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El cansancio texano

Una encuesta del Dallas Morning News, el diario más leído de Texas, otorga por primera vez la victoria a Biden.

El cansancio texano

Jakob Owens | Unsplash

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Acuda a una fiesta de universitarios norteamericanos, seleccione un corrillo y acérquese. Una vez integrado, suelte que está pensando en viajar a California. Le adelanto la respuesta: That’s so cool! Where exactly? Algo así como: ¡qué gran idea! ¿A qué parte? Luego, tras dar un par de sorbos al cubata y reírle alguna gracia al ilustrado de turno, acérquese a otro corrillo y suelte que está pensando en viajar a Texas. No diga Austin; diga Texas. Respuesta probable: What for? Es decir: ¿para qué?

La pregunta encierra otra más amplia: ¿para qué quieres ir a un lugar donde todo el mundo va armado, vota al Partido Republicano y adora a Chuck Norris? Una cosmovisión que viene avalada –eso piensan los que sueltan ¿para qué?– por el asesinato de John F. Kennedy durante la visita que pagó a la ciudad de Dallas en 1963.

Sin embargo, en su ensayo autobiográfico God Save Texas el periodista Lawrence Wright explica que esa cosmovisión parte de quien nunca se ha molestado en contrastar sus propios prejuicios. Wright, que tiene un Pulitzer en la vitrina, cuenta cómo las zonas urbanas llevan años decantándose por el Partido Demócrata y cómo la creciente población latina ha ido, poco a poco, alterando el panorama político texano. Así que el futuro, dice Wright, pinta azulillo.

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Residentes hacen fila para ser hacerse el test del coronavirus en Houston, Texas. Foto: Adrees Latif | Reuters.

Frente republicano

Semejante tesis –que Texas va camino de afiliarse al Partido Demócrata– acaba de ser secundada por una encuesta del periódico Dallas Morning News, el más leído del lugar. Según el sondeo, en noviembre el 46% de los texanos votará por Joe Biden y solo un 41% lo hará por Donald Trump. Es la primera encuesta local que da la victoria al candidato del Partido Demócrata; una noticia demoledora para un presidente que, siendo consciente de cuánto ha caído su popularidad en los estados que no suelen casarse con nadie, cuenta con los de siempre para mantener el pulso a Biden. Y Texas sigue, de momento, contándose entre los de siempre.

Uno de los motivos por los que Texas empieza a perder la paciencia con Trump tiene nombre y apellidos: COVID-19. El gobernador, Greg Abbott, está lidiando con uno de los rebrotes más virulentos del país y ha tenido que mandar de vuelta a casa a sus paisanos. Solo en la jornada de ayer el estado registró más de 10.000 nuevos casos y 87 muertos por culpa del bicho.

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Trump usando, finalmente, una mascarilla en su visita al Centro Médico Militar Walter Reed el 11 de julio. | Foto: Tasos Katopodis | Unsplash.

Si a eso se añade lo que ha salido a la luz, que el Donald lleva más de un mes sin hablar con Anthony Fauci, pues el mosqueo es pertinente. Bueno, “ha salido a la luz” suena a que algún medio de tirada nacional ha sacado la gran exclusiva tras pasar semanas presionando a sus fuentes. Y nada de eso. La información la ha compartido el propio Trump durante una entrevista concedida a la Fox. Según él mismo contó, ya no habla con el epidemiólogo más prestigioso del país –y asesor de la Casa Blanca en la materia– porque “aunque es un buen tipo, ha cometido muchos errores”.

(Fauci ha pasado las últimas semanas advirtiendo allí donde han querido escucharle de la ola de rebrotes que ahora, finalmente, ha llegado.)

Pero una cosa es que el Donald no hable con Fauci y otra muy diferente es que no escuche sus intervenciones en el Congreso. Prueba de que sí lo hace es que, tras meses negando la mayor, el sábado Trump apareció por primera vez en público luciendo una mascarilla. Fue durante la visita que pagó a un hospital militar sito cerca de Washington. Cuando le preguntaron por el asunto –el presidente lleva meses choteándose de Biden por llevar mascarilla– declaró que nunca ha estado en contra de su uso y que siempre ha defendido que tienen “su lugar y su momento”.

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Así reaccionó Roger Stone al enterarse de su perdón en su casa en Fort Lauderdale, Florida el 10 de julio. | Foto: Joe Skipper | Reuters.

Pandemias al margen, los medios progresistas han señalado otro motivo por el cual muchos votantes conservadores podrían estar mosqueados con el Donald: el indulto ofrecido a su amigo Roger Stone, quien fue condenado en febrero a 40 meses de cárcel por mentir al Congreso y por manipular testigos en el marco de la investigación sobre la posible injerencia de los rusos en las elecciones del 2016. Para profundizar sobre las andanzas políticas de Stone, un hombre tan habilidoso como siniestro, hay un documental en Netflix que no está mal.

Frente demócrata

Biden, alias Don Perfil Bajo, sigue recogiendo buenas noticias. Además de la encuesta publicada por el Dallas Morning News que muestra la querencia del pueblo texano, parece que el entramado financiero también apuesta por él. O eso dice The Wall Street Journal, que de lo que se cuece en la calle que le da el nombre sabe un rato.

Según el diario conservador, las razones detrás del viraje que ha pegado el mundo de las finanzas son dos. La primera es que, pese a todos los gestos de las últimas semanas hacia las bases de Bernie Sanders, los banqueros et alii consideran que Biden no se ha escorado tanto hacia la izquierda como para preocuparse. Es más: aplauden su política de consenso. Y esto enlaza con el segundo punto: Wall Street cree que, visto lo visto, Biden es el candidato que menos incertidumbre va a generar durante los próximos cuatro años. Y sí, claro que Wall Street quiere bajadas de impuestos y cuanta menos regulación mejor. Pero entre eso y el caos imperante, del cual culpan al Donald, pues bienvenido sea el mal menor.

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