No hace falta que grite, señora
La Convención Nacional Republicana comenzó horas después de que unos policías tiroteasen a un muchacho negro en Wisconsin. Sin embargo, y paradójicamente, el suceso podría estar jugando a su favor
Kenosha es la típica ciudad que te aparece en Fargo. Calles anchas, aceras desangeladas, mucho espacio entre edificios, un Walmart a las afueras y sus veinte graditos bajo cero en invierno. Pero, como sucede con las localidades que aparecen en la serie de Noah Hawley, su aspecto anodino no debe llevar a engaño. Porque a veces ocurren cosas.
La última ocurrió este domingo y, por supuesto, hay vídeo. En él se puede ver a un hombre negro caminando hacia su coche mientras ignora a unos agentes que, apuntándole con una pistola, le piden que se detenga. Cuando el hombre negro llega hasta el coche, con dos agentes pisándole los talones, abre la puerta e intenta meterse dentro. Es en ese momento cuando uno de ellos le vacía el cargador en la espalda.
¿Se pasaron tres pueblos? Hay opiniones para todos los gustos. Hay quien dice, por ejemplo, que el hombre negro ya había forcejeado con los agentes y que estos no podían saber si su intención al meterse en el coche era la de largarse o la de coger un arma. En cualquier caso, dicen los que sostienen que sí hubo buena praxis, el hombre negro se resistió a su arresto y no atendió a las órdenes de la policía. Y claro; cuando te resistes al arresto y no obedeces a la policía en un país donde muchos civiles tienen armas de fuego pues la policía se pone nerviosa y actúa en consecuencia.
Luego están los que opinan que la policía se pasó tres pueblos y que no había necesidad de vaciar el cargador en la espalda de nadie. ¿Los agentes no llevan tásers? ¿Entonces por qué no reducir al tipo a base de calambrazos si se resiste? Además, qué casualidad, vuelve a ser un hombre negro el que recibe la salva policial. ¿Acaso lo de George Floyd no fue suficiente? (En julio la policía de Arizona hizo público un video en donde se ve cómo un agente le pega tres tiros a un hombre blanco de 40 años llamado Ryan Whitaker sin motivo aparente, pero aquello apenas trascendió.)
Total, que quienes piensan que la policía se pasó tres pueblos decidieron salir a manifestarse y, como ya viene siendo habitual, la manifestación derivó en incendios y saqueos al caer la noche. Esos incendios y saqueos atrajeron a su vez a gente que no solo no está de acuerdo con los incendios y los saqueos sino que considera que es su deber evitarlos. En consecuencia, durante el último par de noches las calles de Kenosha han estado plagadas de gente armada; de un lado y del otro. Y anoche sucedió lo que tenía que suceder. Un enfrentamiento a tiros. El resultado: varios heridos y, que se sepa, dos muertos.
Por cierto: el hombre negro tiroteado por la policía no ha fallecido. Se encuentra muy grave, eso sí, y dicen los médicos que si sale de ésta no volverá a caminar. Pero de momento respira. Su nombre es Jacob Blake y tiene 29 años.
Frente republicano
Lo ocurrido en Kenosha sucedió entre la Convención Nacional Demócrata, que terminó el pasado jueves, y la Convención Nacional Republicana, que comenzó el lunes.
Las convenciones, como ya expliqué en la última entrega, son saraos pensados para que a pocos meses de las elecciones el candidato presidencial de turno saque pecho durante tres o cuatro días mientras expone ante la nación –el evento se da por televisión– por qué su candidatura es la mejor opción. Bueno, las convenciones no siempre son así. A veces, si hay una parte del partido que no aprueba al candidato favorito, puede existir mucha tensión. Pero el caso que nos ocupa, las convenciones del 2020, están siendo más o menos lo que he descrito arriba: un soy el mejor y toda esta gente que os está hablando desde este púlpito os está diciendo por qué soy el mejor, así que… ¡votadme!
Very appreciative that @CNN covered the vast majority of the Republican Convention last night. That was really good for CNN, while at the same time being good for our Country. Thank you!
— Donald J. Trump (@realDonaldTrump) August 25, 2020
Como decía, la Convención Nacional Republicana comenzó el lunes, apenas 24 horas después de los sucesos de Kenosha. Los progresistas no esperaban gran cosa de la jornada inaugural; discursos mediocres pronunciados por algunos fieles a Donald Trump aplaudiendo la gestión económica del presidente (tristemente interrumpida por el “virus chino”) e insultos hacia su proyecto. Muchos observadores conservadores, por su parte, temían un exceso laudatorio. Que teniendo en cuenta el papelón del Donald en lo que va de año –COVID, frenazo económico, paro, protestas– la cosa se fuese de madre.
Entonces apareció en pantalla la novia del hijo mayor de Trump y se puso a gritar.
“¡Quieren robarte la libertad! ¡Quieren controlar lo que ves y lo que piensas, y lo que crees, porque de esa manera pueden controlar tu forma de vivir!”
Kimberly Guilfoyle estaba hablando del Partido Demócrata. Al escucharla algunos conservadores se echaron las manos a la cabeza. “Alguien debería haberle dicho que tenía un micrófono justo delante”, escribió esa misma noche Jim Geraghty en la National Review. En el equipo contrario la reacción fue de choteo. “Esta tía es una pirada”, me comentó un amigo por WhatsApp. El corresponsal político Eric Lach tituló su crónica para The New Yorker algo así como: “Trumpismo a voces en la Convención Nacional Republicana”.
Todo eran risotadas y meneos de cabeza hasta que llegó el día siguiente y la gente vio lo que había sucedido por la noche en una terraza de Washington, donde un grupo de manifestantes vinculados a Black Lives Matter exigió a los comensales dejar de comer y levantar el puño en solidaridad con el tiroteado de Kenosha. Cuando una mujer se negó a seguir las órdenes los manifestantes la rodearon y la emprendieron a gritos con ella. Luego corearon No Justice! No Peace! mientras la tipa se encogía de hombros.
El esperpento fue recogido en vídeo por un periodista del Washington Post que, además, se tomó la molestia de hablar con la mujer, quien explicó que ella también está en contra de los abusos policiales pero que no le daba la gana de tener que aguantar gaitas. Ese vídeo, y otros, son ahora mismo un fenómeno viral y se están compartiendo en las redes sociales acompañados de mensajes tipo “Si gana Trump luego no os preguntéis por qué”.
Pero no todo iba a ser una ida de olla. Hubo algunas notas cuerdas. Las pusieron Nikki Haley, ex embajadora de los Estados Unidos en la ONU, y Tim Scott, único senador negro del Partido Republicano. Sus discursos, muy sobrios, transmitieron una seriedad que a estas alturas de la película es francamente necesaria. La presencia de ambos, por cierto, nos da una idea del mensaje que quiere transmitir Trump durante esta convención: ni él es racista ni tampoco lo es el Partido Republicano. (Scott, como acabo de decir, es negro y Haley es de origen indio.)
Y ayer martes, segundo día de la convención, habló Melania Trump. La primerísima dama. Como era de esperar, alabó la forma de ser de su marido, dijo que era la ráfaga de aire fresco que sigue necesitando la Casa Blanca –“no es un político tradicional”– y aplaudió su honestidad porque… ¿no es eso lo que se merecen los estadounidenses?
Frente demócrata
Las bases del Partido Demócrata respiraron aliviadas cuando terminó la convención de su partido, el jueves pasado. Respiraron aliviadas porque el acto de clausura era un discurso de Joe Biden y bueno, digamos que Biden no es precisamente famoso por su capacidad discursiva. O sí lo es, pero en el mal sentido. Dicho en plata: cuando abre la boca hay altas probabilidades de que la cague. Le pasa un poco lo que a Mariano Rajoy cuando tenía que hablar en público.
Una parte del problema, dice su gente, es que fue tartamudo. La otra parte del problema sería un exceso de naturalidad y hablar más rápido de lo que piensa. Sin embargo, en el Partido Republicano dicen que lo que ocurre es mucho más siniestro. Dicen que tiene algún tipo de enfermedad, o algo, y que por lo tanto no está capacitado para asumir la presidencia del país.
De modo que el jueves, fecha de su discurso, todo el mundo estaba pendiente; los suyos, los de enfrente y millones de espectadores. Pero Biden superó la prueba. Ofreció un buen discurso tanto en el tono como en la forma y anuló, al menos temporalmente, las insinuaciones sobre su salud mental. Cuánto durará la tregua, eso ya no lo sé.