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Encuestas, caídos en combate y una pregunta para los agoreros

Biden visitó al fin Kenosha, donde ofreció un discurso muy diferente al de Trump, a quien por cierto se le están amontonando las controversias. Con todo, el presidente ha recortado distancias

Encuestas, caídos en combate y una pregunta para los agoreros

YURI GRIPAS | Reuters

Después de un agosto particularmente intenso –las convenciones de ambos partidos por un lado, los disturbios de Kenosha y Portland con sus tres muertos por el otro, etcétera– todos estábamos pendientes de las primeras encuestas de septiembre. A ver qué candidato ha logrado sacar más tajada de lo acontecido en las últimas semanas. O hundirse menos en el barro. Tanto monta, monta tanto.

Pues bien: ya están aquí y en líneas generales dicen que Joe Biden sigue por delante de Donald Trump. Sin embargo –y es un sin embargo que al Partido Demócrata no le ha gustado nada– algunos sondeos estatales muestran cómo el presidente ha logrado recortar distancias en lugares como Carolina del Norte o directamente eliminarlas en lugares como Texas, donde ahora el 48% de los encuestados dice que votará por el Donald frente al 46% que se decanta por Biden (en julio la misma encuesta daba a este último una ventaja de cinco puntos).

Así están las cosas. Otra cosa es cómo van a estar dentro de dos meses. Porque hasta las elecciones quedan tres debates presidenciales en los que Trump, dicen sus partidarios, puede merendarse a Biden si este no se anda con cuidado. Y está la cuestión económica, también; una cuestión en la que el Donald goza de buena fama y que está mostrando síntomas de recuperación. Pero cuidado porque no todo el viento es favorable. El virus sigue haciendo de las suyas –seis millones de infectados más 200.000 muertos– y las controversias siguen tocando la puerta de la Casa Blanca con periodicidad semanal.

Frente republicano

En la última semana han tenido lugar cuatro. Vamos a ordenarlas de menor a mayor.

Lo de votar dos veces. El Donald animó hace unos días a los simpatizantes que decidan votar por correo a pasarse el día de las elecciones por las urnas. Esto causó un gran revuelo en la redacción del New York Times, donde se interpretó que el presidente estaba animando a su gente a votar dos veces. Lo cual es ilegal, claro. No obstante, una lectura más sosegada de aquel comentario sumada a matizaciones posteriores deja claro que lo que quiso decir es que tras votar por correo conviene acudir a las urnas para comprobar que la papeleta ha llegado y, si no ha llegado, votar en persona sobre la marcha. (El Donald está en contra de un voto por correo masivo porque piensa que el Partido Demócrata va a ponerse a hacer barrabasadas como destruir camiones llenos de papeletas y esas cosas.)

La llegada de la vacuna. Trump ha declarado que está a la vuelta de la esquina. “Hasta podríamos tenerla en octubre”, dijo hace unos días en una rueda de prensa. “En cualquier caso, la tendremos pronto. Puede que incluso antes de una fecha especial. Ya sabéis cuál”. Le faltó añadir “jeje”. Bueno, ¿cuál ha sido la controversia? Pues que sus declaraciones han coincidido con una nota remitida por el Centro de Control y Prevención de Enfermedades a los estados en la que se les pide “estar preparados” para empezar a distribuir una vacuna el 1 de noviembre. Como las elecciones son el día 3 y una vacuna convertiría al Donald en un héroe ante todos aquellos indecisos que le critican por su gestión de la crisis vírica, hay quien piensa que la Casa Blanca está presionando al Centro de Control y Prevención de Enfermedades para que meta el turbo… sacrificando algún que otro control de seguridad en el proceso.

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¿La camiseta más perturbadora del mundo? Sí, pero extrañamente apta para fans y detractores. | Foto: Jonathan Ernst | Reuters.

La retirada de fondos federales a “jurisdicciones anarquistas”. ¿Qué es una “jurisdicción anarquista”? Además de un oxímoron, claro. Pues… no se sabe muy bien. Dice la Casa Blanca que hay un equipo de asesores trabajando para definir bien el concepto. A la espera de que se pronuncien el Washington Post ha dado una pista de por dónde van a ir los tiros: Portland, Nueva York, Seattle, etcétera. Es decir: ciudades con alcaldes progresistas en las que se están sucediendo unas protestas que a veces desembocan en disturbios y saqueos. El Donald opina que los mandamases locales no están actuando con la suficiente dureza y, en consecuencia, quiere cerrar el grifo. El problema es que podría ser una maniobra ejecutada al margen de la legalidad porque los fondos federales no los controla la Casa Blanca. Los controla el Congreso.

Y por fin la controversia que más ha dado de qué hablar: los insultos que, según varios altos mandos que no han querido identificarse, ha dedicado Trump a los caídos estadounidenses durante la Primera Guerra Mundial. La historia la contó hace unos días la revista The Atlantic y fue, según estas fuentes anónimas, como sigue: en 2018 el presidente se saltó la visita que tenía programada a un cementerio francés en el que hay soldados estadounidenses alegando, entre otras cosas, que no entendía por qué había que perder el tiempo honrando a unos “pringados” (“suckers”) y “perdedores” (“losers”) que se habían dejado aviar de aquella manera. Trump ha negado inmediatamente haber dicho nada parecido, pero Associated Press, el Washington Post y hasta una periodista de la cadena Fox confirmaron, por medio de otras fuentes, la historia.

(Dicen quienes llevan tiempo siguiendo a Trump que tampoco hay que sorprenderse porque ya se sabe lo que dijo sobre John McCain, prisionero de guerra en Vietnam, hace cinco años.)

Noticia de última hora, por cierto: Trump ha sido nominado al Nobel de la Paz por su mediación en la normalización de las relaciones diplomáticas entre Israel y Emiratos Árabes Unidos.

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Joe Biden saluda a Tim Mahone, presidente de la Fundación Mahone, con un golpe en el codo durante una reunión comunitaria en la Iglesia Luterana Grace en Kenosha, Wisconsin. | Foto: Kevin Lamarque | Reuters.

Frente demócrata

Finalmente, tras recibir unas cuantas críticas, Biden se dignó a aparecer en Kenosha para reunirse con las gentes del lugar y en particular con la familia de Jacob Blake, el joven negro balaceado por la policía a mediados de agosto y que ha sobrevivido por los pelos. Durante su visita dijo que los acontecimientos del 2020 –lo de Blake, lo de George Floyd, la ola de protestas a partir de ambos incidentes…– han puesto a los Estados Unidos frente a su pecado original, ese que llevaría arrastrando desde hace 400 años. A saber: el racismo sistémico.

Fue una visita –seguida por la de su segunda, Kamala Harris, hace dos días– que contrastó con la que realizó Trump antes que él. Como expliqué la semana pasada, el presidente centró su atención en los dueños de negocios saqueados y en los agentes de policía de la localidad, dio un discurso centrado en la importancia de preservar “la ley y el orden” y se marchó de Kenosha sin referirse a Blake.

Antes de poner el punto y final a este texto, una cuestión interesante. Circula por ahí la pregunta de qué pasará si Trump pierde las elecciones y no reconoce la derrota. Pero desde medios conservadores han lanzado la misma pregunta cambiando los factores: ¿qué pasará si resulta que Trump gana y el Partido Demócrata no reconoce los resultados?

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