El precio del burro está en alza y es culpa de China
Gulsumoh Sharbatova lleva dos meses sin ver a su burro. En condiciones normales, esto no sería una cuestión de alarma, pero tras los numerosos casos de burros asesinados en Tayikistán, no descarta que el suyo esté muerto y le hayan quitado la piel para venderla.
Gulsumoh Sharbatova lleva dos meses sin ver a su burro. En condiciones normales, esto no sería una cuestión de alarma, pero tras los numerosos casos de burros asesinados en Tayikistán, no descarta que el suyo esté muerto y le hayan quitado la piel para venderla.
En una pequeña región rural y montañosa del país asiático, los vecinos permiten que sus burros vayan a pastar libremente cuando ya no hay trabajo para ellos. Ahora, Sharbatova cuenta a Radio Free Europe que confía en que el animal aparezca para poder aprovechar la temporada de siembra de la primavera.
¿Pero qué está pasando con los burros?
Miles de ejemplares de estos animales se venden a China desde países pobres o países que están en desarrollo. Para la población local de dichos países, los animales son imprescindibles en las tareas de carga; y en China los utilizan para medicina tradicional. La gelatina fabricada de la piel del burro es un ingrediente clave de uno de los remedios chinos más valorados conocido como ejiao, y que se utiliza para tratar diversas dolencias, entre ellas el resfriado y el insomnio.
El aumento de la clase media en China, y la percepción de que el ejiao es eficaz, ha hecho que se llegue a pagar hasta 350 euros por un kilo de esta medicación. Con todo ello, la demanda de burro está superando a la oferta. Se comercializan alrededor de 1,8 millones de pieles por año, pero la demanda mundial de pieles asciende a entre 4 y 10 millones, según un informe publicado en enero por la organización británica Donkey Sanctuary, del que se ha hecho eco The Guardian.
La población de burros en China se ha reducido a la mitad desde 1991. Según publica CNN, de los 11 millones de asnos que había hace unos años en el país asiático, ahora solo hay alrededor de seis millones. Al no poder hacer frente a la demanda, China decidió importar de diferentes países y puso sus ojos, sobre todo, en África donde se encuentra la mayor población del burros en el mundo.
El aumento de esas importaciones ha provocado que cinco países (Pakistán, Senegal, Mali, Burkina Faso y Níger) ya hayan tomado cartas en el asunto, y hayan decidido prohibir las exportaciones de piel de burro. Es posible que Tayikistán, uno de los países más pobres del mundo con un 36% de su población por debajo del umbral de la pobreza, vaya por el mismo camino.
Los precios se han duplicado
El precio de estos animales ha aumentado tanto que los ha hecho innaccesibles para la población de algunos países que los utilizaban para llevar productos, cultivar la tierra o buscar agua. «Los compradores nos dicen que están haciéndose con los burros para sacrificarlos y enviar su piel a China», cuenta Sharif Nazarov, un residente de la aldea norteña de Basmanda. Nazarov afirma que un asno joven y saludable podría costar unos 240 dólares, mientras que el año pasado costaba 120.
En enero, la agencia reguladora veterinaria de Tayikistán envió una carta a las autoridades del Estado pidiendo la adopción de medidas ante las crecientes masacres contra estos animales. En la carta aseguraba que había recibido numerosas “peticiones escritas” para conseguir licencias para la instalación de empresas de recogida de burros, mataderos y para la exportación de estos animales. Desde la agencia reguladora de veterinaria exigieron a las autoridades que no se acepten esas solicitudes debido a los problemas a los que se enfrentan los países en las que ya se han concedido.
Pero hay personas que lo ven más como una oportunidad que como un problema. Un vecino de la región sur de Vakhsh sugiere a las autoridades legalizar el comercio de burros para proporcionar una fuente de ingresos a los aldeanos.
Mientras tanto, en la aldea montañosa de Bulakdasht, Sharbatova sigue preocupada por su propio sustento. «La temporada de cultivo ha comenzado y necesitamos el burro más que nunca», dice.