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Quedarse en el sofá de los locales, una nueva manera de hacer turismo

Viajar de manera económica logrando a la vez conocer lo más autóctono de los lugares a los que se llega es lo que la mayoría de los usuarios de CouchSurfing persiguen. No tiene nada que ver realmente con agua o surf, como lo aparenta el nombre de la web, al menos que decidas visitar algún sitio de playa. Se trata de una manera alternativa de viajar quedándote en la casa de los locales y durmiendo, si no tienen algún cuarto de huéspedes, en un sofá. Cobrar la estadía o cualquier tipo de intercambio monetario no es común pues la página y la gente que pertenece a la red buscan mantener un espíritu “sin ánimo de lucro”. Esta tendencia está conquistando a muchas personas que quieren recorrer el mundo.

Quedarse en el sofá de los locales, una nueva manera de hacer turismo

Jens B., tiene 31 años de edad, vive en Portland, una ciudad en el noroeste de Estados Unidos, en el Estado de Oregón. Nació en Alemania Oriental en un pequeño pueblo llamado Zichow y vivió allí hasta los 25 años. Ahora estudia en EEUU un PHD en Tendencias emergentes en arquitectura de computadoras (“algo difícil de explicar”, acota). Es técnico en automatización y tiene una maestría en Robótica.

Viajó de Portland a Nueva York y de la Gran Manzana a Curazao. De allí tomo un vuelo a Caracas. Asegura que esa trayectoria era la manera más económica para llegar a Sudamérica. Por tan solo 250 dólares cruzó Norte América para llegar al Sur. “Quería hacer un viaje por gran parte de Sudamérica y no me importaba por dónde comenzar”. Venezuela era un destino curioso. “No es tan difícil conseguir anfitriones allí ya que es un lugar poco visitado por los turistas debido a la situación de crisis que enfrenta el país y hay mucha gente abierta a la experiencia”, comenta.  Jens viajará por Brasil, Bolivia (si el clima lo permite), Perú, Ecuador y Colombia.

El alemán comenzó a utilizar CouchSurfing hace unos 5 años. Conoció la plataforma a través de un amigo y dice que “resulta la forma más económica de viajar. Además haces buenos amigos. Tengo muchos lugares donde quedarme en el mundo”, sonríe. 10 veces ha sido anfitrión (2 cuando vivía en Dinamarca y 8 en EEUU) y 15 veces “surfista” o invitado.

Viajar por poco y haciendo amigos

El ideal de viajar de manera económica logrando a la vez conocer lo más autóctono de los lugares a los que se llega, es lo que la mayoría de los usuarios de CouchSurfing International persiguen. Cobrar la estadía o cualquier tipo de intercambio monetario no es común pues la página y la gente que pertenece a la red buscan mantener un espíritu “sin ánimo de lucro”.

La empresa estadounidense tiene sede en San Francisco y más de cinco años funcionando. El sitio web proporciona una plataforma para que sus miembros «surfeen el sofá» de algún anfitrión que los aloja en su casa cuando viajan.

Esta nueva tendencia se ha convertido en una de las formas más populares de recorrer el mundo. Otras páginas que se ocupan del viajero alternativo son The Hospitality Club y HomeLink Internacional.

Más de un millón y medio de usuarios, en su mayoría de Estados Unidos, Alemania, Francia, Canadá y el Reino Unido se hospedan gratis, conocen diferentes culturas y hacen amigos a través de esta CouchSurfing. La gama de edades de los viajeros y anfitriones va de los 18 a los 50 años. Suelen ser personas aventureras que no temen en dormir unos días en el sofá de un desconocido.

Las ciudades más visitadas son París, Londres, Berlín, Montreal y Estambul pero casi todos los países tienen grupos de couchsurfers. Para solicitar un sofá solo tienes que ingresar en la web de www.couchsurfing.com y suscribirte a través de tu eMail o cuenta en Facebook. Allí podrás ponerte como disponible para recibir algún invitado o enviar una solicitud de estadía dependiendo del país que visites.

“Generalmente no me quedo más de 3 días en el sofá de algún host ya que la idea es molestar lo menos posible”, dice Jens.

Narra cómo en un viaje a París había quedado con Marie, una joven francesa, en quedarse por unos días en su piso. Marie le dijo que ella llegaría a casa a medianoche y Jens llegaría a las 8:00pm. El joven siguió las instrucciones. Puso la clave de la entrada, subió cinco pisos, levantó el tapete, tomó la llave y abrió la puerta. “Todo estaba muy limpio. Me pareció que no tenía mucho en común con la persona que allí vivía porque se veía extremadamente religiosa. Después de desempacar me llegó un mensaje al móvil de Marie diciéndome que ya estaba en casa. Pensé que quizá los franceses no eran tan puntuales como los alemanes (se ríe)”. Pero Marie insistía en que ella ya estaba dentro de su casa. Jens se había confundido de piso.

Abrir las puertas a un extraño

Ha sido la primera vez que Jens visita Venezuela y le ha resultado asombroso el clima que no exige ni chaqueta ni shorts.

Ignacio Ventura decidió darle hospedaje en su casa en Caracas tras leer una solicitud que le hizo. De 39 años, el caraqueño buscaba lo que, considera, “se ha perdido mucho en Venezuela”: darle confianza a un desconocido. Aunque estaba nervioso porque no es sencillo actualmente abrirle las puertas a un extraño y su novia le “aseguraba que el alemán podía ser un militante yihadista”, decidió probar.

“Hemos tenido largas conversas. Aunque estaba un poco temeroso debido a la inseguridad que vivimos en Venezuela, revisé los comentarios que de él habían hecho sus anfitriones anteriores, así como sus invitados. Unas 16 personas hablaban cosas muy buenas de él. Pensé que si 16 personas le habían dado su confianza (había sido vouched for -cuando un couchsurfer de trayectoria te avala como confiable-), por qué no podía yo hacer lo mismo”, relata Ignacio.

Aunque la mayoría de las experiencias del CouchSurfing han resultado positivas, la seguridad no es absoluta y existen riesgos. Hace menos de un año, una turista china denunció que fue violada tras hospedarse en la casa de un hombre en Gran Bretaña, reseña La Nación de Argentina.

El paso de Jens por Venezuela

Jens continúa sorprendido del absurdo país que es Venezuela donde los extremos se dan constantemente la mano. En 4 días de estadía solo gastó unos 15 dólares. Las restricciones monetarias y el cambió no oficial de la moneda estadounidense hacen que 1$ valga 600 Bolívares Fuertes (BsF -la moneda local venezolana-), pero a la vez el salario mínimo con el que cuentan muchos venezolanos es de 7.421,68 BsF lo que al cambio no oficial del día que se publicó este artículo (ya que es difícil acceder al oficial) es de menos de 12$. A Jens le impactó que unos 10 minutos de taxi le costaron 300 BsF (0,50 centavos de $).

“Me ha gustado Venezuela. La gente está muy consciente de la situación que están viviendo. Eso hace que todos se preocupen por todos. En otros países a la gente le da igual lo que le suceda a otro”, expresa. Jens ya ha partido de la capital, pasó por Canaima (donde se ubica la cascada de agua más alta del mundo) y debe estar llegando a Brasil, la siguiente parada en su aventura.  

Muchos jóvenes están considerando esta manera alternativa de viajar. No solo el visitante viaja, sino el que recibe al visitante. Miranda, una joven argentina que forma parte de la red asegura que » Es como irte de vacaciones sin moverte de tu casa», pues conoces una nueva cultura.

Anna Carolina Maier

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