La capacidad de combate no reduce sus causas: los incendios forestales ya son como huracanes
El principal problema al que nos enfrentamos como sociedad es que las políticas públicas dedicadas a los incendios continúan centrándose en la extinción en vez de en su génesis
La palabra palanca según la Real Academia Española significa:
1. f. Máquina simple que consiste esencialmente en una barra rígida que se apoya y puede girar sobre un punto, y que sirve para transmitir una fuerza.
En el 2018 la Fundación Felipe González impulsó la iniciativa Palancas: la revolución de las pequeñas cosas. Se trató de un documento –bueno, más que un documento, una «palanca» que pretende que las conclusiones sean llevadas a la práctica– de 37 propuestas factibles y necesarias para la sociedad. No se pretende con estas ‘palancas’ hacer un decálogo de reformas para España, pero sí desde la ciudadanía darle fuerza y viabilidad a caminos para mejorar los problemas que nos atañen a todos. Ser una palanca que impulse pequeños, pero grandes cambios.
Este miércoles 12 de junio en el Espacio Bertelsmann se presentó la palanca número 38: Mega incendios: entre el caos y la oportunidad. Se trató un asunto al que pareciera solo prestamos atención cuando es demasiado tarde: cuando el fuego se ha extendido. Es decir, cuando saltan a la prensa trágicos titulares como: Tragedia en Pedrógão Grande donde entre el 17 y el 24 de junio de 2017 en Portugal 64 personas murieron y 135 resultaron heridas por un inmenso incendio forestal. Y es que, según los ponentes y expertos, los incendios no desaparecerán aunque cada vez contamos con más maquinaria y mejor entrenamiento para enfrentarlos, “siempre irán por delante de nosotros”. Así lo ha explicado Francisco Castañares Morales, uno de los conferenciantes quien ha advertido de que: “No hay capacidad de luchar contra esto. Insistimos en ir detrás de los incendios con los medios tradicionales cuando no es suficiente”.
La génesis del problema
El bombero y experto en esta temática Marc Castellnou Ribau ha explicado cómo el éxodo rural, los cambios socioeconómicos y el cambio climático facilitan una acumulación inmensa de combustible vegetal listo para arder con intensidades y velocidades nunca vistas. “Antes vivíamos del bosque; ahora nos defendemos de él”, fueron palabras que escribió para El País en 2018, pero que están más presentes que nunca.
Los expertos, entre los que también ha destacado Mónica Parrilla representante de Greenpeace, han sostenido que “el fuego es un factor ecológico que siempre ha condicionado la conformación, evolución y estructura de nuestros ecosistemas y fortalecido su resiliencia. El problema es que no se conocía desde la prehistoria una acumulación de biomasa en nuestros montes y campos como el actual, lo que unido a unas condiciones meteorológicas propicias genera incendios con tal carga e intensidad que los sitúa fuera de capacidad de extinción cualesquiera que sean los medios destinados”.
Por su parte, Castellnou, quien ha estado en primera línea luchando contra el fuego en incontables ocasiones, ha criticado a la comunidad científica porque sostiene que hay realidades que nos están quemando y esta, por no ser aún capaz de explicar de inmediato algunos cambios ecológicos, no impulsa a la transformación necesaria en políticas públicas que resultan urgentes. Asegura que la Península Ibérica cuenta con el mejor sistema de extinción del mundo, pero la paradoja está en que la mejora en el combate no ha reducido la causa de los incendios que no es otra que “el abandono rural y la falta de gestión forestal supletoria”.
El principal problema al que nos enfrentamos como sociedad es que la políticas públicas dedicadas a los incendios continúan centrándose en la extinción en vez de en el origen de estos. Hay que desactivar los detonantes lo que significa que hay que actuar sobre el combustible.
La vegetación crece cada primavera a un ritmo anual de entre 2 y 4 toneladas de biomasa por hectárea, que al reducir su humedad por el calor es altamente inflamable. “Dirán que es costoso sacar la biomasa del monte, como si extraer petróleo del desierto o bajo el mar fuera fácil y barato. O que el camino que proponemos conduce a la sobreexplotación de nuestros recursos forestales, como si fuéramos incapaces de actuar com criterios de sostenibilidad”, pero los analistas insisten en que la solución está allí: en la gestión del paisaje como única alternativa.
Menos incendios, pero más potentes
Un dato destacable: España es el tercer país del mundo en el que más ha aumentado la superficie forestal durante los últimos 10 años. Esta superficie se ha duplicado durante los últimos 100 años y debido a que, aunque tenemos actualmente menos incendios que antes, estos son mucho más grandes, por lo que hay que replantear el paradigma para poder aminorar sus daños.
Actualmente en España, Francia y Portugal el 98% de los incendios consume el 4,6% de las superficies quemadas, pero el 2% de los incendios restantes arrasa el 95,4% de la superficie que queda.
En 2017 se describió la sexta generación de incendios como aquella que se lleva por delante grandes comarcas y, por supuesto, numerosas víctimas. Fuegos que, por primera vez en la historia, han sido capaces de transformar la atmósfera a nivel de mesoescala y de multiplicar las intensidades caloríficas emitidas por la bomba atómica.
Ahora hemos entrado en la séptima generación de incendios aún más imbatibles, como huracanes que no dejarán más opción a protección civil que desalojar los espacios y salvar vidas.
Es por esta razón que la invitación por parte del expresidente socialista Felipe González, quien ha cerrado el evento, ha sido a “cambiar el paradigma de la lucha contra incendios” para centrarse en la prevención a través de la gestión del paisaje. «Vivimos de verdades convencionales que son mentira. En el momento en que estamos ante una tragedia señalamos a un culpable, es producto de que vivimos en una sociedad monoteísta”, ha reflexionado para concluir que detrás de los fenómenos de este tipo estamos los humanos y las sociedades.
También ha invitado a la Comunidad Europea (CE) a actuar en conjunto ante este desafío. “La CE debe entender que los incendios forestales son un problema de todos. Frente a las nuevas realidades es imposible que apliquemos recetas que ya funcionan», ha dicho.