Biden vapulea a Sanders mientras Trump plantea la renta básica universal
Biden arrasa en Florida y deja a Sanders prácticamente sentenciado, y el coronavirus complica la relección del Donald. Lo cuenta Borja Bauzá.
Poco antes de morir, el historiador Josep Fontana escribió un ensayo titulado El futuro es un país extraño. En sus páginas no se menciona el coronavirus porque la enfermedad todavía no había invadido nuestra rutina, pero el título –ahora lo sabemos– era dolorosamente premonitorio. Quién nos iba a decir hace dos semanas que las últimas derrotas de Bernie Sanders en las primarias del Partido Demócrata, derrotas que le dejan prácticamente fuera de la carrera electoral, iban a ser noticia menor en la prensa estadounidense y apenas una nota a pie de página en la internacional. Pero así estamos.
Frente demócrata
Ayer se celebraron otras tres primarias estatales: Illinois, Florida y Arizona. Si el presente no fuese ya un país extraño también se habrían celebrado las de Ohio, pero allí las autoridades pertinentes decidieron posponer la votación debido a la crisis sanitaria. Una decisión que podría tener consecuencias para el gobernador local, Mike DeWine, porque la tomó contraviniendo el criterio de un juez. DeWine ha dicho que las primarias de Ohio se celebrarán, finalmente, el 2 de junio. Ya veremos.
Algunos observadores comentaron anoche que el coronavirus[contexto id=»460724″] podía jugar a favor de Sanders al mantener lejos de los centros de votación a las personas de mediana y tercera edad. (La fortaleza de Sanders se encuentra en los jóvenes.) No cayó esa breva. En Florida, una región apodada “la antesala del Cielo” por la cantidad de jubilados que viven allí, Joe Biden arrasó. El 62% de las papeletas fueron para él y en algunos condados Sanders quedó incluso por detrás de aspirantes retirados como Michael Bloomberg. En Illinois y Arizona las victorias del candidato del establishment no fueron tan sonadas, pero sí suficientes.
Con estos resultados en la mano muchos analistas dan por concluida la aventura electoral de Sanders. Ahora las preguntas que sobrevuelan el ambiente son dos: cuándo anunciará su retirada el candidato izquierdista y cómo piensa atraer Biden a sus bases. Porque si algo caracteriza a muchos partidarios de Sanders es su lealtad kamikaze; su “o Sanders o nada”. Ahí están las presidenciales de hace cuatro años, cuando no pocos partidarios del senador de Vermont decidieron quedarse en casa antes de votar a Hillary.
Frente republicano
Hace dos semanas, antes de que el presente se convirtiera en un país extraño, Donald Trump solía aprovechar las primarias del Partido Demócrata para meter cizaña. Tuiteaba insultos a Biden, provocaba a los votantes de Sanders, se mofaba de Elizabeth Warren y le sacaba el dedo a Bloomberg. Estaba en su salsa.
Ya no.
Al Donald le ha costado, pero con más de cien muertos y miles de infectados sobre la mesa el coronavirus ha dejado de ser un producto de la imaginación de los Demócratas, la más vil de todas las fake news lanzadas contra él, para convertirse en una pandemia gravísima que hay que intentar atajar cuanto antes. No hay más que ver su Twitter; ahora parece el de la revista Science.
I always treated the Chinese Virus very seriously, and have done a very good job from the beginning, including my very early decision to close the “borders” from China – against the wishes of almost all. Many lives were saved. The Fake News new narrative is disgraceful & false!
— Donald J. Trump (@realDonaldTrump) March 18, 2020
Trump será muchas cosas, pero como bien dice David Cay Johnston, un perro viejo del oficio que lleva siguiéndole la pista desde aquellas inversiones ochenteras en Atlantic City, de tonto no tiene un pelo. El Donald sabe que la aparición del coronavirus ha complicado su reelección –entre otras cosas porque su primera reacción consistió en negar la existencia del problema– y por eso se ha puesto manos a la obra. Tiene siete meses para resolver el problema, y es un problema que tiene dos vertientes: la médica y la económica.
Para lidiar con la primera está buscando desesperadamente una vacuna. Ya sea por las buenas –inyectando recursos en los Institutos Nacionales de Salud– o por las malas –ofreciendo pasta a científicos alemanes para que, si dan con una vacuna, se la vendan a él en exclusiva–.
En cuanto a la segunda vertiente, el Congreso de los Estados Unidos está a punto de aprobar un paquete de ayudas valorado en cientos de miles de millones de dólares que contempla, entre otras cosas, entregar cheques por valor de 1.000 dólares a los estadounidenses. Lo que viene siendo una renta básica universal temporal, vaya. Paradójicamente, esta era una de las medidas que llevaba en su programa económico un candidato Demócrata que se cayó de la carrera electoral hace tiempo por no lograr conseguir ni un mísero delegado. ¿Su nombre? Andrew Yang.