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Mounir Baatour, el primer candidato abiertamente gay a presidir un país árabe

El abogado Mounir Baatour, líder del Partido Liberal, aspira a convertirse en el nuevo presidente de Túnez

Mounir Baatour, el primer candidato abiertamente gay a presidir un país árabe

Reuters

Además de ser un abogado reconocido, Mounir Baatour es, a sus 48 años, el líder del Partido Liberal de Túnez, el presidente de la asociación Shams, que lucha por los derechos LGBT en el país árabe y el primer candidato abiertamente homosexual que se presenta a unas elecciones presidenciales en lo que comúnmente se conoce como mundo árabe y que engloba las regiones del Magreb y del Masreq.

Baatour aspira a convertirse en el nuevo presidente de Túnez, un país donde la homosexualidad es castigada por la justicia con penas de prisión, según una ley creada por Francia durante el protectorado. El propio Baatour la conoce bien. En 2013 fue condenado a tres años de prisión por su orientación sexual. Una condena que no llegó a cumplir en su totalidad, ya que fue liberado a los tres meses, pero en la que no estuvo exento de torturas.

Ahora, tras la reciente muerte de Béji Caïd Essebsi, el primer presidente elegido democráticamente por sufragio universal en Túnez, y consciente de sus escasas posibilidades de ser elegido presidente, Baatour lucha por hacerse con el poder con un programa electoral centrado en la defensa de las minorías sexuales y religiosas, las políticas económicas y sociales –como el aumento de los salarios– y la ayuda a los desempleados.

Mounir Baatour: primer candidato abiertamente gay a presidir un país árabe
Partidarios de la comunidad LGBT sostienen un cartel en árabe que dice: «La única enfermedad es la homofobia». | Foto: Hussein Malla/AP.

La muerte de Béji Caïd Essebsi a la edad de 92 años ha allanado el camino para una elección presidencial anticipada en este país pionero de la Primavera Árabe. Túnez, la punta de lanza de los países árabes que se rebelaron contra sus gobiernos en 2011, es uno de los pocos en el que los ciudadanos han ganado en libertades y derechos con el establecimiento de una nueva Constitución en 2014.

Para Baatour la Primavera Árabe fue «una auténtica revolución» que hizo que en Túnez haya mejorado la libertad de expresión, la libertad de asociación, la libertad para crear partidos políticos y «una apariencia de democracia», según asegura a The Objective. No obstante, a su parecer, hay un tema que ha empeorado notablemente desde entonces: la islamización del poder. Crítico con los partidos islamistas como Ennahda, asegura que el servicio civil ha sido «ahogado» por los funcionarios islamistas y que las libertades individuales como los derechos LGTB[contexto id=»383891″] y los derechos de los no musulmanes se han reducido, y que la economía se ha deteriorado.

Baatour: «Lo que realmente necesita Túnez es una revolución cultural que cambie las mentalidades hacia un mayor modernismo»

La Carta Magna de 2014 contiene tres artículos, el 21, 23 y 24, relacionados en cierta manera con colectivo LGTB. En ellos se establece la protección de la integridad física, contra la tortura o los registros. Sin embargo, del artículo 49 no se habla demasiado. Este artículo está al final del capítulo dedicado a la libertad individual y establece lo que está permitido y lo que no.

La Constitución es el documento de mayor valor en la leyes tunecinas, se encuentra en la cúspide de la pirámide, pero el verdadero problema radica en el artículo 230 del Código Penal, que condena la sodomía. Lo estableció en 1913 el Protectorado francés, lo instauraron por tanto los colonialistas, aunque posteriormente se tradujo al árabe. Este artículo condena con penas de entre 3 a 5 años de prisión las relaciones entre dos hombres.

Baatour fue condenado a tres años por homosexualidad en 2013. Cuenta que las condiciones de su encarcelamiento fueron «demasiado duras» y que sufrió tortura psicológica y falta de acceso a la atención que necesitaba. No habla de maltrato físico, aunque reconoce haber escuchado el testimonio de homosexuales que han sido torturados en prisión. Conocido es el llamado «test anal», que los funcionarios aseguran que se hace con el consentimiento de la persona, pero no es así. Esta práctica es, sin duda, una vulneración de los Derechos Humanos, aseguraba en 2017 Hafedh Trifi, miembro del comité ejecutivo de la Asociación Tunecina por la Justicia y la Igualdad (DAMJ).

Uno de los casos más sonados en Túnez fue el del joven de 22 años Marwan, arrestado y condenado en 2015 por homosexualidad, previo sometimiento al test anal. Tras convertirse en un hecho muy mediático y llevarse a cabo numerosas campañas para su liberación, salió de la cárcel tres meses después de su detención, una vez pagada la fianza de más de 1.000 euros y de haber quedado marcado por las vejaciones sufridas en el proceso y los antecedentes penales.

En Túnez aún queda mucho por hacer. Según Shams, el año 2018 cerró con «cifras récord» de represión a la diversidad sexual –más de 127 arrestos por homosexualidad y más de 500 solicitudes de asilo en Europa por parte de homosexuales–. Los aspectos relacionados con género e identidad en las sociedades árabes generan un intenso debate, donde predominan los prejuicios y el desconocimiento. La reivindicación de los Derechos Humanos es tarea pendiente para muchos ciudadanos y, en particular, para las minorías como el colectivo LGTB. «La situación solo empeora. Todo lo que queda por hacer pasa por la abolición del artículo 230 del código penal».

Baatour tiene claro que su arresto fue más político que otra cosa y carga contra el partido islamista Ennahda que por aquel entonces gobernaba en Túnez. «Tengo información de que mi arresto por homosexualidad se debió a la posición de mi partido contra los islamistas y contra el partido Ennahdha».

Mounir Baatour: primer candidato presidencial abiertamente homosexual del mundo árabe
El activista tunecino LGTB y candidato presidencial Mounir Baatour trabaja en su oficina en Túnez. | Foto: Zoubeir Souissi/Reuters.

El político liberal es especialmente duro con el islamismo –la unión de religión y política–. «El islam sigue estando muy presente en la sociedad, pero es más bien el islam político el que causa problemas debido al uso de la religión como un medio de propaganda política y un medio para ganar control sobre las multitudes al hacerles creer que si votan por los islamistas irán al cielo». Su formación política, el Partido Liberal, se ha comprometido a rechazar el uso de la religión con fines políticos y a acabar con cualquier marginación o exclusión de cualquier partido político por sus creencias democráticas.

El camino por hacerse con el poder democráticamente en Túnez, liderando un partido político que se encuentra en el centro derecha de la lista de partidos tunecinos, y que naturalmente promueve el liberalismo político y el desarrollo económico y social, no ha sido fácil. De hecho, la política de su partido a favor de la normalización de las relaciones con Israel es probablemente más preocupante para los votantes árabes conservadores que la derogación de las leyes de sodomía. Una cuestión por la que ha sido criticado por los sectores más radicales del nacionalismo árabe.

Batoour asegura que en su programa electoral no hay normalización con Israel y que esta debe estar condicionada por el derecho del pueblo palestino a un estado independiente y soberano de las fronteras marcadas en junio de 1967. «Los opositores a mi idea son los nacionalistas árabes que todavía prometen arrojar a Israel al mar», dice, y asegura ser un «hombre de paz» y estar a favor de que el pueblo israelí y el pueblo palestino «vivan en paz».

Mounir Baatour: primer candidato abiertamente gay a presidir un país árabe 2

Una decena de organizaciones tunecinas por la defensa de las minorías sexuales, lideradas por el presidente de la asociación Mawjoudin, Ali Bousselmi, han lanzado una campaña de firmas contra Baatour, al que han calificado de «amenaza» y han acusado de varios casos de abusos sexuales, incluidos menores, y de no respetar la vida privada de los miembros de la comunidad poniendo en peligro su integridad. «Somos conscientes de lo importante que es para nuestra causa presentar la candidatura de un miembro de la comunidad LGTB a las elecciones presidenciales en un país en el que la homosexualidad es un crimen, pero jamás apoyaremos a una persona por su orientación sexual o su género sin cuestionarnos sus métodos», aseguran los firmantes en un comunicado de prensa.

Una acusación que el político liberal niega rotundamente y nos asegura que «no tienen ninguna evidencia», que son meras difamaciones que «serán procesadas». Nos explica que la rivalidad entre Shams, la organización pro LGTB que lidera, y Mawjoudin es muy antigua, y acusa a esta última de no ser una auténtica asociación LGTB. Carga, además, contra su presidente, Ali Bou Salem, del que dice que tiene un problema con su posición con respecto al conflicto israelí-palestino. «Ali Bou Salem es un antisemita que odia a los judíos; es un nacionalista árabe extremista y xenófobo que está a favor del exterminio del pueblo judío», sentencia.

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