África e Hispanoamérica, aprovechando cada pequeña ocasión para sumar votos.

África resulta una perita en dulce a la hora de asegurarse votos en la Asamblea General de la ONU: 54 estados tienen derecho a voto en el organismo internacional. Representa más de un tercio de los votos necesarios para sentarse de nuevo en el Consejo de Seguridad. Le sigue de cerca América Latina y el Caribe, donde el apego cultural con su antigua metrópoli podría ser clave. Son otro importante filón para España: se disputan cerca de 40 votos.

Conquistando África

“Nuestra agenda se resume en una frase: cuanto más próspera sea África, más próspera será España”, afirmó Mariano Rajoy en la Cumbre de la Unión Africana celebrada este jueves 26 de junio en Malabo, Guinea Ecuatorial. Fue su guiño a las principales naciones del continente. El presidente español reiteró a los líderes africanos que España seguiría siendo su aliado. Lo hizo arrojando los datos más seductores que podía ofrecer: el comercio de España con África ha crecido un 250% en los últimos diez años y ya supera al existente con América Latina.

Tras esto, el jefe del Ejecutivo español no tardó en pedirles su voto para la batalla por la famosa silla en la ONU. «Si España resulta elegida puedo asegurarles que, durante esos dos años, África no tendrá tres asientos en el Consejo de Seguridad, sino cuatro», prometía Rajoy, que fue además el único dirigente europeo invitado a la cumbre. No desaprovechó la oportunidad y ya en suelo africano, el presidente del Gobierno mantuvo diferentes reuniones bilaterales con los presidentes de Mauritania, Mohammed Uld Abdelaziz y de Guinea Ecuatorial, Teodoro Obiang.

Hay, en cambio, un disputado rincón de la geografía africana que impide el voto de Reino Unido a España: el Peñón de Gibraltar. El conflicto hace imposible su apoyo a España en la Asamblea General de la ONU. Se trata, en definitiva, de una cuestión imperial que hace irreconciliable el apoyo entre ambas naciones, aseguran a Investigations fuentes cercanas al Gobierno español. Su voto sería, previsiblemente, para Nueva Zelanda.

El espíritu de la Pepa

En 2012 tuvo lugar un importante hito en la candidatura, en lo que se refiere a recabar votos al otro lado del charco. El entorno, Cádiz. Se conmemoraba entonces el bicentenario de la Constitución conocida popularmente como “La Pepa” (1812), una fecha a celebrar en el calendario de la Hispanidad. Mejor contexto imposible para replantear las alianzas entre los estados de América Latina y el Caribe y la antigua metrópoli. El Ministro de Asuntos Exteriores anunciaba entonces el compromiso “unánime” de los países de América Latina a la candidatura de España al Consejo de Seguridad de la ONU.

Un compromiso y un éxito diplomático que se había alcanzado en dicha cumbre, celebrada el 16 y 17 de noviembre de 2012. Una gran operación que oculta en su “cara b” todo un entramado de empresas españolas al otro lado del Atlántico. Firmas bancarias como el Banco Santander o BBVA; energéticas como Repsol, Iberdorla o Gas Natural; constructoras como ACS, FCC o Acciona o de gestión de infraestructuras como Ferrovial y Abertis. No hay que olvidar que España es el segundo inversor de la región, por detrás de Estados Unidos.

Felipe VI, último cartucho

El calendario avanza y Rajoy y Margallo quieren poner toda la carne en el asador en la recta final de la carrera hacia la silla vacante. La Asamblea General se reunirá el próximo mes de septiembre para decidir quiénes serán los miembros no permanentes que integrarán el Consejo de Seguridad de la ONU. Es la última oportunidad de los candidatos para conquistar el voto de los más indecisos.

La candidatura española no será defendida ni por el Presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, ni por el Ministro de Asuntos Exteriores, José García-Margallo. Como tantas veces se ha hecho con el Rey Juan Carlos, España delegará este delicado liderazgo en su más alto representante institucional: el Rey Felipe VI. Recién llegado al trono español, el monarca tendrá en sus manos el último cartucho de España para recuperar su silla. Su discurso será el último argumentario ante los gobernantes de los 193 países que votarán.

No se trata sólo de una decisión estratégica o política, sino también protocolaria. Su intervención tendrá lugar el primer día, fecha reservada a los jefes de Estado. Es decir, Felipe VI hablará en la jornada inaugural, momento en que los medios de comunicación de todo el mundo centrarán su atención en lo que ocurre en torno a la Asamblea General. Una atención que, en su caso, será doble, ya que será su presentación ante el mundo como nuevo Rey de España. Todos los ojos estarán puestos sobre el discurso de Felipe VI, sin duda uno de los momentos decisivos del inicio de su nuevo cometido. Según el rotativo español El País, el Rey definirá en su intervención las grandes líneas del programa de política exterior de su nuevo reinado.

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