Al menos 26 personas han muerto en Gaza por los bombardeos del Ejército de Israel, hay cientos de heridos y los choques no cesan en Jerusalén, una ciudad clave en este conflicto. Aunque los enfrentamientos entre palestinos e israelíes vienen de lejos, la violencia y los choques entre ambos han aumentado en las últimas semanas a un nivel que no se veía desde hace años.
El 12 de abril, coincidiendo con el comienzo del Ramadán, se produjeron enfrentamientos en la Puerta de Damasco cuando las autoridades israelíes impidieron a los musulmanes celebrar la fiesta en este punto tradicional de la ciudad, lo que para muchos se convirtió en símbolo de humillación. Los disturbios duraron varios días y la tensión ha ido aumentando durante las últimas semanas hasta dar lugar a los peores enfrentamientos de este tipo en Jerusalén desde 2017. Te damos las claves de la escalada de la violencia entre palestinos e israelíes.
Jerusalén: santa y dividida
Jerusalén es uno de los principales puntos de discordia entre Israel y los palestinos. Israel considera que toda la ciudad es su capital «indivisible» y los palestinos quieren que Jerusalén Este sea la capital del Estado al que aspiran. Tras la guerra de 1967 Israel se hizo con el control de Jerusalén oriental, que incluye la Ciudad Vieja, y con el control de Cisjordania y Gaza, y se lo anexionó por ley en 1980, decisión que fue denunciada por el Consejo de Seguridad de la ONU, que no reconoció la decisión unilateral de Israel.
El destino de Jerusalén oriental ha sido una de las cuestiones más espinosas del proceso de paz, que se detuvo hace más de una década. Además Jerusalén es una ciudad importante para las tres principales religiones monoteístas: el cristianismo, el judaísmo y el islam.
Luchar por la dignidad en Sheikh Jarrah: la chispa que encendió la llama
El barrio de Sheikh Jarrah, que se sitúa a menos de un kilómetro al norte de las antiguas murallas de la Ciudad Vieja de Jerusalén, ha sido el desencadenante de esta nueva escalada de la violencia. Un tribunal israelí obliga a varias familias palestinas a desalojar los hogares que han habitado durante generaciones para darle sus casas a colonos israelíes. El pasado 3 de mayo, varios manifestantes acudieron a apoyar a las familias palestinas a quienes iban a desalojar de sus casas y comenzaron los enfrentamientos con las autoridades israelíes.
Cuando estalló la guerra en 1948, muchas personas se vieron obligadas a abandonar sus casas. La mayoría eran árabes que dejaban sus tierras en la parte occidental de la línea de armisticio, pero también hubo algunos judíos que salieron de la parte oriental de dicha línea (Jerusalén Este). En muchos casos, los refugiados judíos recibieron compensación por sus tierras, según informa Haaretz. En 1956, el Gobierno de Jordania, con ayuda de Naciones Unidas, reubicó a parte de los refugiados palestinos en Sheikh Jarrah, que a cambio renunciaron al estatus de refugiado.
Desde que Israel se apoderó de Jerusalén Este en la guerra de 1967, las organizaciones de colonos israelíes han reclamado la propiedad de la tierra en Sheikh Jarrah y han presentado múltiples demandas exitosas para desalojar a los palestinos del vecindario, a pesar de que las familias palestinas cuentan con títulos de propiedad.
El proceso actual de desahucio en Sheikh Jarrah se basa en la aplicación de dos leyes: la Ley de Propiedad de Ausentes y la Ley de Asuntos Legales y Administrativos de 1970. La primera permitió a Israel quedarse con las propiedades de Jerusalén Oeste que dejaron los palestinos desplazados en la guerra. La segunda permite a los judíos israelíes reivindicar la propiedad sobre tierras que supuestamente tenían antes de la guerra de 1948 en Jerusalén Este y que dejaron atrás con la guerra.
«Los desalojos, si se ordenan e implementan, violarán las obligaciones de Israel en virtud del derecho internacional. Jerusalén Este sigue siendo parte del territorio Palestino ocupado, en el que se aplica el derecho internacional humanitario. La Potencia ocupante, Israel, no puede confiscar la propiedad privada en el territorio ocupado y debe respetar las leyes vigentes en el país. Esto significa que Israel no puede imponer su propio conjunto de leyes en el territorio ocupado, incluida Jerusalén Este, para desalojar a los palestinos de sus hogares», asegura la Unrwa.
La explanada de las mezquitas
En Jerusalén Este se asienta la ciudad vieja, donde se ubican algunos de los lugares religiosos más sagrados del mundo en una explanada conocida para los musulmanes como Haram al Sharif, o el Noble Santuario, y por los judíos como el Monte del Templo. Allí se encuentran la mezquita de Al Aqsa, el tercer lugar más sagrado para los musulmanes, el Monte del Templo y el Muro de las Lamentaciones de la religión judía y el Santo Sepulcro de la religión cristiana.
El viernes 7 de mayo decenas de miles de fieles se congregan en la explanada de las Mezquitas para la última gran oración del viernes, antes del final del Ramadán. Allí estallaron protestas que acabaron con 205 civiles palestinos y 18 policías israelíes heridos. La Policía incluso entró dentro de la mezquita y disparó material antidusturbios.
Las protestas continuaron a lo largo del fin de semana y la escena de los disturbios dentro de Al Aqsa se ha repetido este lunes, dejando más de 500 palestinos heridos, coincidiendo con la llamada Marcha de la Bandera en la que cientos de judíos salieron a la calle para conmemorar la captura de la parte oriental de Jerusalén por parte de Israel en 1967.
La escalada de la violencia: cohetes y bombardeos
La tensión ha aumentado cuando el grupo islamista Hamás, que gobierna de facto la Franja de Gaza, ha lanzado un ultimátum a Israel para retirar a los agentes de la mezquita. Israel no se ha replegado y Hamás ha disparado varios cohetes, algunos de ellos hacia Jerusalén, a lo que Israel ha respondido bombardeando la Franja de Gaza y provocando 22 fallecidos, nueve de ellos menores, según han denunciado las autoridades palestinas.
Hamás ya se ha enfrentado a tres grandes operaciones de Israel: la última fue en 2014 y más de 2.000 personas perdieron la vida, la mayoría civiles, según la ONU. La operación de ahora ya ha sido bautizada por Hamás como ‘Espada de Jerusalén’ y por Israel como ‘Guardianes del Muro’.
Hamás se opone a negociar un alto el fuego hasta que Israel retire todas sus fuerzas de la Explanada de las Mezquitas y de Sheikh Jarrah. Además de la reacción de Hamás, Israel se enfrenta a una oleada de protestas en todo el país protagonizadas por los ciudadanos árabes, que son cerca de un 20% de la población del país.