Mochi, el pastel de arroz japonés que puede matarte
Celebrar la llegada del año nuevo con un postre potencialmente letal es algo tan legítimo como dar la bienvenida al 1 de enero comiendo uvas a la carrera o tirando el mobiliario por la ventana. El mochi, un pastel hecho a base de una masa elaborada con arroz es un postre aparentemente inofensivo, pero mata cada fin de año a varios japoneses. Este snack, típicamente navideño en Japón, se toma para celebrar la llegada del año nuevo, pero el riesgo de este postre, muy difícil de masticar -especialmente para ancianos y niños- ha causado la muerte a dos personas solo este año. Varias otras llegaron a estar en estado crítico.
Celebrar la llegada del año nuevo con un postre potencialmente letal es algo tan legítimo como dar la bienvenida al 1 de enero comiendo uvas a todo correr o tirando el mobiliario por la ventana. El mochi, un pastel hecho a base de una masa elaborada con arroz es un postre aparentemente inofensivo, pero mata cada fin de año a varios japoneses. Este snack, típicamente navideño en Japón, se toma para celebrar la llegada del año nuevo, pero el riesgo de este postre, muy difícil de masticar -especialmente para ancianos y niños- deja cada año decenas de hospitalizados e incluso alguna muerte. De hecho, el peligro es tal que el departamento de bomberos de Tokio tiene un apartado en su web dedicado especialmente a dar indicaciones sobre la forma más segura de comerlo.
Para evitar disgustos innecesarios y asegurarse de que la celebración de año nuevo sea solo eso, una celebración, las autoridades niponas lanzan cada año campañas públicas para fomentar la consumición correcta del mochi -sobre todo entre los niños y los ancianos-. Sin embargo, dado que desgraciadamente siguen muriendo personas cada año, no parece que el mensaje haya calado del todo. Entre las recomendaciones que hacen los servicios de emergencias japoneses están cortar el pastel en trozos muy pequeños y masticar concienzudamente antes de tragar.
Pero ¿qué diantres es el mochi exactamente?
El mochi es un pequeño pastel con forma de bollo y generalmente del tamaño de la palma de la mano hecho a base de un tipo de arroz japonés. Aunque los nipones lo comen todo el año, la temporada navideña y, especialmente, Año Nuevo es el pico de mayor consumo de este postre. Machacando un tipo especial de arroz, se logra hacer una masa que servirá de base para elaborarlo.
El mochi se prepara en una ceremonia tradicional, llamada mochitsuki. Se deja el arroz pulido a remojo durante toda una noche y se cuece. Posteriormente, ese mismo arroz se machaca con un martillo de madera en un mortero. Es un proceso que requiere la participación de dos personas: una da martillazos, la otra va humedeciendo el arroz. Finalizado el proceso, se corta la masa en trozos, se les da la forma deseada y ¡a comer! Aunque, evidentemente, la tecnología moderna ha hecho que todo el proceso pueda hacerse de forma mecánica y mucho menos laboriosa.
El problema que presenta el mochi es que es un postre viscoso, pegajoso y maleable, lo cual dificulta la masticación, sobre todo a los niños y a las personas mayores. Y ellos son precisamente los más vulnerables de sufrir accidentes mientras lo comen.
Y ¿qué pasa con las uvas?
Por rocambolesca que pueda resultar esta tradición, sin salir de España hay una costumbre que también puede ser peliaguda. Léase: zamparse 12 uvas a toda pastilla en los 36 segundos que duran las campanadas de Nochevieja. Es decir, dos segundo por fruta. Dos segundos para cogerla, llevársela a la boca, masticarla y (¡Cuidado! ¡Peligro!) tragar sin morir en el intento. O lo que es lo mismo: apunten, disparen, ¡uva! Si no nos hemos atragantado, vuelta a empezar. Y así 12 veces.
Por inofensiva que pueda parecer esta costumbre, un estudio publicado en la revista Nurs Child Young People ha concluido que comer uvas enteras, con pepitas y piel, es la tercera causa más frecuente de atragantamiento en niños menores de cinco años. Y, a su vez, la aspiración de cuerpos extraños es el cuarto motivo más común de accidentes infantiles. Por este motivo, la Sociedad Española de Otorrinolaringología y Cirugía de Cabeza y Cuello lanza una advertencia contundente: «La recomendación por antonomasia es que los pequeños no deben manipular ningún objeto, alimento o juguete más pequeño que el diámetro de un rollo de papel higiénico (es decir, que no quepan por su interior). Tampoco deben correr, jugar o hablar mientras están comiendo y deben masticar bien. En cuanto a qué alimentos pueden ingerir, deben evitarse los pequeños y duros –con el fin de que no sean respirados–, así como los de consistencia gomosa, como es el caso de las uvas, puesto que estos productos no se deshacen ni con saliva ni con agua. En caso de hacerlo, es importante modificar su forma, cortándolos en varios trozos y quitándole la piel, en caso de tenerla». Es decir, una sugerencia similar a la que hacen los bomberos japoneses sobre el mochi. Que nadie diga el año que viene que no estaba avisado.