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Compras impulsivas y entregas ultrarrápidas: ¿qué pasó con eso de conseguir una industria textil más reflexiva y sostenible? 

A finales de septiembre, Glovo y C&A firmaban un acuerdo de entregas ultrarápidas a través del cual los usuarios recibirán sus pedidos en tiempo récord. Esta alianza supone la última etapa de la carrera hacia una inmediatez que parece contradecir los planes sostenibles que la industria textil puso sobre la mesa durante la pandemia y que estaban encaminados a conseguir un sector más reflexivo y sostenible

Compras impulsivas y entregas ultrarrápidas: ¿qué pasó con eso de conseguir una industria textil más reflexiva y sostenible? 

Media hora. Tan solo se necesitan 30 minutos para recibir en el lugar que elijas esa prenda de C&A de la que te has enamorado sin remedio. No hay tiempo para darle una vuelta, ni tampoco para arrepentirse porque la alianza entre la multinacional de moda de origen neerlandés y la tecnológica española de delivery Glovo supone la última etapa de una carrera por acortar los tiempos de unos envíos que aspiran a la inmediatez. ¿Lo quieres? ¡Lo tienes! La cuestión es si en un mundo regido por la accesibilidad y la inmediatez es posible construir modelos de consumo responsables. Rápido, cómodo y… ¿sostenible? Parecen expectativas contradictorias, sobre todo en medio de una pandemia que ya en sus comienzos puso sobre la mesa la necesidad imperante de cambiar los mecanismos de producción y consumo de la industria textil. 

Ya desde antes de la crisis derivada del coronavirus[contexto id=»460724″], fueron muchas las voces que reclamaban transformaciones sustanciales en una industria tildada hasta ahora de rígida e inamovible. Con el comienzo de las restricciones y con medio mundo encerrado en sus casas, la segunda industria más contaminante del mundo quiso aprovechar el parón como excusa para ralentizar una rueda que se movía demasiado rápido y un modelo que hacía aguas. Colecciones presentadas en las pasarelas que llegaban a las tiendas ya caducadas y una maquinaria de creación de tendencias que giraba con demasiada virulencia no hacían sino poner de manifiesto que el modelo de consumo y producción que trataba a las prendas como bienes de usar y tirar pedía reconvertirse en uno más sostenible. 

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Superado el parón de la pandemia un amplio sector dentro de la industria de la moda parece haberse olvidado de sus promesas de sostenibilidad y apuesta por la compra impulsiva online. | Foto: Wang Gang | EP Foto.

La explosión de las compras online

En 2020, el comercio electrónico de moda en España se disparó un 50% con respecto al año anterior y superó los 4.300 millones de euros. Las compras online experimentaron un crecimiento en todos los sectores, pero la moda sigue siendo la categoría favorita de las compras por Internet, copando un 9,8% del gasto total. Al mismo tiempo, el aumento de la conciencia sobre la salud y el medio ambiente llevó a un gran número de personas a querer consumir de manera más responsable. Esta combinación de elementos ha provocado que las compañías de logística y sus clientes tengan que enfrentarse a un reto sin precedentes.

La moda sigue siendo la categoría favorita de las compras por Internet copando un 9,8% del gasto total

¿Cuál es la fórmula para reducir las emisiones de CO2, disminuir la cantidad de residuos, crear empleo local –y mantener los costes al mínimo– al mismo tiempo que se satisfacen las demandas de entregas rápidas y eficientes? Estas preguntas se tornan todavía más difíciles de responder cuando hablamos de entornos urbanos con poblaciones densas, en los que los vehículos de reparto de todo tipo ya representan el 20% de todo el tráfico urbano y son responsables de, al menos, de un 30% de la contaminación de las grandes ciudades.

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La alianza entre Glovo y C&A que promete entregas ultrarápidas supone la última etapa de la carrera hacia una inmediatez. | Foto: Thiago Prudencio | EP Foto.

En el caso del sector textil, la característica fundamental que marca la venta digital de ropa y accesorios es que los artículos necesitan ser trasladados desde los almacenes hasta las casas de sus destinatarios y estos últimos reclaman tiempos de entrega cada vez más cortos –prueba de ello es la alianza entre Glovo y C&A, por ejemplo–. A esto se suma lo difícil que resulta para las pequeñas empresas competir con gigantes de la distribución como Amazon o Alibaba, que han contribuido a elevar las expectativas de los consumidores con su sistema de entrega al día siguiente o, incluso, en unas pocas horas, lo que dificulta todavía más el conciliar los tres elementos que intervienen en esta ecuación: la supervivencia de las marcas, las demandas del consumidor y la responsabilidad ambiental.

Dos modelos antagónicos 

Ante esto cabe preguntarse qué ha sido de aquellos primeros momentos de la pandemia y de la desaceleración de todos los procesos, de la conciencia ambiental de las compañías y del empeño del consumidor por impulsar las compras locales. La única respuesta posible es que la crisis del coronavirus no ha hecho sino acelerar procesos que ya estaban en marcha y que, aunque el reto de la sostenibilidad sigue estando en boca de todas las marcas de moda, la realidad es que tendrán que sumarse al carro si quieren sobrevivir en un mercado en el que comprar por impulso es, cada vez más, la tónica general. 

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Imagen de la colección Eco Warrior de C&A vía Facebook.

Es verdad que algunos –más bien pocos– están optando por no entrar en esta carrera imparable y establecer sus propias reglas. Firmas independientes que producen bajo demanda y que no empiezan a fabricar una prenda hasta que se ha efectuado la compra, eliminando así el stock y, en consecuencia, los residuos, que no entregan sus diseños hasta varias semanas después de la compra pero que cuentan con un público fiel que se esfuerza por ser sostenible y se interesa por la exclusividad que supone la ropa hecha por encargo. 

Dos modelos de negocio completamente antagónicos pero que, según los expertos, seguirán coexistiendo mientras haya consumidores que reclaman cosas diferentes. 

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