Más originales, íntimos y selectivos: así afrontamos el sexo tras los últimos meses
Ya no vale con cualquiera, ni de cualquier manera. Buscamos confianza e intimidad y calidad antes que cantidad. La cuarentena ha marcado un antes y un después en las relaciones sexuales
Hasta aquel principio de marzo, muchas cosas importantes –que no urgentes– permanecían escondidas tras el velo de la rutina y sus demandas, postergadas a un segundo plano. Pero la vida se paralizó y no quedó otra que mirar hacia quienes teníamos al lado y, sobre todo, hacia dentro.
Ahora hemos recuperado las calles, las terrazas, los amigos, las vacaciones incluso. Sin embargo, desde esta nueva normalidad recién estrenada, es fácil darse cuenta de que, aunque todo parezca igual de primeras, nada ha permanecido inalterable. Mirar hacia dentro altera la idea que tenemos sobre quiénes somos –por eso preferimos esconderlo tras la rutina–, qué queremos y cómo nos relacionamos con el mundo. Durante los últimos meses, de una forma u otra, nos hemos redescubierto y hemos explorado otras maneras de afrontar el sexo y las relaciones de pareja.
Con sus matices y particularidades –cada persona, un mundo–, hay algo común a la mayoría de las relaciones post cuarentena. Un patrón recurrente que ha llamado la atención de Giulia Cunningham, psicóloga y sexóloga, y también de Nayara Malnero y Tatiana Aponte, que comparten su profesión: los últimos meses han despertado la necesidad de establecer un vínculo precendente al sexo más profundo que antes.
Uno de los motivos de este anhelo es, según Cunningham, que ahora filtramos más. Los planes, las personas y, por qué no, el sexo. Tras el confinamiento, buscamos la calidad por encima de la cantidad. Una tendencia que ya se vislumbraba antes en sectores diversos –moda, alimentación, turismo, gastronomía– y que un parón de dos meses y medio ha consolidado.
“Al replantearnos los tiempos, la cadencia de vida, nos lo hemos replanteado todo: desde el trabajo, hasta nuestra vida en pareja, la soltería o las relaciones con familia y amigos”, expone Cunningham.
La necesidad de construir una confianza previa se ha visto reflejada incluso en las aplicaciones de citas, el único reducto de seducción que se mantuvo en pie durante la cuarentena. “He visto crearse a muchas parejas en el confinamiento porque han estado hablando, compartiendo y abriéndose para conocerse en persona cuando pudiesen. Ambas notaban el deseo de que perdurase, que fuese simplemente una relación sexual de una vez”, cuenta Cunningham. “Muchos han escogido a quienes ya conocían de antemano para tener sexo casual, precisamente porque buscan esa confianza”, añade Aponte.
Las relaciones personales: ese reducto de antigua normalidad
Esa confianza es también un ingrediente mágico que, cuando entra en escena, hace olvidar todo lo que ha pasado y sigue pasando, por un ratito. “Creo que también ese es otro motivo por el que buscamos saber más de esa gente que acabamos de conocer: con quién ha estado, cómo es su vida, si es buena compañía. Algo que no preocupaba tanto antes”, comenta Cunningham.
Basta observar una terraza. Grupos de amigos beben, charlan, ríen. Durante ese rato no hay cifras, mascarillas o rebrotes. Con la cuenta pagada regresa esa nueva normalidad, las medidas de seguridad y respeto que sabemos necesarias. Pero nos hemos dado un paseo por la antigua. Eso significan ahora las relaciones personales, sean de amistad o sexuales: una desconexión.
Cunningham opina, tras hablarlo día a día con sus pacientes, que el confinamiento ha traído cosas buenas a la sexualidad porque nos ha dado tiempo de explorar, conocer a otros y conocernos, darnos cuenta de qué es lo que queremos. Explica también que esto es, por otra parte, una moneda de dos caras: también es el motivo de muchas separaciones.
A pesar de que la frecuencia de las relaciones ha disminuido desde que comenzó la pandemia, cada vez más parejas afirman haber probado algo nuevo en sus vidas sexuales, según han descubierto investigadores del Instituto Kinsey, cuya misión es descubrir y explicar tendencias en la sexualidad.
Juguetes sexuales, nuevos roles, sexting, distintos lugares dentro de la casa, fantasías compartidas… “Se trata de involucrar el factor sorpresa en la vida sexual”, explica Cunningham. “Tal vez en el día a día se nos habían olvidado detalles, pero el estar confinados despertó la curiosidad y la necesidad de innovar. La gente se ha cuestionado cómo potenciar su vida sexual y la calidad de la pareja.
Esta exploración no solo ha llevado a una mayor originalidad y amplitud de miras, sino también a una mayor confianza y apertura con el otro. “Yo tengo mucho más trabajo porque la gente le ha podido prestar atención a su sexualidad”, nos cuenta Cunnigham. “Nos hemos visto obligados a explorar nuestra erótica más allá del coito”, añade Aponte. Las parejas se han abierto, han hablado de sus disfunciones sexuales, fetiches, preocupaciones… han indagado en su relación con el sexo.
Durante el confinamiento vimos una caída del deseo sexual, y esto en muchos casos fue debido al estrés, a la incertidumbre vital. Pero en otros casos, según explica Cunnigham, era un problema que ya venía de atrás. “Por fin se ha tenido el tiempo para pararse y admitir que estabas teniendo sexo si ganas”.
Han pasado ya casi cuatro meses sin que el sexo casual a la salida de una discoteca sea una opción. Como en tantos otros aspectos, ha tocado reinventarse. El sexo esporádico seguirá existiendo, pero de momento los códigos han cambiado. Confianza, intimidad, apertura, curiosidad, ganas de descubrir, probar e innovar. Hasta aquí el resultado de que la vida frenase. Veremos que traen los próximos meses.