5 lugares turísticos donde ser homosexual te puede llevar a la cárcel
Ser homosexual, bisexual o transexual sigue estando mal visto en una gran parte del mundo, y todavía son 72 los países donde mostrar abiertamente una relación de este tipo, o simplemente tener una de estas orientaciones sexuales, puede acarrear serias consecuencias, incluyendo penas de cárcel o de muerte.
Ser homosexual, bisexual o transexual sigue estando mal visto en una gran parte del mundo, y aún hay 72 países donde la identidad de género y la orientación sexual pueden acarrear serias consecuencias, incluyendo penas de cárcel o de muerte.
En Europa esta situación es ya impensable, pero en numerosos países de África, Asia y América la homosexualidad es considerada un crimen. Quienes viven en ellos son los que más sufren las consecuencias de estas leyes, pero también hay turistas que, por un simple beso o por cogerse de la mano, pueden acabar arrestados.
En algunos de estos lugares, como Egipto o Indonesia, pese a que las leyes no prohíben específicamente las relaciones sexuales entre personas del mismo sexo, las autoridades aprovechan cualquier excusa o resquicio legal para practicar detenciones. En estos países se recurre a menudo a la ley Sharia, la base del Derecho Islámico que rige la conducta y hábitos de los musulmanes, para criminalizar a los homosexuales. Entre estos, destacan algunos destinos turísticos como Maldivas o Marruecos, donde cada año acuden numerosos turistas a disfrutar de unas vacaciones, sin pensar en las consecuencias que pueden tener algunos pequeños gestos.
Los hombres y mujeres homosexuales de estos países no solo se enfrentan a los castigos impuestos por la ley, sino que también tienen que vivir con la intolerancia y los prejuicios del resto de la sociedad.
Maldivas
Uno de los destinos románticos por excelencia, las Islas Maldivas, se puede convertir en una verdadera pesadilla si la pareja que quiere disfrutar de sus playas y paisajes no es heterosexual, pues cualquier muestra de afecto hecha en pública puede ser un gran riesgo.
A pesar de las recomendaciones que varias organizaciones internacionales y ONG han hecho al país para que deje de criminalizar al colectivo LGTB, Maldivas sigue condenando la homosexualidad y cualquier muestra de cariño de una pareja de personas del mismo sexo puede costar muy cara.
Las leyes de Maldivas incluyen varias formas de relaciones entre personas del mismo sexo, desde el matrimonio hasta las relaciones sexuales. En todos los casos, acabar en la cárcel es más que probable, con penas que van desde los tres meses hasta los ocho años.
Desde julio de 2015, cuando entró en vigor el nuevo Código Penal en el país, los actos sexuales consensuales entre personas adultas del mismo sexo ya no están regidos por la ley civil, que los regulaba hasta entonces, sino por las leyes penales.
Además, también están incluidas las sanciones por llevar a cabo estos actos en la ley Sharia, que establece un castigo de nueve meses a un año de destierro o hasta 30 latigazos para los hombres, mientras que la pena para las mujeres es el arresto domiciliario entre nueve meses y un año.
Egipto
En Egipto, las relaciones sexuales entre personas del mismo sexo no están prohibidas expresamente. Sin embargo, se han documentado numerosos casos en los que se ha utilizado la ley para el combate de la prostitución y contra el libertinaje como pretexto para encarcelar a personas homosexuales.
Por este motivo, los cargos a los que se enfrentan los acusados se refieren normalmente a “actos inmorales” o “actos escandalosos”.
En un país tan conservador como Egipto, las redadas contra la comunidad LGTB son habituales. Entre 2013 y 2015 se llevaron a cabo más de 50 en distintos lugares del país, según estimaciones de las asociaciones de Derechos Humanos.
Destaca el caso de un ciudadano libio, deportado de Egipto por mantener relaciones homosexuales, que acaparó la atención internacional. Tras rechazar su recurso ante los tribunales, la Justicia de El Cairo aprobó la decisión del Gobierno de expulsar a todos los homosexuales extranjeros que se encontraran en el país, por considerar que “amenazan la seguridad nacional con su presencia”.
Marruecos
La homosexualidad en Marruecos está incluida en el Código Penal como un delito “contra natura”. “Quien cometiere actos indecentes o contra natura con otra persona de su mismo sexo, será penado con prisión de entre 6 meses y 3 años y una multa de 200 a 1.000 dirhams, salvo que en el caso concurran circunstancias agravantes”, dice el artículo 489 del Código Penal.
Este artículo es el motivo por el que numerosas personas son detenidas y llevadas ante los tribunales cada año.
En 2016, un español llamó la atención de muchos medios de comunicación al ser detenido en un hotel de Marrakech cuando se encontraba con su compañero marroquí en la habitación. Una mujer de la limpieza los delató ante el administrador, quien llamó a la policía que acudió al hotel donde la pareja fue detenida. El español, de 70 años, fue puesto el libertad cuatro días más tarde y se le dio la opción de volver a España cuando lo deseara.
En el mismo mes, dos chicas menores de edad fueron arrestadas y llevadas a declarar ante el juez después de que un familiar las fotografiara besándose. Finalmente fueron puestas en libertad condicional en lo que fue un caso inédito en un país donde las relaciones entre hombres son castigadas habitualmente, pero rara vez se acusa a mujeres por ser lesbianas.
El Informe de la Homofobia de Estado 2017, de la Asociación Internacional de Lesbianas, Gays, Transexuales e Intersexuales (ILGA), destaca que “en los últimos tiempos, se han registrado numerosos reportes de detenciones e intimidación policial”. Además, explica que “el Comité de Derechos Humanos manifestó su preocupación por la tipificación como delito de la homosexualidad, sancionada con una pena de cárcel que puede alcanzar tres años y por las detenciones en ese contexto”.
Indonesia
A pesar de que su Código Penal no condena expresamente la homosexualidad, Indonesia es uno de los lugares más señalados por ser peligroso para el colectivo LGTB. Las relaciones entre personas del mismo sexo están criminalizadas en tan solo dos de sus estados, pero existen normativas, como la Regulación Gubernamental sobre Salud Reproductiva, que hacen referencia a la “desviación de la orientación sexual” como una acción sancionable por la ley.
El documento de la ILGA explica que distintos informes publicados entre 2016 y 2017 indican mayores niveles de amenazas contra defensores de derechos humanos LGTB y contra su trabajo, tanto por parte de actores estatales como no estatales.
Los arrestos y los actos de represión contra los homosexuales son habituales en este país, donde se encuentran algunos de los lugares con más turismo gay del continente asiático, como Bali.
Este mismo mes de mayo tuvo lugar una gran redada en una sauna gay que se saldó con 141 detenidos. Unos días antes, dos hombres fueron condenados a recibir 80 latigazos después de que sus vecinos los grabaran manteniendo relaciones sexuales. Este suceso tuvo lugar en Aceh, un lugar donde se aplica la ley Sharia para defender el Islam.
A pesar de las reiteradas peticiones de organizaciones como Human Rights Watch para que el país respete los derechos humanos y, en concreto, abandone estas prácticas de represión contra el colectivo LGTB, Indonesia sigue protagonizando incidentes de este tipo.
India
Una ley de 1860 criminaliza la homosexualidad en un país que cada vez se vuelve más popular entre los turistas. La cadena perpetua es el máximo castigo para quien tenga relaciones sexuales con alguien de su mismo sexo.
El artículo 377 del Código Penal de india es el responsable de las sanciones a las personas homosexuales, pues prohíbe las relaciones entre personas del mismo sexo en privado. En 2009, se eliminó esta prohibición, pero la Corte Suprema del país devolvió la constitucionalidad a esta norma en diciembre de 2013.
Este paso atrás en la legislación conmocionó a activistas y defensores de los derechos humanos de todo el mundo. Además, cientos de personas salieron a la calle en varias ciudades del país, especialmente en Bombay, para protestar en contra de esta sentencia.