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Apuntes sobre las ‘midterms’: ¿qué está en juego en las primeras elecciones de la presidencia de Trump?

¿Son las ‘midterms’ del 6 de noviembre las elecciones más importantes del año? Aquí te damos las claves para entender qué se vota.

Apuntes sobre las ‘midterms’: ¿qué está en juego en las primeras elecciones de la presidencia de Trump?

Reuters

Hay dos palabras que usted, querido lector, va a escuchar bastante durante las próximas dos semanas: midterm elections. Elecciones legislativas de Estados Unidos, en castellano de Valladolid. Unos comicios que se celebran cada cuatro años en noviembre. Fecha que este 2018 cae en día 6. La denominación midterm viene dada porque son elecciones que suceden en medio del mandato presidencial.

¿Qué se vota en las midterm elections? Pues bastantes cosas. Se vota la Cámara de Representantes del Congreso en su totalidad, se vota un tercio del Senado, se vota quién gobernará en 36 estados y, por último, se renueva por la vía electoral un alto porcentaje de cámaras legislativas estatales; 87 de 99. Tanto la Cámara de Representantes como el Senado se encuentran actualmente bajo control del Partido Republicano, por cierto.

Estamos, pues, ante unos comicios importantes.

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Según las predicciones de Michael McDonald, el próximo 6 de noviembre votará entre un 45% y un 50% del electorado. | Foto: Mirah Curzer | Unsplash

Pero si usted, querido lector, no ha escuchado hablar de las midterm elections hasta ahora, o ha escuchado hablar de ellas pero muy de pasada, no debe hacerse de menos. A fin de cuentas, los primeros en pasar un quintal del asunto han sido los propios estadounidenses. Ahí están las cifras de participación; hace décadas que no supera el 40%. Por el contrario, en las elecciones presidenciales la participación suele rozar e incluso superar el 60%. Según Michael McDonald, investigador en la Universidad de Florida, los estadounidenses suelen dar dos razones para no acudir a las urnas en las midterms: o bien ese día están muy ocupados o bien el tema carece de su interés.

Sin embargo, la llegada de Donald Trump al poder –y la consiguiente escalada de tensión política en Estados Unidos– puede cambiar las cosas.

Pocas semanas después de la victoria del magnate neoyorquino en las elecciones presidenciales del 2016 la muchachada progresista, superado el pasmo inicial, comenzó a pasarse por las redes sociales un mensaje que decía más o menos lo siguiente: “No esperes al 2020; la primera batalla está mucho más cerca. A dos años vista. En las midterms del 2018. Involúcrate”. Si se atiende a los datos que arrojan las últimas encuestas, el mensaje ha calado. McDonald, el investigador de la Universidad de Florida, declaró hace unos días a la NPR que según sus predicciones el próximo 6 de noviembre votará entre un 45% y un 50% del electorado. Cifras que tampoco son para tirar cohetes pero que, de cumplirse, reflejarían un cambio de actitud. De hecho, habría que remontarse hasta 1970 para ver una participación similar; 1970, recordemos, fue el año que clausuró una de las décadas más agitadas de la historia reciente de Estados Unidos. El movimiento por los derechos civiles de los negros, la llamada “revolución sexual”, la segunda ola de feminismo impulsada por, entre otras, Betty Friedan y su ensayo The Feminine Mystique o el desastre de Vietnam con todas las manifestaciones en contra de la guerra son episodios característicos de los años 60. También los asesinatos de Kennedy, Luther King, Malcolm X y George Lincoln Rockwell.

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«La influencia directa de la ciudadanía sobre las instituciones es mayor en esta votación que en cualquier otra», afirma Ronn Owens. | Foto: NANCY LAPID | Reuters

Es decir: aunque Trump no se somete directamente al voto de nadie en noviembre, estas elecciones se perciben como un referéndum sobre sus dos primeros años en la Casa Blanca. Dependiendo de los resultados que obtenga el Partido Republicano en las diferentes votaciones se podrá ver si la popularidad del presidente es tan baja como esperan algunos comentaristas o si, por el contrario, el ciudadano que votó a Trump en 2016 sigue fiel a Trump y la sociedad estadounidense sigue, por tanto, en las mismas: dividida al cincuenta-cincuenta. De ahí que usted, querido lector, vaya a escuchar las palabras midterm elections con bastante frecuencia durante las próximas dos semanas.

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Ronn Owens, un afamado y galardonado locutor de radio afincado en California, lleva medio siglo comentando la actualidad política estadounidense y entrevistando a personalidades de todo tipo y condición. Progresista en asuntos sociales y tirando a conservador en temática fiscal, es también autor de un libro –Voice of Reason: Why the Left and Right Are Wrong (Voz de la razón: por qué la izquierda y la derecha están equivocadas)– que ha sido aplaudido por gente en las dos trincheras.

“El apartado más significativo de estas elecciones es la votación de la Cámara de Representantes”, me comenta Ronn por e-mail. Opina así porque su composición –hay 435 escaños– sale directamente de lo que se vota en los distritos. Es un voto muy, muy local. Por eso hay quien entiende que la papeleta ‘cuenta’ más en este caso que en el del Senado, por ejemplo, donde sólo hay 100 escaños. “La influencia directa de la ciudadanía sobre las instituciones es mayor en esta votación que en cualquier otra”, aclara el locutor. Teniendo en cuenta que este año las midterms se perciben como un voto a favor o en contra de Donald Trump, Ronn considera que muchos acudirán a las urnas pensando más en el presidente que en los asuntos de su distrito.

El columnista conservador Jay Cost, pluma habitual en revistas como National Review o The Weekly Standard, también considera que lo más interesante de estas elecciones será observar qué sucede con la Cámara de Representantes. Aunque, en su opinión, el interés va más allá de lo simbólico; más allá de comprobar la popularidad de Trump. “Si el Partido Demócrata consigue recuperar el control de la Cámara de Representantes podrá hacer dos cosas: investigar al presidente y detener las propuestas del Partido Republicano en materia de impuestos y Sanidad”, explica. Efectivamente: la Cámara de Representantes tiene el poder de citar a declarar al presidente de Estados Unidos, y Jay Cost sospecha que los Demócratas utilizarán los recursos de la Cámara para investigar a Trump en todos los frentes posibles; el empresarial, el personal y el político. “Dependiendo de lo que encuentren los efectos de esa investigación pueden ser enormes; dañaría las posibilidades de reelección de Trump en las elecciones del 2020 y la incertidumbre global crecería exponencialmente”.

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Una investigación seria dañaría las posibilidades de reelección de Trump en las elecciones del 2020 y la incertidumbre global crecería exponencialmente. | Foto: Lucy NIcholson | Reuters.

Steven Brams, profesor de Ciencias Políticas en la Universidad de Nueva York, está de acuerdo con Jay Cost: piensa que la capacidad de la Cámara de Representantes para investigar al presidente es lo que debería preocupar a Trump si finalmente los Demócratas recuperan su control. De todas formas, recuerda Brams, el proceso no depende únicamente de la Cámara de Representantes. Si ésta encuentra evidencias y decide presentar cargos contra el presidente (el famoso impeachment), el caso pasaría al Senado. Según la Constitución de Estados Unidos, se requieren dos tercios del Senado para condenar al presidente –o al cargo electo– que haya sido acusado por la Cámara de Representantes. Y si bien hay bastantes posibilidades –un 85% según FiveThirtyEight, el portal de cálculo electoral dirigido por el prestigioso analista Nate Silver– de que la Cámara de Representantes pase a estar bajo el poder de los Demócratas tras estas midterms, los pronósticos indican que el Senado se mantendrá en manos de los Republicanos. Resumiendo: lo más probable es que la vía del impeachment tenga un recorrido más bien corto y eminentemente simbólico. Como señala Jay Cost, una investigación de estas características afectaría sobre todo al prestigio de Trump, y sus consecuencias se verían –si es que se ven– a medio plazo. En las elecciones presidenciales del 2020.

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Roger Senserrich es politólogo, vive en Connecticut y lleva años dedicándose a estudiar la interacción entre sistemas políticos y economía. En España es conocido por ser el editor de Politikon, un blog que da voz a académicos con ganas de promover el debate político desde el conocimiento de las ciencias sociales. Un debate alejado de eslóganes lapidarios, vaya, pero alejado, también, de la aridez que a veces domina las conversaciones de la Academia.

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Barack Obama saluda durante la campaña de los candidatos demócratas en Wisconsin. | Foto: Sara Stathas | Reuters.

Hace un par de meses Roger escribió en Politikon dos artículos sobre estas midterms (se pueden leer aquí y aquí). Una de las cosas que dijo entonces fue que si bien los medios van a prestar gran atención a las votaciones de la Cámara de Representantes y del Senado, para él son las votaciones de los gobernadores y las votaciones de las cámaras legislativas estatales las realmente decisivas.

¿Por qué?

“Porque en Estados Unidos, a nivel federal, no se hace demasiada política. Donde se hace muchísima política es a nivel estatal. Por eso los estados tienen tantísimo poder aquí. Y tal y como está actuando el Tribunal Supremo últimamente –otorgando más y más capacidad de decisión a los estados– ese poder va a seguir creciendo en años venideros”, explica durante la conversación que mantuvimos al respecto.

¿Pero si los Demócratas recuperan el control de la Cámara de Representantes…?

“Lo que sucederá, en ese caso, es que la agenda legislativa de Trump quedará paralizada. No podrá sacar prácticamente nada hasta el 2021, siempre y cuando salga reelegido”, aclara. Lo que harán los Demócratas –explica Roger– será vetar cualquier cosa que no sea un plan de infraestructuras o alguna historia parecida, y en paralelo presentar su propia agenda legislativa; proponer leyes aun sabiendo que serán vetadas por el Senado o, en última instancia, por el propio presidente. “En conclusión: veremos esa clase de oposición de postureo cuya verdadera intención es que la gente se entere de tus propuestas, de lo que tú harías si te dejasen, a través de los periódicos”.

Y usted, querido lector, puede pensar que detener la agenda legislativa de Trump no es asunto menor y que, por tanto, en la votación de la Cámara de Representantes hay mucho en juego. No obstante…

“Estos dos últimos años los Republicanos han tenido el control de ambas cámaras, pero dejando al margen recortes de impuestos Trump apenas ha podido sacar grandes iniciativas adelante. Pero porque aquí es muy difícil sacar adelante leyes; el Senado tiende a bloquear todo y la Cámara de Representantes ya es en sí misma bastante disfuncional”, expone Roger. Y cita un ejemplo: “Trump ni siquiera pudo derogar la reforma sanitaria de Barack Obama, que era una de las principales promesas electorales de los Republicanos”.

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Demostraciones en el primer día en la Suprema Corte de Brett Kavanaugh | Foto: Joshua Roberts | Reuters.

Sí tendría más consecuencias una victoria de los Demócratas en el Senado. Más que por la posibilidad de que un impeachment prospere, que también, porque tamaña victoria detendría el nombramiento de jueces federales afines a Trump; cargos con muchísimo poder de decisión y –ojo al dato– vitalicios. “En estos dos primeros años los Republicanos han nombrado un número récord de jueces federales y eso tendrá un impacto considerable a largo plazo en temas tan trascendentes como la capacidad de regulación del gobierno federal y la relación entre el gobierno y los estados”. Tal y como explica Roger, muchos de los jueces federales nombrados desde que Trump llegó a la presidencia son conservadores del ala dura que buscarán, con sus sentencias, poner límites al gobierno federal a la hora de legislar temas como el aborto, las relaciones laborales o cuestiones medioambientales. Por tanto, y dado que es el Senado el que aprueba los nombramientos del presidente, en el hipotético caso de que los Demócratas recuperen su control la avalancha de jueces ultraconservadores se detendría.

Pero como ese caso no sólo es hipotético sino también harto improbable, Roger insiste en que son las elecciones de los gobernadores y las de las cámaras legislativas estatales las realmente decisivas en estas midterms. Porque –repite– en Estados Unidos “la política estatal cambia mucho más la vida de la gente”.

Además, sucede otra cosa: el 2020 es año de censo.

¿Y qué pasa en los años de censo? Pues pasa que el mapa de distritos electorales puede redibujarse. “En la mayoría de los estados son las cámaras legislativas las encargadas de establecer, con el nuevo mapa, qué votantes escogen a qué representantes”, explica Roger. Tal y como están dibujados ahora mismo esos mapas, el Partido Republicano sale muy favorecido.

Un caso paradigmático es el de Austin, la capital de Texas y también la ciudad más progresista del estado. Lawrence Wright, un periodista de la revista The New Yorker que reside en la ciudad, cuenta en su libro God Save Texas (Dios salve a Texas) que Austin está dividida en seis distritos electorales y que en cinco de ellos gana el Partido Republicano. “A mí me representa Roger Williams, un distribuidor de vehículos de Weatherford que se encuentra a doscientas millas de aquí”, cuenta Wright en un capítulo –divertidísimo– donde explica cómo funciona la política texana.

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2020 es año de censo y eso significa que el mapa de distritos electorales puede redibujarse. | Foto: Alexander Drago | Reuters.

De modo que estas midterms ofrecen al Partido Demócrata una oportunidad de oro para aumentar su representación en buena parte de las cámaras legislativas estatales que se someten a votación. Si los Demócratas lo consiguen en 2020 estarán en posición de controlar, ya sea parcial o totalmente, cómo serán los nuevos mapas de distrito. Mapas que, por cierto, se revisan cada diez años.

“Si lo piensas bien, son políticos escogiendo votantes, y no al revés”, sentencia –riéndose– Roger. “Una práctica muy norteamericana”.

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