Miedos y verdades
La ofensiva judicial de Trump ha perdido fuelle tras el varapalo de Pensilvania, pero muchos primeros espadas del Partido Republicano siguen sin reconocer la victoria de Biden. ¿Por qué?
Anoche Erick Erickson, un locutor de radio bautizado por The Atlantic como “el conservador más influyente del país”, envió un e-mail a sus seguidores informando de que su newsletter ha perdido un montón de suscriptores en las últimas dos semanas. ¿El motivo? Asegurar que no hay pruebas que demuestren un fraude electoral masivo y que, por tanto, a Joe Biden hay que tratarle como lo que es: el presidente electo.
Erickson no es el típico conservador que, superado por la fobia que le genera el Donald, ha terminado votando al Partido Demócrata. Un nevertrumper de esos. Al contrario: él sí ha votado a Donald Trump. Pero una cosa es una cosa y otra cosa es otra cosa. Ojalá hubiese ganado, dice, pero todo parece indicar que no lo ha hecho. ¿Que quiere acudir a los tribunales a pedir recuentos y lo que se tercie? Perfecto; está en todo su derecho. Pero hoy por hoy, y salvo sorpresa mayúscula, es Biden quien ha ganado los comicios.
Este es el razonamiento que le ha llevado a perder cientos –probablemente miles– de suscriptores en lo que llevamos de mes. “Creed lo que sea que os haga dormir bien por las noches”, concluía Erickson en su e-mail. “Pero no lo mezcléis con la verdad”.
Frente republicano
El planteamiento de Erickson está muy bien pero quizás sea demasiado puro como para introducirlo en política; una ciencia –disculpen la licencia– basada en el pragmatismo. Sí, la ofensiva jurídica de Trump ha perdido fuelle tras lo sucedido en Pensilvania, donde la Corte Suprema del estado ha rechazado el argumento estrella de los abogados del presidente. (Éstos alegaban que los observadores del Partido Republicano no habían podido vigilar debidamente el conteo.) No obstante, muchos primeros espadas conservadores siguen aferrados al relato del Donald y siguen, por tanto, sin reconocer la victoria de Biden.
Los corresponsales políticos de los principales diarios estadounidenses explican que estos primeros espadas conservadores –senadores, congresistas, gobernadores– dan por cierta la victoria del Partido Demócrata pero no quieren reconocerla porque temen enfadar a Trump. Y es que Trump puede haber perdido estas elecciones pero nada parece indicar que se vaya a retirar de la política (al contrario: dicen que saborea la idea de presentarse en 2024) y, aunque lo hiciera, cuenta con millones de simpatizantes que seguirían escuchando sus diatribas con fervor. Mosquear al Donald no entra, hoy por hoy, en los planes de ningún miembro del Partido Republicano con aspiraciones políticas.
Por su parte, el presidente sigue en sus trece: despidiendo a quien ose tocarle los huevos.
El último damnificado ha sido Christopher Krebs, el encargado –hasta hace unas horas– de la agencia federal de ciberseguridad. La misma agencia federal que emitió un comunicado la semana pasada diciendo que las elecciones han sido limpias. El comunicado respondía al enésimo rumor que se estaba extendiendo entre los votantes de Trump y que decía que en algunas partes del país se habían hackeado las máquinas cuenta-votos. Krebs sigue así la estela del secretario de Defensa Mark Esper, largado hace unos días. Esper era conocido por discrepar, en ocasiones, con el presidente durante las reuniones de gabinete.
Como ya viene siendo habitual, el Donald anunció los despidos por Twitter.
Frente demócrata
Mientras tanto el progresismo gringo regaló al mundo otra performance de corte surrealista cuando el pasado 15 de noviembre Trump publicó un tuit que comenzaba así: “Ha ganado porque las elecciones estaban amañadas”. Acto seguido un montón de opositores empezaron a señalar que el presidente había reconocido, por primera vez, la victoria de Biden. ¡Ha dicho “ha ganado”, ha dicho “ha ganado”! Alguno lo diría de coña, pero en fin, la frasecita de turno terminó ocupándole media hora a quien redacta la newsletter sobre actualidad política que remite el New York Times a sus lectores.
He only won in the eyes of the FAKE NEWS MEDIA. I concede NOTHING! We have a long way to go. This was a RIGGED ELECTION!
— Donald J. Trump (@realDonaldTrump) November 15, 2020
Fascinado, supongo, por el alcance de su influencia Trump tuvo que salir a la palestra poco después para tuitear que Biden solo ha ganado “a ojos de los fake media” y que el tuit previo no era ninguna concesión.
En medio de todas estos asuntos el presidente electo, Joe Biden, intenta hacer su trabajo. Es cierto que la Casa Blanca no le ha dado acceso a las instituciones y por lo tanto el periodo de transición no está comenzando como es debido. Pero el viejo Joe no se está quedando de brazos cruzados; ya ha mantenido conversaciones telefónicas con los líderes de medio mundo, ha empezado a dictar quiénes serán los asesores que le ayudarán a lidiar con la presidencia y en estos momentos se encuentra diseñando un protocolo antiCOVID a escala nacional que debería ponerse en marcha en cuanto pise moqueta.