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Paralelo 38: Viaje a la frontera que separa las dos Coreas

En la llamada Zona Desmilitarizada está desplegado un complejo sistema de explosivos, minas, rejas, alambradas y torres de observación que recuerdan la amenaza constante de la guerra. Dos pequeños poblados a norte y sur, Villa Propaganda y Villa Libertad, evidencian las profundas diferencias entre ambos países  

Paralelo 38: Viaje a la frontera que separa las dos Coreas

“Esperando la Unificación”, reza una valla en una alcabala antes de llegar a una de las fronteras más calientes del mundo: la que divide a Corea del Norte de Corea del Sur. La línea de separación de 238 kilómetros que atraviesa la península se convierte en una simple placa de cemento en Panmunjom, donde se firmó el tratado para suspender los combates entre norte y sur.

La Zona Desmilitarizada es un espacio de cuatro kilómetros que se creó como resultado del armisticio tras la guerra entre ambos países que concluyó, aunque no formalmente, en 1953. El 27 de julio de aquel año se firmó un pacto que permitió que ambos ejércitos se retiraran dos kilómetros de la línea del frente. Así surgió esa franja de tierra que es de casi de nadie porque, aunque parezca insólito, alberga dos pequeñas poblaciones. Esta área también se ha convertido en un espacio turístico y en un santuario de animales en peligro de extinción.

El lugar es un cuadro del pasado en el presente, un recordatorio de la Guerra Fría: lleno de cámaras, minas, explosivos, militares y arsenal bélico con sus respectivos comandos.

Desde Seúl hacia la Zona Desmilitarizada hay tan sólo unos 40 kilómetros de distancia, los últimos tres son un espacio colchón. Antes de llegar se empiezan a ver alambradas, cercas y casetas con colores de camuflaje, algo que contrasta con la tranquilidad y belleza de los palacios, jardines y plazas de la capital que está a apenas una hora en coche.

Poco a poco el paisaje militar se hace más frecuente, hasta llegar a la alcabala azul de la reunificación. Allí hay un punto de control que es cruzado por grupos de turistas, así como por un camión cargado de soldados. Hay conos y barreras. La forma de inspeccionar a los visitantes indica que se está entrando en una zona de alta seguridad.

Aunque paradójico, al entrar, lo primero que se ve es un parque de diversiones. Su presencia se justifica porque son habituales las visitas de niños que son llevados por sus escuelas para conocer el sitio histórico. Un poco antes de llegar al parque hay un pequeño comercio donde se venden recuerdos de la zona en guerra.

Desde el primer momento la atmósfera se hace sentir. Hay numerosos monumentos que recuerdan la guerra y el dolor de la separación de las familias. Una locomotora en mal estado por los disparos y por el largo tiempo que ha permanecido ahí, recuerda la violencia de los combates. Hay fotografías que documentan la brutalidad de la batalla: se ven soldados amputados, mujeres desplazadas buscando salvar la vida de sus hijos. Las imágenes muestran lo que para algunos es un pasado distante y para otros un presente vivo.

En una de las tantas alambradas hay miles de cintas de colores con mensajes en coreano que dan aliento y claman por la unificación de la península. Pronto llega una excursión de niños en edad preescolar tomados de la mano, de dos en dos, siguen a sus maestras hacia la locomotora donde escuchan explicaciones sobre el lugar. Del otro lado hay un templo budista. Está cerca para rendir homenaje a las víctimas.

Arriba del edificio que recibe a los visitantes están los servicios y las tiendas de de memorabilia de la guerra. En el techo hay un punto de observación que permite ver al otro lado del río Han. Por primera vez se puede mirar el norte.

 

Camino a Bonifas.

El autobús comercial que nos transporta sólo puede llegar hasta el campamento Bonifas. A partir de allí el trayecto deja de ser turístico y hasta cierto punto se militariza. Bonifas está a 400 metros de la frontera sur, a 2,4 kilómetros de la Línea de Demarcación Militar y a 4 kilómetros de la Zona de Seguridad Conjunta, el lugar donde se firmó el armisticio también conocido como Panmunjom, en el paralelo 38.

En Bonifas hay, en el piso superior del edificio, un pequeño museo donde se muestran los hechos más importantes, tanto de la guerra como de los incidentes posteriores, entre ellos la muerte del capitán Arthur Bonifas en un incidente en la frontera en 1976. En el piso inferior también hay una tienda de souvenirs, sobre todo, de objetos de estilo militar: gorras, camisetas y chaquetas que identifican el lugar.

En ese edificio los guías ofrecen una charla en la que explican el conflicto, desde la perspectiva del sur claro está. A partir de este punto el autobús que nos conduce será de la ONU, debidamente identificado y de color azul. Las normas son estrictas: mientras el vehículo esté en movimiento no se pueden hacer fotografías y todas las personas deben llevar una banda azul en el brazo. El militar encargado de la seguridad, que se identifica simplemente como Lim, del segundo batallón, aclara que sólo es posible hacer fotos cuando él lo indique y en determinadas zonas. Únicamente están permitidas las cámaras, binoculares y los teléfonos móviles siempre que se usen en silencio o vibración. No se pueden utilizar para llamar, recibir o enviar mensajes de ningún tipo.

 

La guerra a un paso

Al entrar a la zona de seguridad conjunta –bajo responsabilidad de los contendientes Corea del Norte, de un lado, y la ONU que peleó junto a Estados Unidos y Corea del Sur, del otro– las medidas de seguridad son aún más estrictas, el ambiente es más tenso. Está prohibido señalar o hacer gestos con las manos, pues los guardias del Norte podrían pensar que están siendo insultandos de alguna forma y pudiera darse una situación de violencia. Curiosamente uno de los visitantes que ha tenido la oportunidad de estar en la zona desde el norte afirma que allá hacen la misma advertencia sobre el sur.

También se indica que no puede haber ningún tipo de comunicación con los soldados del lugar. Lim pide que se formen en dos filas, tal como si fuera un batallón. De dos en dos entran a Panmunjom, el lugar del armisticio, la zona cero de una guerra detenida en el tiempo. Una de las visitantes ríe nerviosamente y no puede parar, la gente le pide que se controle mientras crece la tensión entre los presentes. Del otro lado de la frontera se ve sólo un guardia apostado en el edificio del norte, no se sabe cuántos hay adentro. Dos más asoman un solo ojo de su cara desde la parte de atrás del edificio de las ONU, escenario de la firma del armisticio.

Gran cantidad de cámaras se ve en el techo del Norte. Lim le da la espalda y grita que se puede llegar hasta una línea amarilla en la calle y sacar fotos, pero no se debe sobrepasar. Primero irá la columna uno, luego la dos. Mientras un grupo pasa a hacer las fotos o vídeos, el otro entra al edificio de la ONU para recibir la explicación de su guía.

En la frontera se camina anónimamente, sin identificación ni pasaporte alguno. Sólo se usa el brazalete azul y cámaras, siempre hacia el norte, nunca se puede sacar fotos al edificio que queda a tus espaldas.

En Panmunjom hay cinco edificios y la frontera es una simple línea, una tabla de cemento de no más de un metro de ancho que atraviesa los edificios, tres de las construcciones son azules, están al centro y son de la ONU, los dos extremos son grises y pertenecen a Corea del Norte.

El edificio central de la ONU, donde se firmó el armisticio y se celebraron las negociaciones, también está dividido. En él se mantiene una mesa con 8 sillas, tres de cada lado y una en cada cabecera que es justamente donde está la frontera. En esa edificación hay micrófonos abiertos las 24 horas del día por si alguna de las partes desea negociar.

El oficial Lim explica: “Aquellos que están a mi derecha están en la comunista Corea del Norte, los que están a la izquierda todavía están en la tranquilidad y seguridad de Corea del Sur. Sin embargo, por el acuerdo y la demarcación ustedes son de los pocos extranjeros privilegiados que pueden entrar en Corea del Norte”.

Los guardias que están en la Zona Militar Conjunta tienen una posición modificada del Tae Kwon Do –el arte marcial de Corea– que les permite desenfundar sus armas y disparar rápidamente en caso de un incidente. Los guardias del Sur también usan lentes oscuros para mantener una postura intimidante y, a la vez, evitar que los soldados del Norte puedan ver a sus ojos.

 

Puntos de control

Al salir de Panmunjom el ambiente puede parecer rural, con muchos campos y prados muy verdes. La Zona Desmilitarizada no ha tenido mucha actividad humana, por no decir ninguna, en los últimos 62 años, por lo que proliferan especies que están en peligro de extinción como venados chinos, águilas y grandes felinos, entre otros.

No obstante, y aunque no es tan visible, en toda la frontera hay torres con alta tecnología, zonas con explosivos que pueden hacer colapsar las vías en caso de un intento de invasión con tanques o cualquier vehículo que intente penetrar en el territorio desde el Norte.

Además, hay un elaborado sistema de minas a la derecha e izquierda de la vía. El último procedimiento de defensa son las rejas y el alambrado con torres de observación cada 100 metros y otras minas que protegen al sur cada 10 metros. A pesar de no contar con la explicación del norte se sabe que del otro lado la frontera está igualmente resguardada de un posible ataque del sur.

Se desconoce –Lim afirma que se trata de información sensible que no puede revelar– cuál es el número de soldados desplegados a ambos lados de la frontera.

Los puntos de control 2 y 4 son de los más cercanos entre norte y sur en la península coreana, a tan sólo 25 metros de distancia. El punto 3 es el más elevado en el área de Panmunjom y es el que se encarga de monitorear al 2 y 4. Al igual que en otros puntos únicamente se puede sacar fotos en dirección norte, nunca hacia los otros puntos de control o la torre y el edificio de ese lugar. La alcabala 3 está a 50 metros de la frontera. Y desde allí se puede ver la villa de Giujundong, del norte, que está muy cercana a la villa de Taesundong, del sur. El puesto tiene una vista privilegiada ya que los soldados surcoreanos pueden observar hasta 27 kilómetros dentro del norte.

El punto de control 4 es el lugar donde el 18 de agosto de 1976 fue asesinado el capitán Arthur Bonifas, tras el ataque de un grupo de militares del norte cuando iba junto a sus soldados a talar un árbol que impedía la visión hacia el norte. Tres días después del hecho conocido como el Incidente del Hacha se llevó a cabo la operación Paul Bunyan, el despliegue militar más costoso para cortar un árbol en el mundo. En el lugar hay un pequeño monumento de cemento para conmemorar a las víctimas.

Tras los puntos de control está el llamado Puente de No Retorno. Las fotos sólo se permiten en dirección al puente que une el norte y el sur y desde el autobús, del cual no está permitido bajar. El puente se llama así porque a través de él volvieron los soldados después de la Guerra de Corea, pero una vez que se cruzaba jamás podrían volver a la tierra que abandonaban.

 

Libertad y Propaganda

Desde cierto punto de la Zona Desmilitarizada se pueden ver las dos villas y, con un poco de suerte, a sus habitantes.

La del norte (Gijungdong o Villa Propaganda y la del sur (Taesungdong o Villa Libertad). Las poblaciones conviven dentro de la Zona Desmilitarizada como símbolo de la paz tras el armisticio.

En el caso del sur, los militares que operan en la franja de tierra no tienen nexos familiares con el norte y sus familias no provienen de poblaciones cercanas. Para ser residente de la villa se debe haber vivido en el lugar antes de la guerra o se debe ser descendiente directo de un habitante de la zona. La población de Taesungdong está bajo la administración del Comando de Naciones Unidas y no de la República de Corea, a pesar de que sus ciudadanos gozan de esa ciudadanía. Los residentes no pagan impuestos, reciben subsidios y están exentos de cumplir el servicio militar. Para mantener el derecho a residir allí y los beneficios que conlleva, los ciudadanos deben pasar en la villa al menos 240 días al año. Para asegurarse de que están ahí, existe un toque de queda que empieza a la medianoche y termina con el amanecer.

El oficial Lim dice que los soldados revisan que los habitantes estén en el lugar. En la villa hay un preescolar y una escuela primaria. No hay secundaria ni universidad, por lo que pueden salir de la zona durante su tiempo de estudio sin que se le revoque su permiso de residencia.

También tienen permitido entrar y salir de la villa tres veces al año para un viaje un poco más extendido. Sólo las mujeres de fuera de la villa pueden casarse con pobladores del lugar y no está permitido que hombres de afuera se casen con las habitantes locales por temor a que usen esa residencia como una excusa para abstenerse de realizar el servicio militar.

De no permanecer el tiempo requerido pierden la residencia, igualmente pierden el “privilegio” de la villa si deciden mudarse a otra zona del sur.

Hay 205 residentes en Taesungdong y trabajan un promedio de 17 acres de tierra, cuya producción agrícola les permite obtener hasta 120.000 dólares al año.

Del otro lado, a 1,8 kilómetros y 200 metros de la frontera, está Giujundong. La villa de la Propaganda es de más reciente creación (1982) y no estuvo habitada hasta 2003, cuando muchos norcoreanos fueron llevados tras el compromiso de la creación del complejo industrial de Kaesong, cuya primera fase terminó en 2004.

En Giujundong está izada, a unos 127 metros de altura, una gran bandera de Corea del Norte, que mide 30 metros de largo por 15 de ancho y pesa unos 275 kilogramos. Sirve para exhibir la gloria del régimen de los Kim. La bandera de Taesundong es mucho más modesta, pues tiene 18 metros de largo por 12 de ancho y solo pesa 50 kilogramos.

Sin embargo, y pese a perder la batalla de las banderas, el oficial Lim –siempre dentro de sus formas militares– afirma orgulloso que en la villa de la Propaganda viven entre 200 y 300 residentes que ganan unos 70 dólares al año y, a diferencia de Taesundong, los habitantes de Giujundong viven allí no por su decisión sino del gobernante Partido de los Trabajadores de Corea del Norte. Un detalle que diferencia a ambos países y aquello por lo que luchan.

 Manuel Tovar

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