Pete Buttigieg, el demócrata llamado a ser el primer presidente abiertamente gay de Estados Unidos
Este joven exmilitar, alcalde y político homosexual es uno de los favoritos en la carrera hacia las primarias del partido demócrata
Puede que no tenga el nombre más fácil de pronunciar, pero es el que más está sonando entre los presidenciables. Con apenas 37 años, Pete Buttigieg [ˈbuːtədʒədʒ] está llamado a ser un pionero. Este candidato a las primarias demócratas podría convertirse en el presidente más joven de Estados Unidos, y también en el primero abiertamente homosexual. En 2018 se casó con Chasten Glezman en la catedral de San Jaime de South Bend, Indiana –su ciudad natal–, un templo que pertenece a la Iglesia episcopal estadounidense, una de las pocas iglesias cristianas que bendice las uniones entre personas del mismo sexo.
Buttigieg no siempre estuvo fuera del armario. El aspirante pensaba que ser un funcionario público era «totalmente incompatible» con su condición sexual. No obstante, y en un gesto valiente, Buttigieg decidió salir del armario en un Estado muy conservador, Indiana, donde en varias de sus ciudades todavía era legal despedir a alguien por ser homosexual por aquel entonces.
Su sexualidad, por supuesto, no es lo único que lo define. Este exmilitar –de hecho se postula como el candidato con mayor experiencia en Defensa desde el expresidente Bush– se afilió a la Marina estadounidense como oficial de inteligencia en la reserva y estuvo destinado en Afganistán en 2014.
También es un político de carrera: desde 2012, Buttigieg ejerce como alcalde en la misma ciudad donde nació, que cuenta con 100.000 habitantes, lo que la convierte en la cuarta ciudad de Indiana. Su interés por la política viene de lejos: graduado primero en Harvard y después en Oxford, siempre estuvo cerca de los círculos políticos universitarios. Por ejemplo, su tesis en Harvard versa sobre el puritanismo en la política exterior de Estados Unidos. Y su interés por la política no se refleja solo en la teoría: Buttigieg ejerció presidente del Comité Asesor Estudiantil en sus primeros años académicos.
Algo que ha llamado poderosamente la atención mediática en torno a la figura de Buttigieg es que es políglota y habla siete idiomas. Es capaz, por ejemplo, de lamentar el incendio de Notre Dame en francés o de abordar la política de inmigración norteamericana en español, un idioma que domina como lo hace su contrincante en las primarias, además de tocayo, Pete O’Rourke. Precisamente sobre inmigración es sobre lo que más incisivas son las propuestas de Buttigieg de cara a las presidenciales de 2020.
Una reforma integral de inmigración para proteger a los dreamers
Buttigieg ha sido claro y meridiano en cuestiones de inmigración. El aspirante a presidente defiende la necesidad de proteger a los soñadores, o dreamers, que buscan un futuro en Estados Unidos. Estos dreamers son jóvenes inmigrantes indocumentados que entraron en Estados Unidos de manera irregular acompañando a sus padres cuando eran menores y que sin saber su condición irregular han crecido y vivido en este país al que consideran su hogar. Para defenderlos ha propuesto una reforma integral de inmigración.
Hijo de inmigrante –su padre es maltés, de ahí su apellido–, su discurso es de los más progresistas en este ámbito dentro del partido. La cuestión de la inmigración se revela fundamental de cara a 2020 y al enfrentamiento ante Donald Trump[contexto id=»381723″], y es que muchos todavía consideran que Hillary Clinton no estuvo a la altura en la defensa de una política inmigratoria justa frente al discurso xenófobo del ahora presidente.
Tercero de una larga carrera contra Trump
La candidatura de este nuevo aspirante demócrata –ya son 20 en total, incluido el exvicepresidente Joe Biden– ha levantado tal expectación que las encuestas lo situaban, escasas horas después de presentarse, en el tercer puesto en intención de voto en las primarias de su partido.
De entre esos 20 candidatos sobresalen grandes figuras, como la del mencionado Biden, pero también los de Kirsten Gillibrand, senadora famosa por su implicación en el movimiento Me Too; Bernie Sanders, excandidato en las primarias de 2016; o Elizabeth Warren, senadora por Massachusetts. Sin embargo, la lucha de Buttigieg no está aún frente a estos pesos pesados, sino que se enfrenta directamente en un cuerpo a cuerpo con otros aspirantes llamados a ser la revolución del partido demócrata.
Es el caso de Beto O’Rourke, que mientras hace unas semanas era un auténtico fenómeno en las filas demócratas, su popularidad se ha visto mermada por la irrupción de Buttigieg, de quien se aprecia especialmente su cuidada oratoria –frente a los discursos enardecidos de O’Rourke– o su impecable currículo académico.
Este nuevo niño bonito de América tiene posibilidades, especialmente, entre los millennials, los votantes LGTB y todos aquellos más progresistas. Aire fresco contra el septuagenario Donald Trump.