Las 5 cosas que tienes que saber sobre el acuerdo de la Unión Europea y Canadá
La Unión Europea y Canadá cerraron en octubre de 2016, tras siete años de negociaciones, un controvertido acuerdo de libre comercio conocido como CETA, que entrará en vigor de forma parcial y provisional el jueves. El Acuerdo Económico y Comercial Global (CETA, por sus siglas en inglés) creará un mercado de alrededor de 550 millones de habitantes y que abarca tanto bienes, como servicios e inversiones. Estos son los cinco puntos para conocer el alcance de este tratado, según AFP.
La Unión Europea y Canadá cerraron en octubre de 2016, tras siete años de negociaciones, un controvertido acuerdo de libre comercio conocido como CETA, que entrará en vigor de forma parcial y provisional el jueves. En España se aprobó en junio de 2017 con los votos a favor del Partido Popular y Ciudadanos, y la abstención del PSOE. El acuerdo ha sido muy polémico y rechazado por una gran cantidad de asociaciones que consideran que favorece a las grandes multinacionales.
El Acuerdo Económico y Comercial Global (CETA, por sus siglas en inglés) creará un mercado de alrededor de 550 millones de habitantes y que abarca tanto bienes, como servicios e inversiones. Estos son los cinco puntos para conocer el alcance de este tratado, según AFP.
1. Una aplicación provisional y parcial
El CETA entrará en vigor provisional el 21 de septiembre a la la espera de un largo y complejo proceso de ratificación por los parlamentos nacionales -y algunos regionales- de los 28 países del bloque como ya han hecho Letonia, Dinamarca, Croacia, Malta y España.
La aplicación provisional implicará desde el primer día la supresión de los aranceles para el 98% de los productos intercambiados entre Europa y su décimo socio comercial, si bien no todos los aspectos del acuerdo entrarán en vigor, como la protección de las inversiones. La Unión Europea cifró en 590 millones de euros anuales el ahorro para sus empresas y en 2.000 millones de euros anuales la contribución de este acuerdo al PIB europeo, una cifra relativamente baja porque el PIB de la UE en 2015 alcanzó 14,6 billones de euros, según AFP.
2. No se aplicará a todos los productos
La supresión de los aranceles no se aplicará a productos considerados como sensibles para los europeos como la carne de res, de cerdo y el maíz dulce, cuya exportación desde Canadá estará sometida a cuotas, o las aves de corral, sector que seguirá cerrado en la UE.
La carne de vacuno es también uno de los puntos sensibles, junto al etanol, en las negociaciones comerciales en curso entre la UE y los países del Mercosur, con los agricultores europeos aumentando la presión sobre Bruselas respecto a un sector que consideran amenazado.
En el marco del CETA, la carne de vacuno tratada con hormonas en Canadá tampoco podrá exportarse al bloque europeo, ni cualquier producto o servicio que incumpla las reglas europeas. Esta ha sido una de las peticiones de las ONG que alertaban sobre la liberalización de los productos agrícolas porque Ottawa no cumple los estándares medioambientales que se exigen en la UE.
Desde de la Unión Europea se ha dado respuesta a este punto polémico. Cecilia Malmström, comisaria de Comercio de la UE, asegura que el acuerdo “no va a cambiar las normas de seguridad de alimentos o cualquier otro requisito de la UE, y que solo las instituciones europeas pueden hacer eso”.
3. La batalla europea por el vino
En el marco del acuerdo, Canadá se compromete a proteger 143 productos europeos con denominación de origen protegida, como los vinos de Rioja (España), Porto (Portugal) o Chianti (Italia).
Las imitaciones de quesos como el Gouda o el Roquefort tampoco podrán venderse por ejemplo bajo esta denominación, si bien la cifra total es relativamente baja comparada con los cientos de indicaciones geográficas reconocidas en la UE.
4. El tribunal de inversiones, aparcado
Este ha sido uno de los puntos más comprometidos del acuerdo. El CETA implicaba la apertura de parte del sector servicios a la competencia transatlántica, como en el caso del transporte. Los grupos europeos podrían optar progresivamente a las licitaciones públicas en Canadá, al igual que los canadienses en suelo europeo. Uno de los principales miedos es que gracias a este tratado se liberalicen algunos servicios. Críticos como Mark Dean, de la ONG War on Want, afirmaba que CETA puede marcar un precedente para la privatización de servicios tan importantes como el sistema de salud. Ante esto, la UE ha dicho por escrito que “no se forzará a los gobiernos a privatizar o desregularizar sectores públicos como el agua, la sanidad o la educación”.
Otros de los principales blancos de las críticas era la creación de un Sistema de Tribunales de Inversiones, una especie de corte en la que se resolverían las diferencias entre multinacionales y Estados. De momento quedará excluido de la aplicación provisional del CETA. Las ONG expresaron su preocupación por el eventual poder dado a las multinacionales que podrán demandar a los Estados si consideran sus políticas desfavorables para sus intereses. La UE defiende el aspecto transparente de estos tribunales de arbitraje permanente.
5. Brexit
Las negociaciones de salida de los británicos del bloque europeo preocupa también a los socios comerciales de la UE, respecto a cómo articular el libre comercio con Reino Unido una vez consumado el Brexit. El primer ministro canadiense, Justin Trudeau, ya aseguró que el CETA podría constituir el modelo para su acuerdo comercial con los británicos tras su marcha de la UE prevista inicialmente a finales de 2019.
Pero el acuerdo con Canadá podría ser incluso el modelo del futuro marco comercial entre Londres y sus todavía socios europeos, ya que puede aprovechar «todo el potencial de la relación», dijo el exembajador británico ante la UE, Ivan Rogers, según recoge AFP.
La última crítica al acuerdo es que las multinacionales estadounidenses lo utilizaran el CETA a través de sus filiales en Canadá, para tener acceso al mercado europeo. Algunos críticos, como la profesora de Derecho Laboral Adoración Guamán, consideran que este tratado es el Caballo de Troya de un TTIP fallido entre la UE y EEUU, que también fue muy criticado por las voces que hoy se levantan contra el CETA.