Soy el coronavirus, hacedme sitio
Tras los resultados de las encuestas realizadas luego del primer debate presidencial que no lo dejaban en un buen lugar, Trump anunció que tenía coronavirus dando lugar a unos días surrealistas
A ver si consigo explicar lo que ha ocurrido en los últimos días.
Todo comenzó el miércoles. Un día después del famoso debate presidencial. Donald Trump se desplazó hasta Minesota para dar un mitin que duró menos de lo esperado, tres cuartos de hora, y que terminó con uno de sus asesores, Hope Hicks, sintiendo un malestar que le obligó a realizar el viaje de regreso confinado en la parte trasera del avión.
El jueves la prensa se enteró de que Hicks había dado positivo en la prueba del coronavirus. Tras recibir la noticia los periodistas alzaron la vista y vieron cómo se largaba el helicóptero del Donald. ¿Confinarse por si las moscas? ¡Mariconadas! El destino del helicóptero: un evento para recaudar fondos en Nueva Jersey. Durante el sarao Trump, a quien un asistente describió como “aletargado”, se dio un pequeño baño de masas. Luego apareció en Fox News para responder a las preguntas del presentador Sean Hannity; su voz, dicen quienes le escucharon, sonaba un poco demasiado áspera.
Esa misma noche, a eso de la una de la madrugada, el presidente confirmó vía Twitter (cómo no) que tanto él como la primera dama, Melania, habían dado positivo. A lo largo del viernes, según se ha sabido después, los médicos comenzaron a preocuparse; sus niveles de oxígeno volaban demasiado bajo. El Donald no quería darle importancia pero finalmente accedió a que le enchufaran un respirador. Y esa misma tarde accedió, también, a que le ingresaran en un hospital de la capital. En paralelo, una docena de personas cercanas a Trump confirmaron sus respectivos positivos (el número ha ascendido hasta 23).
Una vez en el hospital empezó lo que los estadounidenses llaman shit show. Los “está bien” y “solo está ingresado por precaución” se mezclaban con los “se está sometiendo a un tratamiento experimental” y “estamos preocupados por su salud”. El espacio entre una contradicción y la siguiente se llenaba con silencios incómodos y respuestas tipo “no puedo contestar a eso”. Así que pasó lo que tenía que pasar: la confusión dio paso a todo tipo de teorías y especulaciones. Quien pensó que el Donald tenía un pie en el otro barrio tenía tantos argumentos a su favor como quien sostuvo que ni siquiera tenía coronavirus y que todo era una performance para conseguir no se sabe muy bien qué.
(Tras enterarse de que había gente vaticinando su muerte, Trump decidió montarse en un coche y dar un par de vueltas a la manzana para que los seguidores congregados en torno al hospital viesen que estaba vivito y coleando. Cómo sentó aquello a los miembros del Servicio Secreto que tuvieron que compartir vehículo con un infectado ya es otra cuestión.)
I will be leaving the great Walter Reed Medical Center today at 6:30 P.M. Feeling really good! Don’t be afraid of Covid. Don’t let it dominate your life. We have developed, under the Trump Administration, some really great drugs & knowledge. I feel better than I did 20 years ago!
— Donald J. Trump (@realDonaldTrump) October 5, 2020
Los rumores sobre la suerte del presidente se disiparon el lunes, cuando él mismo anunció en sus redes sociales que se encontraba bien y que esa misma noche dormiría en su cama. Su equipo médico confirmó la vuelta a la Casa Blanca pero reconoció que de momento Trump no hará vida normal. Ahora se encuentra en sus aposentos, pero vigilado.
Frente republicano
Todo esto ha sucedido a un mes de las elecciones y por eso la pregunta que el mundo se hace es cómo ha podido afectar la infección a la popularidad del Donald. Teniendo en cuenta que la sociedad estadounidense es ahora mismo una sociedad extremadamente polarizada, y que nadie predice un trasvase de votos significativo, los expertos dicen que, hombre, bien, bien, lo que se dice bien, no le ha venido.
Y no le ha venido bien, dicen, por dos motivos. El primero tiene que ver con el dónde. ¿Dónde se habría infectado? Todo parece indicar que en la Casa Blanca. Es decir: en su feudo. Donde rigen sus normas, protocolos y directrices. Mejor dicho: donde brillan por su ausencia. Una ausencia de medidas que, como ya vaticinó este verano un reportero de la revista The Atlantic, podía desembocar en susto. Equilicuá. El segundo motivo tiene que ver con el hecho de que, durante meses, Trump ha relativizado el riesgo de infección y, no contento con eso, ha convertido en objeto de mofa a quienes se calzan la mascarilla en cuanto tienen oportunidad. En fin, concluyen los expertos: con su contagio y posterior ingreso en el hospital Trump ha quedado como un imprudente.
Claro que también hay quien dice que su recuperación –supuesta recuperación– le ha dado la razón en un aspecto nada anecdótico: la gravedad del virus. Porque el Donald ha dicho en repetidas ocasiones que el bicho tampoco es para tanto y, en fin, si un septuagenario en baja forma consigue recuperarse en un par de días pues igual es que tiene razón y tampoco es para tanto, ¿no? Bueno, este argumento podría resultar aceptable… si no hubiese 210.000 muertos sobre la mesa y si Trump no hubiese tenido que recurrir, para salir del bache, a una atención médica de primer nivel.
Frente demócrata
En la trinchera de enfrente los acontecimientos se observan con sosiego.
Al enterarse de lo ocurrido Joe Biden hizo algo muy propio de él: enviar un mensaje de ánimo al Donald deseando su pronta recuperación y sentarse a esperar. En otras palabras: quedar como un señor y adoptar el perfil bajo que tan bien le ha venido hasta la fecha. A fin de cuentas, Trump no necesita ayuda para meterse en jardines.
Además, ya han empezado a llegar los resultados de las encuestas realizadas tras el primer debate presidencial y la verdad es que no pintan nada mal para el Partido Demócrata. Sí, a ver: a nadie le pareció un gran debate. Es más: a la mayoría de estadounidenses le pareció un espectáculo lamentable. Pero el consenso dice que el presidente quedó bastante peor que su oponente. El sondeo conducido por The Wall Street Journal, un diario conservador, es contundente al respecto: tras el debate Trump se ha situado por debajo del 40%. Es la primera vez que vuela tan bajo en las encuestas del Journal. Pero hay más: resulta que por primera vez desde el 2018 el candidato del Partido Demócrata recibe una valoración positiva, algo que nunca llegó a conseguir Hillary Clinton.
Masks save lives. pic.twitter.com/ZvgjQsCQay
— Kamala Harris (@KamalaHarris) October 7, 2020
Así que las cosas no pintan mal en la trinchera progresista. Claro que todavía quedan tres semanas y pico de eventos que vaya usted a saber el juego que van a dar. Por lo pronto esta noche la candidata de Biden a la vicepresidencia, Kamala Harris, debatirá con el actual vicepresidente, Mike Pence, en Utah. Va a ser interesante ver cómo se desenvuelve Harris, una señora a la que muchos ven dirigiendo la Casa Blanca a partir del 2023 o, si Biden no desfallece y aguanta en pie durante su hipotético mandato, a partir del año siguiente