Nagore Laffage, el nombre que marcó para siempre los Sanfermines
Se llamaba Nagore Laffage y tenía solo 20 años. En los Sanfermines de 2008, fue brutalmente asesinada por José Diego Yllanes Vizcay, que entonces era residente de Psiquiatría en la Clínica Universitaria de Navarra. Este joven psiquiatra decidió entonces que no querer mantener relaciones sexuales con él era suficiente motivo para violar y matar a golpes a Nagore, que pidió auxilio en vano.
Se llamaba Nagore Laffage y tenía solo 20 años. En los Sanfermines de 2008 fue brutalmente asesinada por José Diego Yllanes Vizcay, que entonces era residente de Psiquiatría en la Clínica Universitaria de Navarra. Este joven psiquiatra decidió entonces que no querer mantener relaciones sexuales con él era suficiente motivo para violar y matar a golpes a Nagore, quien pidió auxilio en vano.
Nagore, que estudiaba Enfermería, hacía prácticas en el hospital donde trabajaba José Diego. Sin embargo, nunca habían cruzado una palabra hasta que, en la madrugada del 7 de julio, se encontraron en un bar de Pamplona.
Él acababa de despedirse de su novia y Nagore disfrutaba de las últimas horas de fiesta con sus amigas. Poco después, ambos se fueron juntos al piso de José Diego. Se besaron y acariciaron, y él dio por hecho que eso llevaría al sexo. No se le pasó por la cabeza que Nagore quizá no quisiera acabar en su cama y, cuando esta se negó, él decidió ignorarla.
Su respuesta fueron 38 golpes. Una brutal paliza, una tortura, fue el método que José Diego Yllanes utilizó para arrebatarle la vida a la joven Nagore. Le arrancó la ropa con violencia, le partió el labio, le amorató los ojos, la apaleó, le causó gravísimas lesiones internas. Por si no era suficiente, la estranguló y, una vez muerta, pensó en descuartizarla, pero solo llegó a cortarle un dedo.
Durante este calvario, Nagore pudo llamar al 112 de Navarra. “Estoy muerta, me mata”, dijo con un hilo de voz, pero de nada sirvió. Horas más tarde, su madre, Asun Casasola, recibía la noticia más dura de su vida. Su hija, que había salido de fiesta la noche anterior, no volvería a casa nunca más.
La polémica sentencia
Igual que ha ocurrido con el caso de La Manada, en el que cinco hombres fueron inicialmente condenados a 9 años de cárcel por abuso sexual, y no por agresión sexual, por violar a una chica en un portal, la sentencia del caso Nagore fue duramente criticada por la sociedad. José Diego Yllanes no fue condenado por asesinato; solo se le consideró culpable de homicidio. ¿Por qué? Por confesar el crimen y, además, por ir borracho. De todos los agravantes posibles, el jurado popular decidió que solo existía el de superioridad física sobre la víctima.
El psiquiatra, que ya no está en la cárcel a pesar de haber pasado tan solo una década del crimen, fue finalmente condenado a 12 años y seis meses de cárcel por un delito de homicidio con agravante de superioridad física sobre la víctima.
El alcohol, el arrebato emocional y la confesión salvaron al asesino de Nagore de pasar más de 20 años en prisión, como pedían las acusaciones particulares y las asociaciones de defensa de las mujeres y contra la violencia machista.
Nueve años y ocho meses después de ser condenado, Yllanes accedió a la libertad condicional. En 2020, el asesino de Nagore podrá volver a ejercer como psiquiatra en la sanidad pública. En la sanidad privada ya puede hacerlo desde que accedió a la libertad condicional.
La madre de Nagore, un ejemplo de lucha
Asun Casasola recuerda cada año el dolor que sintió el 7 de julio de 2008, fecha en la que empiezan unas de las fiestas más populares de España. Sin embargo, lejos de esconder su dolor o alejarse de las cámaras, lleva una década luchando por los derechos de la mujer, para lograr un cambio en la Justicia y que no haya más casos como el de Nagore.
“Pensaba que en estos diez años la Justicia habría cambiado un poquito después del gran fallo que tuvo, para mí, con Nagore, pero me llevé el gran chasco cuando salió la sentencia de La Manada”, dijo en unas declaraciones a Info7 Irratia pocos días antes del aniversario de la muerte de su hija. “Se tienen que sentar y pensar qué es lo que están haciendo mal. Yo no digo que cambien mañana ni pasado, pero tendrán que sentarse y pensar lo que están haciendo mal porque no vamos la sociedad y ellos a mismo nivel”.
En el juicio por el asesinato de Nagore, el juez le preguntó a su madre si su hija “era muy ligona”. “Yo entonces dije: ya está, están juzgando a Nagore”, explica Asun Casasola.
Una década después, se siguen haciendo preguntas similares. Durante el juicio de La Manada, hubo quien, a través de las redes sociales, criticaba a la víctima por haberse ido sola con cinco hombres, o por ir borracha, o por no tener cuidado. Desde el asesinato de su hija, Asun Casasola lucha junto a las asociaciones feministas para que se deje de juzgar a las víctimas en casos de este tipo, para que se juzgue, única y exclusivamente, a los acusados.
Aunque su caso no levantó la gran ola de manifestaciones que ha generado el de La Manada, quizá porque no existía la fuerza actual de las redes sociales, quizá por la falta de concienciación de la sociedad, el nombre de Nagore ha marcado los Sanfermines para siempre.
Su historia puede verse en el documental de Helena Taberna, que ha cedido los derechos en varias ocasiones para que su documental pueda ser visto de manera gratuita y el crimen contra Nagore pueda seguir siendo recordado.
Los abusos sexuales en los Sanfermines
Casos como el de Nagore o el de La Manada sacuden a la sociedad y la hacen reaccionar. Una prueba de ello es el aumento de las denuncias de abusos o agresiones sexuales durante los Sanfermines en los últimos años.
Según un informe elaborado por la Universidad Pública de Navarra, elaborado por encargo del Ayuntamiento de Pamplona, En 2006 y 2007, antes del asesinato de Nagore Laffage, no hubo ninguna denuncia. En 2008 y 2009, fueron dos las mujeres que decidieron denunciar a sus agresores. Este número aumentó a cuatro en 2010, pero volvió a descender hasta tres en 2011 y a dos en 2012. El número de denuncias se mantuvo entre tres y siete en los años siguientes, y no fue hasta 2016, el año en que ocurrió el caso de La Manada, cuando la concienciación social y el auge del feminismo llevaron a 20 mujeres a denunciar abusos o agresiones sexuales en los Sanfermines, un número que aumentó a 22 en 2017.
No solo en los Sanfermines han aumentado el número de denuncias. Las manifestaciones y las campañas de concienciación han llegado a toda España, y en fiestas como las Fallas de Valencia, la Feria de Málaga, la Tomatina de Buñol y el Pilar de Zaragoza también hay un gran número de denuncias por delitos contra la libertad sexual.
Para tratar de evitar que ocurran casos de agresiones sexuales e incentivar el rechazo de la sociedad y las denuncias, el Ayuntamiento de Pamplona ha creado este año una campaña por los Sanfermines en igualdad. La campaña incide en aspectos como impulsar y garantizar la presencia de las mujeres en los espacios de participación y organización de las fiestas, sensibilizar sobre el origen de la violencia sexista y promover una imagen de difusión de los Sanfermines en los que la diversidad de las mujeres está presente, entre otros.
Este año, las manifestaciones y protestas han vuelto a ser las protagonistas de los días previos a los Sanfermines, unas fiestas en las que, a pesar de los esfuerzos, siguen ocurriendo numerosos casos de abusos y agresiones sexuales. En estas concentraciones, las asociaciones feministas se han acordado de la víctima de La Manada, pero, en especial, de Nagore.