El verdadero origen del Día del Libro
La fiesta del Día del Libro no se celebra solo en España, sino en todo el mundo. Pero fue aquí donde nació la tradición, y este es un dato desconocido. La iniciativa de crear una jornada para conmemorar la vida del libro, así, como un objeto de reverencia, surgió de un escritor valenciano llamado Vicent Clavel, quien trasladó su propuesta a la Cambra del Llibre de Barcelona, donde residía, con la esperanza puesta en que respaldarán su plan.
La fiesta del Día del Libro no se celebra sólo en España, sino en todo el mundo. Pero fue aquí donde nació la tradición, y este es un dato desconocido. La iniciativa de crear una jornada para conmemorar la vida del libro, así como un objeto de reverencia, surgió de un escritor valenciano llamado Vicent Clavel, quien trasladó su propuesta a la Cambra del Llibre de Barcelona, ciudad en la que residía, con la esperanza puesta en que sus miembros respaldarán el plan.
El órgano catalán acogió la propuesta con entusiasmo y la llevó hasta Madrid, a la espera de que el rey Alfonso XIII y el general Primo de Rivera la aprobaran. Éstos la aceptaron e implantaron en 1926 un día para la celebración. Aquel día fue, y aquí llega la sorpresa, el 7 de octubre. Se escogió este y no otro porque -según parece aunque existen dudas- coincidía con el nacimiento de Miguel de Cervantes.
Pasó un tiempo, exactamente cuatro años, hasta que advirtieron que octubre no era un buen momento para sacar los libros a la calle, pues hacía frío ahí fuera y la amenaza de lluvia era constante, así que plantearon una alternativa que contentara a los lectores. Después de buscar la fecha más apropiada, decidieron que la fiesta se trasladara al 23 de abril. Nadie protestaría en tiempos primaverales y el día escogido es el mismo en que murieron dos grandes de la Literatura, como Shakespeare y Cervantes.
Existe el mito, siglos después desmentido, de que Shakespeare y Cervantes murieron el 23 de abril
Al menos eso creían entonces y luego se descubrió que no era cierto. Aunque el marketing oficial se niega a reconocer que Shakespeare y Cervantes murieron en días distintos y que ninguno de ellos lo hizo en 23 de abril, y esto lo sostienen todos los historiadores, los organizadores del acto han optado por el respeto de la jornada por encima de la escrupulosidad histórica.
Porque después de tantos años, el Día del Libro ha cobrado una dimensión suficiente como para dejar el rigor del contexto a un lado. En Cataluña, donde se vive con mayor fervor esta fecha, conviven y se compaginan el Día del Libro y la Diada de Sant Jordi, patrón regional desde el siglo XV, en la que es tradición regalar una rosa a las mujeres, mientras éstas corresponden a los hombres con libros. En Madrid, por su parte, se entregan los premios más importantes de la literatura hispanohablante, el Premio Miguel de Cervantes, y la fiesta popular se extiende en el tiempo, celebrando actos muy interesantes a lo largo de una semana, aunque el mayor acontecimiento tiene lugar mes y medio después con la Feria del Libro, cuando se disponen decenas de casetas en el parque del Retiro y la afluencia de gente se multiplica.
Pero como decíamos al comienzo del texto, no se trata de una fiesta local, sino internacional. Puede que sea uno de los grandes regalos de España al mundo. En 1995, la UNESCO acordó en París que el 23 de abril se decretara como el Día Internacional del Libro (y del Derecho de Autor). Y hasta hoy así perdura. La fecha ha despertado tal interés que incluso es sencillo encontrar en internet largas listas de autores que han nacido en este día, como Augusto d’Halmar o George Steiner, o que han muerto en él, como William Worsworth o Josep Pla. Como otorgando a la fecha un componente romántico irresistible.
La única verdad es que el marketing, en cualquier caso, sí revisó las partidas de estos escritores y las hizo valer para que el Día Nacional del Libro se abriera a todos los continentes, hasta cien países, como ocurre hoy. Con Ciudad de México volcada, con Bogotá, con Caracas, con Santiago de Chile, con Nueva York, con Los Ángeles, con Medellín, con Hanoi. Allá donde se celebra el Día del Libro, se hace con una intensidad inmensa.