División frente al «unámonos» de Biden
El entusiasmo de los principales diarios nacionales –New York Times, Washington Post– se topa con el escepticismo esgrimido por los conservadores y por una parte de la izquierda
Los principales periódicos estadounidenses apenas pueden contener su euforia. The New York Times, némesis de Donald Trump, saludaba anoche la presidencia de Joe Biden con el siguiente titular: «La democracia ha prevalecido». Iba entre comillas porque la frase pertenecía al discurso pronunciado por el nuevo presidente esa misma tarde. Pero su elección, como la elección de cualquier titular, no es casual. Que con la llegada de Biden al poder la democracia ha prevalecido es lo que piensa la redacción del Times, lo que piensa la gran mayoría de sus lectores y lo que piensan muchísimos estadounidenses.
El otro gran diario nacional, The Washington Post, que también lleva cuatro años dándole cera al Donald pero que, no obstante, tiene fama de ser algo más aséptico, ha dado la bienvenida a Biden tal que así: «Hecha la Historia, a trabajar». La referencia a la «Historia» puede ser una alusión al número de votos conseguidos en noviembre (más de 81 millones de papeletas: récord histórico), una alusión a Kamala Harris (primera vicepresidenta negro-asiática), una alusión a su edad (nunca antes una persona tan mayor había alcanzado la presidencia del país) o, probablemente, una alusión a todo lo anterior.
Ya veremos qué portada dedica The New Yorker al recién llegado. Mientras tanto su director, David Remnick, un tipo que jamás ha ocultado lo bien que le cae Barack Obama, ha decidido presidir la edición digital de la revista con una crónica de la columnista Susan B. Glasser titulada «La carta de amor que Joe Biden ha enviado a la verdad». La pieza de Glasser, una veterana de la crónica política washingtoniana con varios premios a su espalda, es un suspiro de alivio de proporciones gigantescas.
Otros medios escritos de referencia como The Wall Street Journal, el Chicago Tribune o Los Angeles Times han optado por una línea más sobria. «Biden se convierte en el 46 presidente con un llamamiento a la unidad», es el titular del primero. El segundo informa a sus lectores de las primeras órdenes ejecutivas firmadas por el nuevo presidente nada más pisar moqueta. Unas órdenes centradas en la lucha contra el coronavirus, contra el cambio climático, contra las políticas de inmigración implantadas por Trump y a favor de la igualdad (racial). En cuanto a Los Angeles Times, este es el mensaje que ha mandado a la población californiana: «Biden se convierte en el 46 presidente y Harris hace historia».
Quien quiera asomarse a la bancada crítica sin caer en páginas webs de dudosa reputación puede acudir a revistas conservadoras como National Review, donde Rich Lowry, su director, da a entender que si no bostezó cincuenta veces no bostezó ninguna durante el discurso de Biden. «Su promesa, implícita, es que tras cuatro años de estar pegados a la pantalla por culpa de Trump él se va a encargar de que podamos mantenernos alejados de ella», dejó anoche escrito Lowry en un breve apunte en el que, sin embargo, concede que el nuevo inquilino de la Casa Blanca se expresó con sinceridad. (Una sinceridad, matiza, que no garantiza el éxito de sus promesas pero que bueno, ahí queda.)
Por su parte The American Conservative, otra revista que se define a sí misma en el nombre, ha puesto en duda la capacidad de Biden a la hora de conseguir la cacareada unidad. En primer lugar porque –cito al articulista Curt Mills– su retórica es pura agenda política progresista. Y en segundo lugar porque –sigo citando a Mills– el electorado norteamericano no está dividido en dos grupos (red versus blue, dijo ayer Biden) sino en cuatro: izquierda dura, vieja guardia centrista, conservadurismo moderado y trumpismo. «Biden debe conseguir la aprobación tácita de los tres primeros grupos», añade Mills.
Y, de momento, la izquierda dura no está por la labor. Jacobin, la revista por excelencia de la intelectualidad socialista (socialista de verdad) estadounidense, decidió rescatar ayer una pieza del 2018 titulada «Joe Biden, neoliberal» en la que Branko Marcetic, autor de un libro muy crítico con Biden, advertía al ala izquierdista del Partido Demócrata contra el ahora presidente. Sus argumentos: lleva media vida impulsando, desde los pasillos del Congreso, una agenda política de derechas que ahora oculta con su pinta de tío afable.
Muchos de los que han escuchado el discurso inaugural de Biden se han fijado en las referencias religiosas que éste deslizaba de cuando en cuando. Que si en la Biblia pone no sé qué, que si San Agustín dijo no sé cuántos y, por supuesto, el God Bless America. Dejando a un lado el hecho de que Estados Unidos es el país más creyente de Occidente (fun fact: también el que más cree en la presencia del demonio), esas referencias se explican por el catolicismo del nuevo líder estadounidense. (Fun fact número dos: Biden es el segundo presidente católico en la historia del país; el primero fue John F. Kennedy.)
Por eso es interesante ver cómo se han tomado el discurso en First Things; la revista de carácter religioso (e intelectual) más prestigiosa del país. Una revista que se suele enmarcar, y con razón, en el campo de la derecha estadounidense. Pues bien. First Things, de la mano del académico George Weigel, ha dicho que si Biden no combate ciertas tendencias relacionadas con el aborto y la eutanasia, tendencias muy arraigadas en su partido, habrá que concluir que por muy católico que se diga no será un presidente en comunión con su fe.
En otras palabras: muchos estadounidenses creen que Biden tiene razón, que Estados Unidos debe unirse para enfrentar los retos del presidente (y los que están por venir). Ahora bien: muchos estadounidenses también se están preguntando… ¿unirme a qué?