Desde Mayrit al siglo XX, Historia de Madrid en pildoritas
Los orígenes de la capital, las costumbres de la corte, leyendas, anécdotas y todo tipo son explicados por Eduardo Valero en este libro de Sargantana.
Los orígenes de la capital, las costumbres de la corte y el pueblo, leyendas, anécdotas y todo tipo de hechos históricos son explicados de manera sucinta y rigurosa por el investigador Eduardo Valero en este libro de Sargantana.
.
En solo 240 páginas Eduardo Valero logra condensar la Historia de Madrid en pildoritas, título de su primera incursión editorial y toda una declaración de intenciones. Porque este libro de Editorial Sargantana tan riguroso como ameno, recorre desde los orígenes de la capital en la antigua ciudad árabe de Mayrit hasta la metrópolis del siglo XX, su cambiante geografía durante todo este tiempo o la vida y costumbres de la corte y el pueblo. Realizando por el camino alguna que otra corrección. Por ejemplo, la procedencia de un insulto considerado madrileñísimo: gilipollas.
«Siempre se asocia a las hijas de Gil Imón De la Mota, un señor muy poderoso en el Madrid de Felipe III y Felipe IV que, según la leyenda, tenía tres hijas, para algunos son dos, y para todos eran muy feas y hasta medio tontas. La realidad, buscando e investigando, es que esas señoritas se llamaron en su tiempo las gilimonas porque eran muy guapas», cuenta el autor a The Objective. «Además, se dice que Gil Imón de la Mota las llevaba a los saraos para ver si las podía casar. Entonces la gente decía aquí están Gil y sus pollas, término pollo o polla usado para denominar a la juventud. El problema es que este significado nace en el siglo XIX, así que es imposible que las llamaran así”, asegura para explicar: “Es más probable que el adjetivo malsonante se utilizara con el padre. Una pragmática prohibía enseñar escote y joyas a las mujeres, y sus hijas y su mujer no hicieron caso. Gil Imón se vio obligado a tenerlas encerradas en casa y después hacerlas salir con hábito de monja y un cartel que decía por orden del rey», concluye Valero sobre el único día, cuentan las malas lenguas, que Gil Imón mandó algo en su casa.
Así, entre anécdotas y hechos históricos, avanza el libro de este madrileño de Buenos Aires, que desde niño soñaba con la ciudad que le contaba su abuela y le mostraban las postales enviadas por familiares. Porque Valero podía haber nacido en Chamberí si la Guerra Civil y la Posguerra no hubieran empujado a sus padres al otro lado del charco. Pero en los años 80 volvió para nunca más regresar, dedicándose profesionalmente a la realización de dibujos animados e ilustraciones como las que salpican su obra.
«Soy investigador, pero lo que comenzó como un hobby ya casi es una responsabilidad”, reconoce Valero. “En 2010 empecé con un blog, Historia urbana de Madrid, donde procuro hacer una historia muy completa pero muy sintetizada, de forma que lo que cuente sea muy veraz y quede para el futuro para poder consultarlo», cuenta sobre el antecedente de este libro. Así departe sobre el escudo de Madrid, que hasta 1967 lució un grifo de legendario origen; o el famoso gato que escaló la muralla árabe durante la Reconquista y que, en su opinión, debía ser segoviano. Sirviéndose, para responder, de la heráldica, de libros de historia de esta y otras ciudades o noticias del momento. Y en este último caso, comenta el célebre cambio de hora.
«Se dice que el cambio de horario se debe a la época de Franco, pero fue en 1918 cuando se realizó el primer cambio de hora«, dice certificando su afirmación en una nota publicada por La Gaceta de Madrid. «Como aquí somos muy fiesteros, se celebró tanto en abril al adelantarlo como en octubre al retrasarlo en la Puerta del Sol». Tal fue la afluencia en abril que, según cuenta en su blog, las personas desbordaron las calles de Preciados, Carmen, Montera y Arenal, obligando a suspender el tránsito de carruajes y tranvías. La excusa también fue el ahorro energético –en el alumbrado con carbón, aceite u otros combustibles de la época– y muchas de las quejas, parecidas a las de hoy.
Si tiene que elegir un periodo de la Historia de Madrid, Valero se queda con el siglo XIX. En su libro sobre él comenta: «Goya pinta, Godoy asciende. Carlos IV hace rey a su hijo Fernando y este a Napoleón. El madrileño es valiente, lucha, sufre y muere en 1808». Después llegaría el Madrid romántico, el nacimiento de los cafés y las tertulias y unos años plagados de revueltas, pronunciamientos y revoluciones, “como La Gloriosa en 1868”, que precisamente se encuentra de aniversario. «Madrid todavía era un villorrio y a partir de ahí empieza a expandirse. Llega el agua con el Canal de Isabel II, el gas, la luz», añade. Y hablando de tabernas, comenta divertido cómo Pedro Felipe Monlau disuadía de comer en muchas de ellas en su Guía del forastero en la corte.
De esta misma época es una curiosa figura: el bastonero. «Estaba presente en todos los bailes, primero en los salones y después en las verbenas», explica. «Iba con su bastón vigilando lo que ocurría cuidando que las parejas no se arrimaran mucho porque si no les daba con el bastón. No podía abandonar la sala en ningún momento y si tenía que salir debía dejar un reemplazo. Llevaba un traje habitualmente a rayas, un pito para llamar la atención o para indicar que acababa el baile y era una profesión que pasaba de padres a hijos», relata Valero.
Para terminar, y hablando del crecimiento de Madrid, Valero explica sucinto: «Cuando el Madrid primitivo musulmán es conquistado por los cristianos empiezan a surgir pueblos extramuros o pequeñas colonias de gente y se van haciendo nuevas murallas o cercas para ir expandiendo la ciudad: la muralla primitiva, la muralla cristiana, la cerca de Felipe II o la cerca de Felipe IV, que llegaba a Retiro. La función de esas cercas era de control y protección hasta que ya en el siglo XIX se hace el ensanche de Castro, que va a propiciar todos estos nuevos barrios como Argüelles, Salamanca o Chamberí«.
Para terminar con el siglo XX, Valero advierte a los lectores: “es el más conocido para algunos, sin embargo, hay quien no conoce algunas historias, por ejemplo, cuando fuimos Capital Europea de la Cultura en 1992”. Y como en el libro, se despide con un saludo típico madrileño: “¡abur!”
Un último apunte. Este no es el primer libro de historia local en pildoritas de la levantina editorial Sargantana. Los curiosos pueden acercarse a este formato para conocer los orígenes de Valencia, Alicante, Murcia o Bilbao.